Me Elevas

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Dentro de labios mojados, caricias extensas y murmullos pequeños se separa la realidad de lo ficticio, Me Elevas. Sin nada que perder te sueño de día y noche, el cansancio no consume las horas de insomnio que el cuerpo establece y la mente solo palpita memorias de la última vez que te tuve, entre tus piernas...

Guerrilla, dejame saciar cada esquina de tu piel, contemplar de poco a poco tu color satisfactorio, esa dicha que me da el complacer cada deseo que tu boca expira, ser ese templo y que prediques y alabes mi nombre a toda voz, podría ser tu dios en momentos de lujuría solo para que te aferres a
mí y no temas al momento de tener los cuerpos pegados uno al otro, dejame entrar.

Ahí, estas mirandome, chocamos piel con piel. Divino calvario este y el que se vivirá dentro de tus piernas, que el roce de nuestra piel sea el juez y no haya divina misericordia; de tu cuerpo soy esclavo. Adicto soy, adicto a tí.

Cerrar nuestros ojos.
Abrirlos de la mano.
Que estemos juntos.

Se siente la duda, un mar profundo, tu sonrisa mi único salvavidas. Aún nadie ha tenido el privilegio de lo perfecto que es pasear de la mano cualquier día, sin necesidad de planear cada detalle y dejar que todo fluya.

Tranquilidad solo a instantes si no estas, calma y aire, instantes que se vuelven eternos, dan vida; instantes de tí, nuestros.

Y entonces, cuando el vacío se refleja en tí y nadie te llena, cuando ya no crees en nada ni nadie es que llega alguien y tu vida la convierte en poesía. Fríamente recuerdo que alguna vez nos miramos, nuestros ojos se encontraron y mis ojos se volvieron color, haciendo arte de la manera en que irradias belleza.

Solo sé que es un privilegio que estes ahí para mí, el derecho de ir más allá de tu piel; privilegio de unir corazones, necesitar un alma como la tuya, hermosa.

Respiras a mi lado y tus manos dejan marcas de lo que fue una dulce batalla, te vuelvo a besar, despacio y estos labios comienzan a fundirse sobre los tuyos.

Sabor a miel, rica dulzura, amada mía; con pizca de canela y una cucharada de vainilla, tan bella y con cautela te esfumas, bocanada en mi boca con una sensual postura, deja que mi amor te siga adornando.

Vértigo produce cada pausa que tomo de descanzo al besar, solo para sentir la suavidad de tu boca con la mía. Me acerco a tu alma solo para invitarla a pasear, se nos hará fácil el escape si el mundo en tus ojos está, que placer este.

Te conozco poco a poco, a mil, te extraño porque quiero esto tanto; tu piel me transporta a valles que solo tus caderas me podría bendecir con agua. Un encuentro sin razones, que me han llevado a quererte, desearte y pintarte, sobre cielos de perdón, amor y paz. Con una mirada maliciosa causarías indesición de hablarte o hacer lo imposible por conversar.

Mi boca silenciosa, muda al escuchar tu dulce voz se deja hechizar; entre la razón y la locura nado en ríos de rebeldía, mares profundos de amor y entre tanto sentimiento despierto de la realidad postrado de rodillas del todo feliz, todo causado por tu humilde presencia. Me llenas. ¡Ay dulzura, Me Elevas!.

Poemas para el AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora