v e i n t i u n o

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21

—Oh, joder —Hice una pausa, tragando saliva— Va muy rápido...¡Ah!

Y se acercaba.

¡Se acercaba!

Empecé a correr en dirección contraria a mi perseguidor, tiré levemente de la chaqueta de color rosa —que había "robado" yo previamente— de Suga al pasar por su lado, él me apartó de un manotazo. Lo miré, incrédula, ¿cómo podía mi único amigo abandonarme así?

—Arréglatelas guapi —Me dijo, encogiéndose de hombros mientras compraba un pincho de carne de ternera.

Cuando Yoongi se giró, pude ver al vendedor de tacos de pescado justo a su lado, mirándome posesivamente. Sentí un escalofrío pasar por mi espina dorsal cuando comiencé a correr de nuevo. Había decidido visitar el mercado de Noryangjin junto a Suga para dar una vuelta, pero des del momento en el que aquél vendedor pesado había empezado a perseguirme para que le comprara "el pez de mejor calidad" me abandonó, parándose en cualquier parada dónde le ofrecieran un poco de comida. Min Yoongi, el traidor supremo, espero que la suerte te maldiga y caiga encima de tus hombros.

Al final, no tuve más remedio que dejar de correr para explicarle al pobre vendedor que tenía alergia a la especie extraña que me estaba vendiendo, él me miró, confundido, así que mientras metía las manos dentro de su bolsillo para sacar cualquier especie nueva, me esfumé entre la multitud para perderlo de una vez y poder ir a comprar objetos vudú para maldecir al capullo de mi amigo.

Tardé al menos media hora en volver a encontrar a Suga, quién yacía sentado en un banco a uno de los lados del mercado, con al menos nueve bolsas de comida en cada una de las manos. Me acerqué lentamente a él, esperando que no escuchara mis pasos a través de los auriculares blancos que llevaba puestos. Podía escuchar su música a más de cinco metros de distancia. Saqué un abanico de mi bolso y se lo tiré a la cabeza, dándole justo en la zona de su frente que quedaba descubierta por su flequillo.

—Engendro del mal —Dijo al sacarse los auriculares.

—¿Te acuerdas de ese momento en tercero de carrera, cuándo te dieron con una pelota en las bolas? —La mueca que Yoongi hizo me respondió a mi pregunta— Créeme cuando digo que he comprado una pelota de acero y te voy a hacer papilla las tuyas.

Yoongi se levanta de enseguida, sonríe con su sonrisa cuadrada y se posiciona a mi lado, agachándose algunos centímetros para llegar a mi altura.

—Hyeon mi amor, ¿cómo ha ido el día? —Me da un beso en la mejilla y comienza a hacer "aegyo". Lo tomo del brazo, siguiéndole la corriente.

—Pues verás, me irá cuándo juegue a ese videojuego que ha salido...¿cómo lo llaman? Ah sí, el rompebolas.

Yoongi se apartó de mí y volvió a mirarme con su cara de asco habitual.

—Niña, si por tu culpa me quedo sin hijos me voy a asegurar de que te quedes calva toda tu vida.

—Que dulce por tu parte traicionero.

Nuestra "discusión" terminó en el instante en el que una música latina comenzó a sonar en los pasillos del mercado, Suga y yo intercambiamos miradas, extrañados por aquel extraño sonido. Comenzamos a caminar juntos, muy cerca, Suga me lleva agarrada del cuello de la camiseta para que no me pierda entre las personas que van caminando hacia la misma dirección que nosotros. Al final, terminamos en el centro de una pequeña plaza, libre de tripas de pescado. En su centro, había una radio que proyectaba una canción muy famosa en la radio, y a su alrededor un montón de gente bailando al son de la música, utilizando sobretodo la parte baja de sus cuerpos. Me fijé en cada uno de ellos, todos eran extranjeros y parecían querer animar a las personas que los estaban rodeando, para que se pusieran a bailar.

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