Capítulo II: Amistad

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Galen se sentía raro consigo mismo mientras caminaba hacía su habitación, lo que acababa de hacer era algo muy impropio de él, nunca antes se había acercado a hablar con nadie y ni siquiera se le había cruzado por la cabeza intentarlo. Simplemente había algo en esa chica que le llamaba la atención, le picaba la curiosidad como nunca le había hecho con nadie, y quería descubrir el porqué.

"Enfócate", pensó, sacudiendo su cabeza. "Mañana es un gran día, y tienes que ser el primero en encontrar tu cristal".

Después de ponerse la ropa para dormir y meterse en la cama, empezó a sucumbir al sueño observando la inmensa oscuridad de la noche, siendo consumido así por sus propios pensamientos.

Llegó el día siguiente y el Maestro Plo entró en la habitación de Galen cuando apenas se empezaban a notar los primeros rayos de luz que anunciaban el nuevo día.

—Buenos días, joven Galen, espero que estés preparado para irnos, ya que la nave sale dentro de poco —saludó el Jedi, un poco sorprendido de ver a Galen completamente despierto y guardando unas cosas en una pequeña bolsa que rápidamente cerró tras ver entrar al Maestro.

—Claro, Maestro, estaré listo para cuando usted de la orden —dijo Galen sin siquiera un rastro de sueño en su voz.

—¿Qué guardas ahí, joven Galen? —preguntó el Kel-Dor con cierto tono de curiosidad en sus palabras.

—Nada importante Maestro, son solo piezas para unos prototipos que pienso probar cuando tenga por fin el cristal para mi sable —explicó el niño con seguridad.

—Me parece bien, pero, ¿sabes que la nave que nos llevara a Ilum cuenta con todo el equipamiento necesario para que construyan sus sables? —preguntó el Maestro Plo un poco desconcertado.

—Lo sé Maestro, es solo que he estado estudiando mucho sobre el tema y me gustaría agregar mis propias piezas al sable para darle un toque de personalidad —exclamó Galen con vergüenza, pues era la primera vez que hablaba de sus prototipos en voz alta.

—Me alegra el compromiso que tienes con la tarea de crear un sable de luz, el sable es uno de los compañeros más importantes de un Jedi y te acompañará por el resto de tus días, será siempre tu fiel ayudante si le dedicas la pasión que tú ya muestras— tal vez no se veía por la máscara, pero Plo Koon sonreía mientras decía esto—. Termina lo que tengas que organizar y reúnete con tu grupo en el hangar 12B dentro de una hora, ahí los estaré esperando.

—Si, maestro, eso haré —exclamó Galen mientras veía al Maestro Jedi salir de la habitación y cerrar la puerta.

Una vez que la puerta se cerrara por completo, Galen abrió de nuevo la bolsa para volver a comprobar las piezas que él mismo había creado.

Lo primero que sacó de la bolsa fue un pequeño circulo de metal con una abertura en el centro en forma de linea recta, Galen había diseñado ese aparato para que sirviera de modulador en el sable y le diera una forma mas curveada y aplanada a la hoja, como si fuera una especie de katana.

Tras examinar la pieza un poco volvió a meterla en la bolsa y saco otra de las piezas, esta vez era un pequeño cilindro metálico que Galen ideó para que fuera en la parte baja del sable y funcionaria como una especie de magneto.

Entonces saco una pieza idéntica a la anterior parte y la unió a esta, ambas embonaron perfectamente, revelando asi la intención del niño de no encontrar un cristal, sino dos para poder crear un par de sables gemelos que podrían utilizarse tanto por separado como juntos.

Tras examinar bien estas piezas y volverlas a guardar, comprobó de la misma manera otro círculo de metal idéntico a la primera pieza que había examinado, y tras esto volvió a guardarla.

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