Alejandra.
Tarde o temprano iba a sacar sus garras de perra, sólo había estado esperando el momento indicado para hacerlo.
La muy hija de puta dañó mi deliciosa cena con sus malditas palabras, y el puto de Kyle no dijo nada, sólo observo en silencio; un silencio sofocante.
Sus palabras no me dolieron en absoluto, dado que, Kyle me había recordado anteriormente que sólo soy un puto juguete para él, aunque me gusta comprobar que ejerzo cierto control sobre él, que no sabe ocultar muy bien esos sentimientos que pensé que estaban muertos.
Después de venir a la cocina en busca de Amara (a quien no encuentro), salgo un rato al jardín que gracias a mí y a uno de los jardineros, está muy bien cuidado. ¿Qué más se puede hacer aquí? La jardinería es mi manera de matar el estrés y la soledad que me embarga de vez en cuando, aunque pronto ya no estaré sola: tendré una personita que sé que va a ayudarme a olvidar mi pasado, aunque una parte de este vaya a seguir en mi presente.
Las estrellas en el cielo son como granos de arroz, se ven increíblemente hermosas allí arriba, libres y a salvo de los humanos.
Había estado tan decidida a convencer a Kyle de que me dejara ir con Amara a Italia, que terminé dejándome llevar por mis jodidos impulsos y por los deseos de sentir sus labios sobre los míos, sus caricias en mi piel... Estoy tan malditamente jodida por mis sentimientos que ni siquiera dejé que sus palabras me dañaran; por el contrario, quise sentir un poco más de él. ¿Qué más da, realmente? La vida es una sola, tarde o temprano todo acabará, y él tendrá que dejarme ir.
—Es muy tarde como para que andes por aquí afuera.
Su voz me toma por sorpresa pero no amago a voltear.
—¿Ahora tampoco puedo salir al jardín? —pregunto con sarcasmo— Estaba muy tranquila y de repente vienes tú y me arruinas el momento. ¿Qué quieres?
Puede que parezca extraño, pero en este momento no quiero tenerlo cerca.
—No he dicho que no podías salir al jardín ni nada parecido. Y lamento haber arruinado tu tranquilidad, pero esta es mi casa y puedo merodear por donde me plazca, Alejandra.
Toma asiento en la orilla de la piscina, de espaldas a mí. Mierda... Hasta la espalda de este enfermo me parece extremadamente bella; ¿serán las hormonas?
—No me interesan tus palabras: puedes meterlas en algún lugar de tu cuerpo donde te quepan. Descuida, no planeo adueñarme de tu casa -hago una mueca cuando siento el estómago súbitamente revuelto.
—Ok. Estás un poco alterada sin razón aparente. Ni hablar de tu rostro, que parece papel.
Estoy a punto de darle un sermón de palabras cuando siento a la bilis subir por mi garganta. Corro en dirección a la casa pero no logro llegar y comienzo vomitar en el césped, sobre el cual quedan los restos de mi cena.
—¡Oh, qué asco!
Kyle llega hasta mi lado. Su cara parece la de un niño que acaba de probar limón por primera vez. ¿Así que le dice "qué asco" al vómito pero no a matar y embarrar sus manos de sangre?
—Mal-... —no consigo terminar de hablar; otra arcada llega y no hago más que vomitar por dos minutos—. Estoy mareada, Kyle...
Me alejo un poco del lugar donde está mi desastre y con las pocas fuerzas que tengo me dejo caer sobre el césped, sintiendo que caeré dormida.
Kyle se acerca con la misma cara de hace unos minutos atrás y me levanta en sus brazos. Si no me sintiera tan mal, lo mandaría a la mierda.
Entramos a la casa y me lleva hasta la habitación, logrando abrir la puerta no sin cierta dificultad.
—Espera aquí —dice, como si me viera capaz de levantarme y marcharme sintiéndome como me siento. Abre la puerta del baño y de ahí ya no sé qué pasa. Mi vista es borrosa y me duele mucho la cabeza—. No te duermas...
Me carga de nuevo y se dirige hacia el baño. Me sienta en la tapa del retrete mientras abre la ducha.
—Maldito... todo esto es culpa tuya... Te odio, Kyle, eres un enfermo. Te odio. Te odio...
