. Día 30 .

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TEMA LIBRE.


Siempre ha sido mi temor el olvido. ¿Ahora me ves?

Mírame, voltea dulce niña, ¿o joven?, ahora no sé cómo llamarte, antes eras la princesa Rossie, luego fuiste la señorita Rossie, y después, bueno, después ya no tuvimos tiempo para inventarnos un nombre, para vivir otra clase de aventuras.

Escucho tus pasos venir del baño, el vapor sale del cubículo como si estuviera ardiendo adentro. Te sientas frente al tocador y comienzas a peinar tu larga y obscura cabellera.

Sólo puedo observarte, desde hace años sólo he podido mirarte, extrañando los momentos de antaño cuando yo era tu todo y tú eras el mío.

¿A caso mis lágrimas ya no valen nada para ti?, podría jurar que me escuchas llorar cada noche pero lo ignoras.

Miro mi vestidito de lana polvoriento, llegan mis recuerdos de cómo hiciste que mamá me cosiera una colección completa de vestidos para el baile al que fuimos invitadas por la Reina Caramelo.

Nos divertimos mucho aquella tarde, bailamos hasta cansarnos, y comimos pastelitos hasta no poder más.

Papá llegó y saludó a la Reina Caramelo con cortesía antes de escoltarnos a nuestra comida por la tarde.

¿Ahora que queda de eso? un vestido hecho jirones y una memoria bastante hermosa.

Golpeteas repetitivamente tu delineador, pero a eso no lo olvidas ¿verdad?

¿A caso ese delineador te acompañó a las Islas Desiertas de Pudín Congelado?, ¿a caso te salvó del malvado plan del señor Brócoli y la señora Espinaca?, ¿a caso hicieron pijamadas que duraban hasta la madrugada?, ¿a caso pasearon en la moto-bicicleta más rápida del mundo?, ¿a caso saltaron de la rama del árbol más alto?, ¿a caso secó con su vestidito real las lágrimas que salían de tus ojitos como lo hice yo?, ¿a caso te amará igual de lo que lo hago yo?

Te levantas de tu asiento frustrada mientras miras el poderoso aparato que dice la hora, recuerdo que la villana Manecilla tenía acuerdos con mamá, teníamos que ordenar la habitación antes de que Manecilla avisara que se acababa el tiempo.

Pero ahora no la ves como si fuera nuestra archi-enemiga, sólo la miras con preocupación, ¿qué te tiene tan preocupada?, ¿hay algo en lo que pueda yo ayudarte?

Caminas rápido hacia donde me encuentro. ¡Por fin vieja amiga!, me has olvidado un tiempo largo aquí, pero eso ya no importa, no estoy enojada, podemos volver a ser hermanas, tú y yo, contra el mundo, ¿aún lo recuerdas?

Siento tu empujón y caigo precipitadamente hacia la parte trasera del mueble, tomas un nuevo delineador y regresas corriendo al tocador.

¡NO!, por favor no me dejes aquí, siempre has sabido que les temo a las arañas, y aquí hay demasiadas. ¡POR FAVOR!, si quieres dejaré de quejarme de tu abandono, mi boquita se quedará sellada, pero por favor, sácame de aquí.

Un arácnido se acerca poco a poco hacia mí con sus patas delgadas y sus incontables ojos. ¡AYUDA, POR FAVOR!, seré una buena muñeca de trapo si ya no quieres más una hermana, ni una amiga. Prometo quedarme sentada y sonriente en tu mueble.

Pronto terminas de arreglarte y sales como un rayo de la habitación, me olvidarás aquí, probablemente cuando me encuentres, que quizá no lo hagas nunca, esté cubierta de telarañas y no sea la misma.

Gracias por el amor y la amistad que siempre compartiste conmigo, trataré de recordarlo mientras sufro aquí abajo.

Siempre te cuidaré aunque me encuentre tan lejos de ti, vieja y querida amiga.


DESAFÍOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora