Buscando los recuerdos.

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La espalda le dolía dormir en el sofá no era tan bueno como creía pero debía aguantar por Kei, se levantó estirando sus brazos y el pequeño gato amarillo que tenían saltó a su regazo.

Ey –alzo en brazos al animal─. ¿A ti también te dejaron afuera de la habitación?

El minino miro fijo al rostro a Kageyama antes de maullarle como si le rogara por comida, el azabache se levantó del sofá para dirigirse a la cocina en busca del plato del minino el cual lleno con el alimento de éste, puso a preparar el café para Kei ya que él al ser deportista evitaba esta bebida en su lugar se tomó un buen sorbo de leche del cartón de ésta.

Parado frente a la puerta de la habitación dudo bastante antes de ingresar la imagen que le devolvieron sus ojos estremeció su cuerpo Kei yacía con las sabanas cubriéndole solo la mitad del cuerpo mientras sus brazos se enredaban a la almohada, tragó saliva antes de acercarse al rubio tantas veces había despertado a su lado siendo él quien era apresado por las extremidades de Kei pero ahora el destino le jugaba una mala y él debía contenerse las ganas de saltar sobre su amado para hacerle el amor, suspiro como si expulsara la pesadez de su alma para luego acercarse a la cama y acariciar el rostro del rubio como si éste fuera de cristal.

Kei despierta –musito en un susurro─. El desayuno ya está listo.

El rubio entre abrió los ojos sentándose de golpe en la cama al instante que notó la presencia de Tobio como acto reflejo cubrió su cuerpo con las sabanas en lo que pudo notar la triste mirada en el azul de los ojos del azabache al instante su pecho se oprimió sin saber la razón.

Buenos días yo lo siento, no estoy seguro todavía de nada –repitió el rubio mientras tomaba sus lentes de la mesa de noche─.

No tienes que pedir disculpas idiota –al instante quiso que la tierra se lo tragara ahí estaba él y su boca─. Disculpa es la costumbre, nosotros solemos o más bien solíamos tratarnos así.

Por alguna razón quiero contestarte con alguna burla –dijo el rubio mientras se levantaba de la cama─.

Usualmente eso haces, tus burlas son ingeniosas y aunque no quiero admitirlo a veces me dejas sin habla pero así te am... ─interrumpió su voz recordando que no debía abrumar a Kei con sus sentimientos─. Lo siento se supone no debo cargarte con cosas que te estresen más pero es imposible no decírtelo porque lo hago, yo te amo Kei eres mi esposo –volvió a callar apretando su puño antes de salir de la habitación─.

Kei se quedó solo en la habitación apretando la almohada contra su pecho, su mente era un embrollo hurgaba en ella alguna chispa de recuerdo que traiga a su memoria su vida con Tobio pero nada solo terminó con un dolor de cabeza, fue directo a su bolso donde se encontraban los analgésicos que le entrego el doctor llevo varios a su boca y tomo el agua del vaso que estaba en su mesa de noche cayendo sentado al lado de la cama mientras las lágrimas recorrían sus mejillas.

Kageyama por su parte maldecía mientras dejaba las cosas del desayuno en la mesa, se le hacía tarde para su entrenamiento por lo que bebió el resto de leche y masticó un sándwich de jamón y queso antes de tomar su bolso para irse a su entrenamiento.

Me voy, en la mesa está el desayuno –repitió a través de la puerta antes de salir de la casa─.

Kei intento mover las piernas para al menos saludarlo antes de que se fuera pero estas no respondieron, escucho como la puerta que daba a la calle se serraba recién entonces salió de la habitación siendo recibido por una caricia de su gato. Se sentó a la mesa y se dispuso a desayunar mientras lo hacía su vista recorría el departamento era obvio que su paso estaba bien marcado en el lugar, se lo decía el anotador metálico con forma de dinosaurio que colgaba en la puerta de la nevera, más allá en la sala había una repisa con figuras de distintos tipos de dinosaurios pero nada de aquello se le hacía familiar ni la ropa ni la casa y mucho menos el azabache de ojos azules que minutos antes le miraba dolido.

