Una dolorosa verdad

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La noche había sido maravillosa. Benjamin la recordó cuadro por cuadro mientras miraba la nieve caer desde su ventana. Aún podía saborear los dulces besos de Deborah, los que se habían dado en la oscuridad del refugio que ella había buscado y luego en el portal de la torre en la que ella vivía.

Que dulce era esa mujer. Toda ella era dulce; la forma en la que buscaba que la mirara, la forma en la que buscaba una caricia o un abrazo y ahora sus besos. Jamás nadie había sido tan dulce besándolo, ninguna mujer a la que había besado había respondido con tanta dulzura y pasión contenida a un beso y jamás una mujer le había pedido que simplemente la abrazara, no sin subir un escalón más a eso que los mortales llamaban sexo.

Entretanto una sonriente Deborah cerraba la tapa de su computadora y se bebía un trago de café al mismo tiempo que tomaba el celular y escribía un mensaje a quien le había regalado una maravillosa noche.

Buenos días. Imagino que ya estás despierto.

Benjamin miró el celular y sonrió a la vez que tecleaba. En realidad poco era lo que había podido dormir a la noche recordando la dulzura de sus besos.

Zzz ... Estoy mirando la nevada y... pensando en anoche. Me visitó un hada y me regaló un beso.

Debie sonrió al leer el mensaje y sin querer, pero necesitándolo, se toco los labios con suavidad. Aun podía sentir como esa electricidad la recorría desde la puntitas de los dedos de los pies hasta las raices del cuero cabelludo.

Pues espero que esa hada te haya besado bien.

Benjamin negó con la cabeza ¿Cómo podía describir tales besos? Aquellas dulces caricias habían arrollado con todo lo que él sabía sobre los besos. No había palabras que pudiera describirlo. Jamás las encontraría.

No hay palabras para describir el beso que esa hada me regaló, parecía que jamás iba a terminar y por eso me aferré a ella para que no me soltara y siguiera suspirando en mis labios que quería más.

Deborah no pudo evitar sonrojarse ¿Suspirando en sus labios que quería más? ¿De verdad había hecho eso? ¿De verdad había rogado por más aun cuando esos besos podrían haberla condenado?

Mientes.

No.

Si.

¿Qué ganaría mintiéndote si la verdad es más deslumbrante que la mentira?

El ladrido de When la distrajo y pudo ver que había algo en la ventana, parecía ser una paloma que se estaba cobijando de la intensa nevada, entonces optó por correr la cortina así los ladridos intensos de la perrita no espantaban al animal que solo buscaba calor y cobijo.

¿Te veré hoy?

¿Qué te gustaría hacer, Deb?...

Tengo que ir a la embajada a buscar unos papeles originales sobre unos cursos que supe hacer cuando estaba en la universidad. Están en la que era mi habitación. Después tengo toda la tarde libre.

¿Quieres que Paul te acompañe a la embajada?...

¿Qué haría Paul allí?...

Protegerte.

No te preocupes Ben, estaré más que bien, pero si quieres, y no te hace falta, envíame a Paul estaré lista a las tres.

Adorando ese nuevo apodo que Benjamin tenía, le sonrió a la pantalla del celular y miró su muñeca con una mueca al ver que no tenía reloj «Eres un tarado Benjamin Hurtman-guión-Ben. Deja de mirarte la muñeca ¡No ves que no hay reloj!... necesito un reloj».

Hermanos Hurtman #1 "Pecado de seducción".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora