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d i e c i s e i s

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Observé con esmero las características de aquel personaje. Su pelo, oscuro, casi negro, tenía desperdigados algunos reflejos castaños a lo largo del flequillo. Ojos negros como la noche, cejas rectas, nariz prominente y masculina, labios carnosos y rosados y mandíbula cuadrada.

Levanté la cabeza algo aturdida por la masculinidad que emanaba aquel ser angelical, cuando nuestros ojos toparon, sus orbes negros y los míos, encajando durante algunos segundos.

Santa virgen de la papaya.

Aparté la mano de aquel tal Jeon Jungkook para tomar una botella e hidratar mi cuello, que había quedado más seco que un desierto en pleno verano.

Jeon Jungkook seguía parado frente a mí, había soltado ya mi mano, pero seguía ahí, observándome des de la estratosfera.

¿Había mencionado ya que era más alto que los cajones altos de mi cocina? Debía tener mucho frío allí arriba.

Tardé algunos segundos más en reaccionar y entender porqué se había quedado allí quieto, intenté esconder el evidente sonrojo de vergüenza que se teñía por mis mejillas.

—Yo soy Hyeon, encantada.

Mr. sex symbol volvió a tomar mi mano, esta vez para estrecharla, regalándome una sonrisa sincera. Cuando me soltó, me di la vuelta levemente para poder coger los papeles que acababan de salir de la fotocopiadora. Tuve que quedarme pegada a la fotocopiadora, ya que él se había movido en mi dirección, quedando a menos de un metro de distancia.

Iba a necesitar un balde de agua para hidratarme a ese paso.

La sombra que Jeon proyectaba encima de mí desapareció cuando su cuerpo se alejó del mío. Cambié mi ángulo de visión a una altura más decente, encontrándome con la lechuga andante alias mi mejor amigo, Min Yoongi.

—Oh, hola Suga —Dije, saludándole con la mano.

Yoongi rodó los ojos y tomó mi muñeca entre los dedos de su mano, tirándome lejos de la fotocopiadora y Jeon Jungkook. Fruncí el ceño al sentir la abrumadora sensación de opresión que rondaba mi brazo, ¿qué manía tenían los hombres en cogerme por el brazo de aquella manera? Di un tirón para que mi muñeca se escurriera entre su mano, segundos después me miró perplejo preguntándose como había conseguido sacar el brazo. Ya habíamos llegado a nuestros cubículos.

—¿Y eso? —Me atreví a preguntar, sentándome en la mesa de mala calidad que usaba cada día para trabajar.

—Tardabas mucho —Contestó, indiferente, mientras volvía a sentarse en la silla que rechinaba hasta bajo el peso de una pluma.

—Primero, tienes que cambiar esa silla tío y segundo, ¿Está celoso mi Yoongito?

Yoongi abrió los ojos, asombrado por lo que acababa de decirle, una mueca de asco apareció en su rostro y fingió ponerse a vomitar. Solté una carcajada y me senté en mi silla, comenzando a ordenar los papeles que usaría aquel día. Después de algunos minutos, oí a Yoongi carraspear, me giré en su dirección esperando su respuesta.

—Primero —Comentó sarcástico imitando lo que yo le había dicho antes— S vuelves a llamarme Yoongito, voy a tirarte por la ventana y no estaré abajo para cogerte y segundo, le estabas tapando la máquina de agua al pobre chaval, ¿querías que te dejara ahí en medio estorbando? —Hice una mueca de dolor cuando terminó de hablar. Puse el dorso de mi mano en mi frente y cerré los ojos, como si sus palabras me hubieran dolido. Cuando los abrí, me encontré con una sonrisa divertida por parte de Suga.