Necesito llamar a mamá –se dijo antes de acabar su desayuno e ir por el teléfono─.

Tal vez pudiera aclarar algo con ella. Tomo el teléfono y se acordaba el número de memoria cosa que le sorprendió bastante, el tono sonó dos veces antes de que su progenitora conteste.

Hola ¿Quién habla?

Mamá, soy yo Kei.

Hola Kei, ¿Qué sucede? Te cansaste del idiota de tu esposo –con un notorio tono de asco al nombrar esposo la madre de Kei le hacía saber que Tobio no le agradaba─.

Mamá no entiendo nada, pero quiero ir a la casa –el rubio sonaba afligido, y la mujer vio la oportunidad para alejar a Kei de Tobio─.

No te preocupes Kei, iré por ti.

Su madre colgó y Kei quedó aún más confundido pero aguardo paciente mientras fue al armario por ropa, lo único que se le asemejaba familiar era una chaqueta que parecía de algún club de vóley y unos jeans gastados, se vistió para luego sentarse en el sofá mientras acariciaba al gato esperando por la llegada de su madre.

La sra. Tsukishima llego al cabo de unos minutos, el rubio abrió la puerta y ella entró inspeccionando todo a su alrededor.

Kei querido pensé que con el sueldo de tu esposo podían haber tenido algo mejor –maliciosa vociferaba de la peor manera sobre la morada de ambos─.

Madre no sé a qué te refieres por favor te agradecería te abstengas de decirme comentarios con respecto a algo que no recuerdo –el rubio algo molesto acomodaba sus lentes en el tabique de su nariz─.

Bueno ya, vamos te llevaré a comer y a –miro al rubio de pies a cabeza─. Comprarte ropa porque eso que traes puesto es horrible no es digno de ti Kei.

Rodando los ojos siguió a su madre si bien le molestaba el actuar de la mujer era lo único familiar que encontraba algo con lo que estaba acostumbrado y recordaba bien ya que todo lo demás era confuso. Fue guiado por la mujer a un centro comercial donde esta le compro ropas de marcas todo digno de un príncipe a Kei le parecía demasiado exagerado eso nunca fue fan del estilo que su madre intentaba imponerle pero no era quien para contradecirla o al menos no se sentía con el valor suficiente.

Su madre se pasó el día hablándole de las cosas que debía haber hecho si no hubiera conocido a Kageyama pero sobre todo le hablo de Kuroo su ex prometido, cosa que en un principio molesto en demasía a Kei pero acostumbrado a la forma de ser de su madre solo se dedicó a escuchar al final no le había ayudado mucho para recordar sobre su vida con su esposo sino que parecía que ella era feliz con el hecho de que él se haya olvidado de Tobio.

Cuando Kei abrió la puerta del departamento se encontró con la imagen de un Tobio que mostraba un semblante de total preocupación como si le hubieran sacado un pedazo del alma.

Hola ¿Qué sucede? –el rubio paso al lado de Kageyama como si nada─. Salí con mi madre.

Kei casi me muero del susto –Tobio camino detrás del rubio para abrazarlo pero se detuvo a centímetros de su pareja─. Al menos hubieras dejado una nota o algo.

Lo siento, lo olvidé es que me sentía extraño y pues llame a mi madre –Kei giró sobre sí mismo casi chocando con el rostro de Kageyama y un rubor afloro en sus mejillas asustado se alejó unos pasos─. Disculpa por preocuparte.

Lo importante es que estés bien, ¿quieres comer? –le señalo la cena que había preparado─.

El rubio asintió y se sentó junto a Tobio, pasaron la velada hablando de cosas que hicieron en el día Tobio le contó que era miembro del equipo nacional de vóley, sonriendo ante el hecho que la ropa que llevaba el rubio era suya por su parte Kei solo pudo sonrojarse antes de contestarle que era lo único con lo que se sentía cómodo. Pasaron la cena charlando Kageyama un poco más feliz al compartir con su pareja, Tsukishima en cambio más enojado con sí mismo por no poder traer sus recuerdos de vuelta.


Y si me olvido de ti.Where stories live. Discover now