Comienzo a llorar desconsoladamente deseando que se vaya y me deje sola, pero él ni se inmuta, y me quita el camisón dejándome sólo en bragas antes de hacer lo mismo con su camisa.
Toma mis brazos y me ayuda a levantarme. Mi cuerpo hace contacto con el agua tibia y yo me limito a permanecer estática. ¿Por qué mierda está haciendo esto, si yo puedo hacerlo por mi cuenta?
Kyle lava mi cabello y enjabona mi cuerpo con delicadeza, dejándome en total confusión de nuevo gracias a su comportamiento. El agua ayuda a que mi cabeza despierte de esa penumbra en la cual me encuentro e intentó hablar.
—¿Por qué estás haciendo esto? -pregunto.
—Créeme, ni yo mismo lo sé... —contesta él como si nada, y sigue lavando mi cabello.
—Kyle, si no me quieres, si sólo soy tu capricho... ¿Por qué no me dejas ir? No le diré nada a nadie, comenzaré de nuevo...
—Estás esperando un hijo mío —me interrumpe—. Ni creas que te dejaré ir así como si nada.
Su voz es brusca, como casi siempre, lo cual no me sorprende.
—A ti eso no te interesa. Es más, hasta me golpeaste cuando te lo dije.
Él toma una toalla y me la extiende. La tomo sin mirarlo, me envuelvo con ella y me quito las bragas, que aún llevaba puestas. Salgo del baño dejándolo solo y busco rápido otro de los camisones que uso para dormir, unas bragas limpias, y me coloco todo rápido antes de ir a meterme a la cama. Aunque ya no me siento tan cansada todavía me duele la cabeza, así que cierro mis ojos por unos segundos.
—Alejandra, nunca te dejaré ir. Acepta eso de una maldita vez; y no hables sin saber —lleva una toalla enrollada en sus caderas, su cabello está completamente mojado y su torso cubierto por pequeñas gotas de agua que bajan por su abdomen—. Voy a prepararte un té para aplacar el malestar en el estómago.
No respondo, permanezco con los ojos cerrados. Escucho cómo la puerta es abierta y luego cerrada.
Después de varios minutos en los que el cansancio me gana, siento que el colchón se hunde y abro los ojos para encontrar a Kyle sentado a un lado de la cama, sosteniendo en sus manos una taza que imagino que es el té que dijo que prepararía.
—Bébelo todo de un solo sorbo —dice, tendiéndome la taza. Miro con curiosidad lo que hay dentro de ella, la llevo hacia mis labios y como está tibio le hago caso y lo tomo todo de un solo trago.
Una mueca distorsiona mi rostro cuando el líquido baja por mi garganta.
—Ya te puedes ir.
Me acuesto de nuevo, mirando a cualquier lugar que no sea su rostro.
—Hoy dormiré contigo.
Deja la taza en la mesa de noche, apaga la luz y quita las mantas del lado libre para acostarse junto a mí. Yo sólo bufo, dándole la espalda. Cuando voy a cerrar mis ojos en busca de calma, siento que sus brazos rodean mi cintura buscando apegarme a su cuerpo caliente. Elijo no decir nada y cierro mis ojos, pero al instante se me viene a la cabeza un estúpido pensamiento que desechó rápidamente, aunque antes le digo a Kyle algo que para mí es muy importante.
—Kyle, te voy a pedir una cosa. Por favor... no le digas a tu madre, ni a Valeria, sobre el embarazo.
La razón de mi pedido es que conozco perfectamente a su madre y sé que esa mujer sería capaz de cualquier cosa con tal de que su hijo no se ate más a mí.
—Como quieras... —le oigo decir— Duérmete ya.
Su irritación me hace querer golpearlo, pero justo en ese momento el sueño me gana.
¿Alguien con ganas de caerle a Kyle? no en gestos de cariño.
Gracias por leer.
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La Obsesión De Kyle
Ficción GeneralÉl, a ella secuestró. Y con ella se encaprichó. Más no dejó que su inocencia engatusará su corazón. Tarde reaccionó que eso cambió. Ahora se arrepiente del dolor que le causó. En ella, creció un odio el cual no duró. Por una extraña razón su corazón...