27
El colchón estaba frío.
Me aparté el pelo de la cara con la intención de poder abrir los ojos y poder ver como había quedado mi alrededor. Anoche no habíamos llegado a cerrar la ventana, por lo que ya a las ocho de la mañana, la luz entraba estridentemente por la ventana, dando como resultado a una Hyeon despierta. Estuve algunos segundos dudando de donde estaba y que estaba haciendo, hasta que recordé que me encontraba en mi habitación después de lo que había pasado a noche. Giré la cabeza hacia el lugar en el que debería estar tumbado Jimin. Únicamente me encontré la almohada, vacía, bañada en los rayos que pasaban debido al sol mañanero. Me senté en el colchón, pasándome las manos por la cara intentando ahuyentar el sueño que comenzaba a ganarme de nuevo. Después de haber luchado contra mí misma durante unos buenos diez minutos mis pies, desnudos, tocaron el frío suelo de madera. Caminé hasta llegar al armario y tomé una de las camisetas que me llegaban hasta la mitad del muslo. Dormir con aquello era puro oro.
Abrí despacio la puerta de la habitación. Me había hecho a la idea de que Jimin se había ido antes de que yo despertara, y tenía que admitirlo, me sentía una ramera. Quise llorar por haber dejado que algo como aquello ocurriera. Pero, ese sentimiento desapareció cuando justo en el momento en el que abrí la puerta y las bisagras rechinaron, el olor a comida chocó contra mi cuerpo. Sentí mis papilas segregar saliva y el estómago me rugió. Volví a tener ganas de llorar, aunque esta vez no era por algo malo.
Crucé la sala de estar sintiendo como mis pies se encogían por el frío de la casa, dudé un poco cuando mis pies rozaron la esquina en la que había la cocina, sin razón aparente, tenía miedo de enfrentar a Jimin. Tuve que inspirar y expirar con tranquilidad para parar mi corazón. Aún dubitativa, hice presencia en la estancia.
Había un par de platos en la isla de la cocina, colocados junto a un bote de sirope de arce y de crema de chocolate. Se oía la paella chisporrotear detrás del cuerpo de Jimin, cubierto solo por unos pantalones de chándal que probablemente había sacado del cajón de ropa limpia que Yoongi dejaba de vez en cuando. Observé con calma cada uno de los músculos de la espalda de Jimin al flexionarse por levantar el mango del utensilio de cocina. Él no pareció notar que me encontraba ahí ya que continuó con su tarea de sacar tortitas de la sartén hasta que ya no quedara más masa para cocinar.
El pelo de su nuca se levantaba como si fuese la cola de un patito, probablemente tenía aquella forma por haber dormido de alguna forma extraña. Vislumbré unas marcas rojizas en el hombro derecho de Jimin, al notar que aquello eran arañazos comencé a enrojecer y a sentir como la temperatura de la habitación subía. Flashbacks de la noche anterior cruzaron mi mente como si lo estuviera viviendo en aquel momento. Me senté en la silla que quedaba detrás del mueble, justo delante de ambos platos.
Jimin apagó el fuego cuando hubo terminado de cocinar y giró su torso para comenzar a depositar las tortitas en ambos platos.
—¿Por qué no me has despertado? —Le pregunté mientras igualaba el número de comida.
—Buenos días preciosa —Los ojos de Jimin desaparecieron en una fina línea y sus mejillas se alzaron. Sonreí de vuelta, tímida— Siempre has tenido muy mal genio al levantarte, no quería quedarme sin hijos.
La imagen de un Jimin mayor, junto a dos pequeños bebés en sus brazos me enterneció, eliminé aquellos pensamientos de mi cabeza, no era el momento para pensar en eso.
—¿Cómo has dormido?
—¿Yo? Eh...bien.
—Quiero decir... —Jimin se rascó la nuca mientras masticaba un trozo de tortita con un poco de azúcar— ¿Te he hecho daño?
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Home ✥ Pjm ⁑
Fanfiction"Por qué amas a alguien que solo va a destruirte? Por qué respiras si vas a morir igualmente?" ✵Heterosexual ✵100% original ✵Actualizaciones lentas ✵Prohibido el...