25
Terminé por llamar a Jungkook, pidiéndole que nos viésemos otro día, aceptó sin poner pegas por delante, aún así, me pidió que le asegurara el domingo para poder ir a tomar algo en algún café después de la comida.
No me esmeré mucho en lo que iba a llevar para lo que fuese que Jimin tenía para que yo hiciera. Camuflada entre unos pantalones de cuero y un jersey "prestado" de Suga, caminé, sí, caminé, hasta llegar a las grandes oficinas en las que trabajaba. Tardé una hora entera en llegar hasta la puerta de cristal rodeada de columnas de mármol de color blanco. Abrí aquellas enormes y pesadas puertas, encontrándome por primera vez el vestíbulo principal completamente vacío, a excepción del personal de limpieza, y su carro, y algún que otro señor y señora puntual que iba con un teléfono colgando de la oreja y un maletín en una de sus manos.
Tomé el ascensor para poder llegar al piso en el que supuse que se encontraría Jimin. Sabiendo que me había citado para papeleo, lo primero que hice fue tocar la puerta de su despacho. Después de esperarme cinco minutos delante de la puerta sin ninguna respuesta, volví a subirme al ascensor, apretando el botón que llevaba hasta mi cubículo. Comencé a morderme las uñas, nerviosa, ¿y si todo había sido una broma y no había nadie aquí? Mil y una ideas como aquella cruzaron mi mente hasta que el clásico "ding" sonó en el momento en el que el ascensor se detuvo en su destino. Con un pie fuera del ascensor, me tomé contra un pecho random que acababa de cruzarse en mi camino. Me tambaleé un par de pasos hacia atrás, sacudiéndome el flequillo para poder ver a la persona con la que me había chocado.
Vi a Jimin, observándome con la cabeza inclinada hacia un costado, con una expresión mezclada entre satisfacción y gracia.
—¿De qué te ríes? Como si tú fueses muy alto —Susurré más para mí que para él. Aún así lo oyó, me mostró una mueca y luego me enseñó la lengua, restándole importancia a la expresión anterior.
Jimin aún llevaba su característico traje de color negro, abrochado en su cintura, decorado con una camisa de color marfil, completamente lisa y una corbata a medio atar a juego con la americana del traje. En los minutos en los que estuvimos en silencio, me encargué de rodear con mis dedos su corbata, tirando de él levemente hacia abajo para poder atar correctamente el nudo de aquel complemento. Presioné con fuerza hacia arriba para dejar la corbata quieta y le di un par de palmaditas en el hombre a Jimin antes de volver a la posición en la que me encontraba antes, a una distancia prudencial y de seguridad donde no sentía mi espacio personal siendo invadido por su presencia.
Jimin observó con parsimonia, casi parecía que iba a sentarse para ir más lento, su corbata. Luego pasó a mirarme a mí y con las comisuras de sus labios levantadas, aparecieron un par de hoyuelos a los lados de su boca. Le sonreí de vuelta, tomándome aquel gesto amistoso como un "gracias por atarme la corbata tronca".
—Uhm... Jimin... ¿Qué hacemos aquí parados? —Por un instante, la expresión de Jimin, que rozaba la adoración, pasó a ser de confusión, sus ojos viajaron a través de mi pelo, hasta llegar a mis hombros y la zona de mis clavículas.
—Sí. Tengo...tengo que enseñarte lo que tienes que hacer —Se rascó la nuca, comenzando a caminar en dirección a mi escritorio.
Su cuerpo se balanceaba a cada paso que daba, lentamente. Llegué a desesperarme, caminaba tan lento que por mi mente cruzó la idea de que Jimin estaba caminando tan lento a posta. Intenté ignorar aquellos pensamientos, sería bastante feo acusar a alguien de aquello sin que fuera cierto.
Jimin me llevó hasta mi escritorio, donde había un pequeño montón de hojas, apiladas perfectamente, llenas de palabras. Según Jimin, debía firmar un par de papeles en los que daba mi permiso para usar mi imagen en multimedia, próximamente, iba a mejorarse la página web de la empresa, para poder llegar a más personas, en más idiomas, ser más internacional. Por lo que querían hacer fotos de la empresa, enseñar las personas que trabajaban en ella, y claro estaba, yo era una de ellas.
Quise preguntarle porqué únicamente me había hecho signar a mí aquellos papeles, en persona, pero supuse que era porqué nosotros éramos...amigos.
Después de tener aquello listo, me ofreció acompañarme en su coche hasta mi casa. No era tarde y podía perfectamente llegar a casa antes de que se hiciera de noche, pero cuando le dije aquello a Jimin, él fue completamente reacio a que cruzara medio Seúl sola, así que casi me obligó a subir a su coche cuando salimos del edificio de la empresa.
El trayecto fue silencioso, como siempre lo eran con Jimin. Todas las veces que él me había llevado en coche, no había sentido la necesidad de buscar un tema de conversación para evitar que se formara un silencio incómodo entre los dos. Casi siempre había sido así entre los dos, había ratos en los que no decíamos nada, pensando en los asuntos de cada uno, pero, con el otro.
Llegamos a mi casa poco después. Jimin salió de su coche y trotando llegó hasta mi puerta para abrirla antes de que yo pudiera hacerlo, le contesté con una media sonrisa, agradeciéndole por aquel gesto.
—No hacía falta que me abrieras la puerta, sabes, no vivimos en el siglo dieciséis.
—No me importa hacerlo si es a ti.
Había subido un escalón del apartamento cuando Jimin me contestó aquello, me giré para verle, algo perpleja por su contestación. Un color carmín tiñó mis mejillas levemente. Sabía que apenas era imperceptible porqué no sentía mi cara caliente, pero aún así, Jimin pareció notarlo, por lo que sonrió. Sus ojos se volvieron una linea oscura que ocultaba sus iris de color negro, aquellos ojos con los que tantas veces había soñado.
—Bueno, uhm... supongo que ya nos veremos. Gracias por llevarme a casa —Le saludé con la mano, pero a él no le pareció suficiente, ya que se acercó y cuando las puntas de sus zapatos rozaron el asfalto que cubría los escalones, se encargó de besarme de la misma forma en lo que lo había hecho en mi cocina.
Colocó sus manos en mi nuca y me atrajo más hacia él, ya que al estar encima del escalón era más alta. Nos separamos por falta de aire algunos segundos después, Jimin agachó la cabeza con las mejillas de color rosa, y con una sonrisa de adolescente giró sobre sus pies y comenzó a caminar hacia su coche.
Había introducido la llave en la puerta cuando oí a Jimin gritar mi nombre. Cuando di media vuelta para verle, se encontraba de nuevo al pie de los escalones de mi casa.
—Hyeon, sal conmigo.
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¿Qué debería contestarle Hyeon? 7u7
Siento que han pasado 84 años des de la última vez que actualicé esto, pero solo han sido cinco días lmao
OS QUIEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO muxo <333
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Home ✥ Pjm ⁑
Fanfic"Por qué amas a alguien que solo va a destruirte? Por qué respiras si vas a morir igualmente?" ✵Heterosexual ✵100% original ✵Actualizaciones lentas ✵Prohibido el...