. Día 8 .

47 1 3
                                    

ELIGE EL TÍTULO DE UNA DE TUS CANCIONES FAVORITAS Y ESCRIBE UNA HISTORIA SOBRE ESO. DALE SENTIDO A LA LETRA CREANDO UNA HISTORIA PARA ELLA.

FetishSelena Gómez ft. Gucci Mane

El frío viento se abrió paso por la ventana. La brisa invernal recorrió con gracia el rostro jovial de la chica, su juventud afloraba como una flor en primavera, y en su cara brillaba la más pura castidad; una pureza que sólo se puede admirar en un niño la envolvía como una aurora celestial.

El encargado de la perrera no pudo evitar mirarla con asombro, desde el establo insalubre podía ver con facilidad las habitaciones de la dama. Podía adorarla por la mañanas cuando se levantaba, y por las noches cuando se acostaba.

A veces se imaginaba una velada con ella, ¿pero cómo podría?, ella era una noble, y más aún, era la hija de un monarca, era una princesa; ¿Y qué era él?, un huérfano destinado a los trabajos sucios del reino.

Lo más cerca que podía estar de ella, era en sus sueños, donde ella lo notaba, donde ella lo amaba, donde ella lo deseaba más que cualquier cosa en el mundo.

Pronto se dio cuenta cuando la joven pasó a su lado sin notar su presencia, sólo un simple gesto, una mueca de repulsión, el lugar olía tan desagradablemente que el chico ya no podía apreciar ningún otro aroma, excepto ése perfume, la esencia de la princesa.

La mujer caminó con elegancia a pesar de encontrarse en medio de un lodazal tremendo, se encontró con un hombre de casa noble y tomó su brazo. Caminaron alejándose lentamente del pobre encargado.

Era Sir Ashton, el prometido, el heredero al trono. Pero en las fantasías del joven no era su futuro esposo, él era un chico pobre encargado de las perreras pasando día y noche husmeando a la princesa.

El día pasó fugazmente, después de todo, el trabajo mantiene ocupado al cerebro. Pasó de nuevo la chica por el establecimiento, pero ésta vez no siguió de largo hasta sus aposentos, sino que entró a la perrera caminando un poco ladeada.

  — ¡Hey tú, perrero!

Su voz femenina y cortés fue cambiada radicalmente a una chillona y trabada. Se detuvo en seco mientras seguía balanceándose hacia delante y atrás.

El chico estaba cautivado por su belleza, los rizos dorados caían en cascada por su espalda, y el escote de su nuevo vestido de seda no era demasiado conservador. Estaba simplemente magnífica, su piel de porcelana se veía tan delicada, que aparentaba poder desgarrarse al mínimo rose con ésta.

Caminó hasta perder el equilibrio y caer en los brazos del chico apasionado.

Su respiración se volvió lenta y profunda, estar cerca de la princesa le emocionaba, y el hecho extraño de que se encontrara en estado de ebriedad de alguna manera le parecía excitante.

¿Cada cuánto se le presentaba una oportunidad como ésta?

Los ojos celestes de la chica volvieron a abrirse, su mirada reflejó un odio profundo mientras lo empujaba.

— ¡Guardias, el perrero ha intentado tocarme!

— No, princesa, le juro que no ha sido así, yo sólo...

El joven ni siquiera alcanzó a terminar de explicar cuando las escoltas llegaron al rescate de la noble.

Mientras lo arrastraban con violencia hacia el calabozo, y quizá hacia la horca más tarde, no dejaba de lamentarse una cosa.

Ya no podría ver a la hermosa princesa al levantarse y al acostarse. Su belleza le había hipnotizado tanto, que estaba incluso complacido con los Dioses de haberla sostenido al menos una vez en su corta seda.

DESAFÍOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora