Capítulo 7: Controla tus celos, Ale.

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*Alejandra*



Claro, a ella sí la deja dormir en su habitación... ¡No lo puedo creer! Lo peor de todo es que desde mi habitación se escuchan sus gemidos.

Tomo mi pijama y me meto en el baño, con la esperanza de que cuando salga ya no se escuche a ninguno de los dos.

¿Cómo puede algo cambiar en tan poco tiempo? Saber que dentro de mí llevo un ser vivo hace que mis emociones den más vueltas que un jodido trompo. Esta felicidad no se compara con nada en el mundo. No me importan las circunstancias en las que estoy, porque sé que no me dejaré derrumbar por nadie.

Kyle quiere que sea su juguetito temporal, pues lo seré; pero también gozaré de eso, a mi modo.

Ya basta.
Si no puedo contra ellos me les uniré, y con esto me refiero al refrán, no a que les voy a unir a esos dos y hacer un trío.

*********


Salgo de la ducha y mientras seco mi cuerpo observo los pequeños moretones que lo cubren: son varios, aunque no duelen; los tengo desde pequeña.

Dejo el baño ya con el pijama puesto y dispuesta a dormir. Sinceramente, he estado teniendo más sueño que pereza.

La luz del baño la he apagado, así que la habitación está completamente a oscuras (me ha dado flojera encenderla antes de entrar al baño), pero aun así puedo notar una silueta parada en la esquina de la ventana. Su ancha espalda me deja saber de quién se trata.

-¿Qué haces aquí? -cuestiono malhumorada.

-¿Tú qué crees? - contesta en un tono sarcástico y sin darse la vuelta.

-No creo que vengas a buscar tu oso de peluche para dormir. Tampoco a contarme un cuento -camino con cautela en dirección a él y quedo detrás de su espalda-. Lo único que se me ocurre es que hayas venido a follar...

Mis dedos hacen pequeñas caricias sobre su espalda, a las que él responde finalmente volviéndose hacia mí. Sus manos se posan en mis caderas de una forma delicada.

-Eres tan chistosa, Ale. Pero muy inteligente.

Sus manos viajan hacia mi espalda. Copiando mis gestos, da caricias con sus dedos, provocando que mi piel se ponga de gallina.

-Oh, gracias. ¿Pero acaso no has quedado satisfecho con lo que tu prometida te ha dado? -pregunto con sorna, y meto mis manos por debajo de su camisa para tocar sus perfectos pectorales.

-La pobre no aguanta lo suficiente como para una segunda ronda -quita el cabello que cae sobre mi cuello y deja un beso en esa misma zona-. Pero creo que tú podrías ayudarme con eso.

Antes de darme cuenta lo tengo devorando mis labios, que yo misma acabo de morder al oír esas palabras salir de su boca. Sus besos son cambiantes, suben y bajan a través de mi cuello, sus manos abandonan mis caderas y ascienden hacia mis pechos.

-Lamento decirte que no me siento bien, Kyle... Tendrás que ir a despertar de nuevo a tu prometida para conseguir esa segunda ronda -beso sus labios y me separo de él.

La falta de aire en mis pulmones a causa de lo ocurrido entre nosotros durante los últimos segundos hace que mi respiración sea entrecortada; pero no puedo dejar que él juegue conmigo a su antojo cuantas veces quiera.

Voy hasta la cama y me siento en la orilla a esperar a que se marche. Al menos ahora sé que no puede cambiarme tan fácil...

-¿Sabes qué? Tienes razón. Terminaré lo que empecé con ella; tengo que acostumbrarme a la idea de que será mi esposa. A ti te buscaré sólo cuando esté muy desesperado. O cuando ella no se encuentre bien. Además, con vientre abultado dudo mucho...

-Oh no olvides cariño. No trates de arreglar las palabras a tu conveniencia te recuerdo que dos meses atrás dijiste que un embarazo no es impedimento para el sexo, así que no me harás sentir mal. Se lo buena que estoy y no me hace falta que tú me lo digas.

Sonríe burlonamente y va hasta la puerta. Antes de salir le oigo decir algo más.

-Controla tus celos, Ale.

Y sin más, abandona la habitación.

Mi corazón se retuerce de dolor. Me odio. Soy una idiota por dejar que sus palabras me dañen. Y pensar que hasta hace un rato atrás estaba decidida a no dejar que me derrumbaran... Entonces llega él y hace que todo caiga sobre mí, como siempre.

Me acuesto en la cama y dejo salir las lágrimas, dejo que mi mente viaje a otro lugar donde sólo existo yo. Y así pasan las horas, hasta que caigo rendida en los brazos de Morfeo.

Al día siguiente no me levanto de la cama, dado que los mareos y náuseas me han abrumado por completo. Amara preocupada intento llamar a la doctora, sin embargo no se lo permití, dado que en la consulta ella me había informado acerca de estos síntomas y que quizás en mí serían más notorios por ser primeriza.

Durante ese tiempo en cama intenté pensar algún plan para sacar provecho a mi estatus en esta casa que muy pronto sería reemplazado. Sería tan feliz si dejara de ser el capricho de ese maldito loco, desgraciadamente la vida jamás ha estado de mi parte.

Quizás si le permito hacer lo que quiera conmigo a cambio de cosas funcione, dejarme ir no es una de ellas. Pero si estudiar, tener más libertad aunque sea vigilada por sus hombres... Ay, es tan difícil pensar cuando tienes un arroz con mango en tu cabeza y corazón.

Ese hombre jamás cambiará, pero hay que intentar aflojar algo de su conciencia, porque si debe tenerla, muy corrompida pero la tiene. Además para estas personas un primogénito es importante y más cuando el negocio viene de familia, quizás no sea la esposa ni nada parecido, pero desde que él no hizo amago que el embarazo se interrumpiera fue por algo.

Obviamente si es niña todo esto queda descartado, pero para eso estaré yo. Este embarazo será la suerte que estaba esperando, puede que se escuche egoísta, sin embargo después en todo lo que se ha convertido mi vida esto es lo más importante ahora.

Multimedia: Alejandra/Kyle

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