Capítulo III: Voluntad

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—... y así es como se lleva a cabo la proyección de la hoja, recuerden que entre mas ajusten el modulador más consistente sera la proyección del sable —terminó de decir el droide Huyang, después de varias horas explicando a los niños cada una de las partes del sable de luz.

—Bueno, al parecer hemos llegado a Ilum, cúbranse bien pues al parecer está nevando. Tanto el Maestro Yoda como yo los estaremos esperando en la entrada de la cueva, está justo enfrente a la salida de la nave, es imposible perderse —dijo el Maestro Plo a los niños, tras esto se puso una especie de gabardina y salió de la nave acompañado del Gran Maestro de la orden.

"La hora ha llegado, para este momento me he estado preparando, no puedo fallar", dijo Galen para sí mismo mientras se levantaba e iba por sus cosas, un abrigo de color negro y la bolsa donde traía su prototipos, pensaba que llevarlos con él a la cueva le traería suerte en la búsqueda de los cristales.

Una vez con todo listo, respiró profundamente y se dirigió a la salida, pero antes de irse volvió a ver el interior de la nave, todos los demas ya habían salido, solo quedaban el droide de antes y Ahsoka, que al parecer seguía sentada y no se había movido.

—¿Estás bien? —preguntó Galen, volviendo a entrar y acercándose a ella.

—S-sí —la voz de la togruta sonaba muy seca.

—¿Entonces por qué no te preparas? Todos los demás ya estan afuera —cuestionó Galen, confundido por el comportamiento de su compañera.

—Te-tengo miedo, nervios y además odio el frío— se quejó Ahsoka de una manera bastante apenada.

—A mí tampoco me gusta mucho el frío y también estoy muy nervioso, pero no pienso decepcionar al Maestro Yoda ni a nadie. Vamos, Ahsoka, somos Jedi, se supone que no debemos de tenerle miedo a nada —exclamó Galen con la sonrisa que últimamente tanto le ofrecía, cosa que le inspiraba valor y confianza.

—Gra-gracias, Galen. Perdón por ser tan distante, es solo que no suelo hablar con mucha gente además del Maestro Plo —explicó la togruta, devolviéndole la sonrisa por primera vez.

—Hablando del Maestro Koon, ¿Ustedes dos son cercanos, verdad? Veo que siempre estás con él, además de que lo llamas por su primer nombre —le preguntó Galen mientras ella se paraba y se ponia el abrigo.

—Se puede decir que sí, fue él quien me encontró en mi planeta natal, Shili. Me llevó al Templo Jedi y me convirtió en lo que soy ahora, y le estoy muy agradecida por eso —explicó Ahsoka mirando al suelo con una leve sonrisa en la cara.

—Eso es genial, yo no recuerdo mucho de mi pasado. Según lo que me han contado fui un niño que nació en los barrios bajos de Coruscant, donde el Maestro Kento Marek me descubrió y me llevó al Templo, en su honor yo adopté su apellido, puesto que nunca conocí a mis padres —un esbozo de tristeza adornaba la cara de Galen mientras hablaba, haciéndolo recordar lo poco que sabía sobre sí mismo.

—Pero no es momento de pensar en el pasado, ahora tenemos una gran misión por delante y yo no pienso fracasar en ella —dijo Galen mientras se dirigía de nuevo a la salida de la nave, tratando de sacar de su cabeza todos esos pensamientos que lo deprimían— Nos vemos afuera, Ahsoka.

Tras salir de la nave, Galen se reunió con el Maestro Plo y los otros aprendices, Ahsoka llegó corriendo detrás de él.

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