❥ Medio Día ❥

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Jhope…

El ánimo entre todos los estudiantes estaba realmente muy pesado, me encontraba encajando una camiseta sobre mi cuerpo para salir a inspeccionar aquello que había escuchado en los pasillos. Al parecer, YoonGi había terminado su relación con Jennie; podía imaginarme como se encontraba aquella chica en este momento.

Por esa razón, iría hacia la cabaña de las chicas para cerciorarme de que estuvieran bien. Terminé de vestirme, esparcí un poco de perfume sobre mi atuendo de esa mañana; unos jeans junto a una camiseta blanca acompañado de unas sandalias bastante cómodas para un día tan caluroso.

Revisé mi teléfono celular para revisar la hora y me dispuse a abandonar la habitación. Una vez afuera, me encontré con la imagen de un risueño Jimin que parecía reír de un chiste que acababa de contar ese chico llamado Seok Jin. A su lado se encontraba YoonGi quien parecía bastante distraído con su teléfono celular.

-¿Quieres ir a hablar con ella? – Le preguntó Jimin a YoonGi dejando de reír.

-¿Eh? – YoonGi negó con la cabeza estando un poco indeciso – No creo que quiera hablarme en este momento –

-Quien sabe, a lo mejor si quiera hablarte. Ella te quiere mucho y no creo que se rehúse a hablar contigo –

-¿Quieres que hable con ella? – Una media sonrisa se dibujó en el rostro de YoonGi, podía notar muchas cosas diferentes en la manera en como observaba a aquel chico frente a él.

-Siento que ustedes dos necesitan sentarse a hablar – Jimin se encogió de hombros.

La mirada de YoonGi se tornó tierna y suave, nunca le había visto mirar a alguien de aquella manera; para mi sorpresa unos segundos después se acercó al chico que tenía justo en frente suyo y juntó sus labios con los suyos. Jung Kook volteó a mirarme, sonrió tímidamente sintiéndose avergonzado por la imagen que presenciaba. Sonreí, asentí y seguí mi camino intentando darles privacidad a los dos chicos.

Me alegraba que ellos por fin hubieran encontrado la manera de vivir su historia juntos. Parecía que ellos dos eran los únicos que colocaban obstáculos entre ambos, pero lo mejor de todo era que al final todo había valido la pena aunque lastimosamente el corazón de alguien más hubiera sido víctima de las malas decisiones que tomaron en un momento.

Sin darme cuenta me encontraba caminando hacia la cabaña de las chicas, el ambiente parecía calmado y tranquilo. Solo veía algunos alumnos jugando a las orillas de la playa, pero no podía ver a Rosé o a Jennie entre ellos por lo que supuse que se encontrarían en su habitación.

Ingresé a la cabaña de las chicas y subí escaleras arriba para encontrarme con aquella chica que amaba con todas mis fuerzas, no se lo había confesado aun pero imaginaba que ella lo había podido deducir gracias a los momentos en los que me colaba en su habitación para ayudarle a dormir.

Toqué en varias ocasiones en la puerta de su habitación, hasta que por fin fue ella quien me permitió ingresar. Sus ojitos estaban rojos, deducía que se debía a lo que había sucedido con su amiga; me apresuré a pasar cerrando la puerta detrás de mí. Me coloqué en cuclillas frente a ella y sequé sus lágrimas con delicadeza.

-¿Por qué lloras, preciosa? – Ella se quedó en silencio por un momento, hasta que empezó a sollozar sin control – Rosé, me estás asustando – Tomé su rostro entre mis manos y la atraje hacia mi cuerpo cubriéndola en un abrazo.

En tan solo segundos sentí una humedad que empavaba mi camiseta, me separé de Rosé encontrándome con una gran mancha roja con olor a hierro oxidado; abrí mis ojos lo más que pude estando sorprendido a la vez que empezaba a entrar en pánico.

La Belleza De Una Sonrisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora