Corramos

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Por siempre tú. Christina Aguilera

Mateo Hurtman entró a la cocina de la casa del señor Keegan y vio a Thalía Keegan servir comida de perros en un recipiente, la chica le sonrió con timidez y se agachó para dejar la comida en el suelo y que When, la mascota de su cuñada, se alimentara.

—¿Te gustan los animales? —preguntó el veterinario.

Ella asintió.

—Pero nunca has tenido uno.

Ella negó con la cabeza.

—Me extraña que Keegan no te deje tener algún bicho, parece adorarte, hasta su esposa se siente amenazada contigo aquí, en la casa.

Thali lo miró con los ojos abiertos como platos y caminó rápido hasta la salida al jardín, pero Theo la frenó con una fuerte agarrada en el brazo, ella lo miró con dolor.

—¿Qué pasa? ¿Te comió la lengua el gato o simplemente no soportas la verdad?

La chica hizo fuerza, pero la puerta de un auto en el exterior hizo que el agente del FBI la soltara con brusquedad, la joven se acarició la zona mientras los labios le temblaban.

—No te queda el papel de víctima. Y... ¿sabes una cosa? La mujer que trabaja para Mikail Kofman está cerca y yo mismo la voy a atrapar, cueste lo que cueste ese maldita pedófila se va a arrepentir.

Sin decir más y al mismo tiempo que Sofía entraba a la cocina Mateo salía de ella.

—¿Qué le dijiste? —preguntó Sofía, pero Thali abandonó tan rápido como pudo el recinto.

Benjamin se giró a los pies de la escalera cuando un murmullo de tafetán y seda le anunció que Debie estaba lista.

En el trascurso que habían llegado los vestidos para ella y Deb se había ido a preparar para la cena Benjamín había subido las luces y había bajado las cortinas, de modo que toda la vista había sido cubierta y había creado otro ambiente en la habitación para que cuando Debie bajara estuviera lista la primera sorpresa de la noche.

Debie llegó a los pies de la escalera y Benjamin le tomó la mano para besársela. Le besó primero el dorso y luego la palma. Entrelazaron los dedos y caminaron hacia la ventana ahora oculta por las cortinas con una venda de terciopelo en las manos.

—Esta es la primera sorpresa de la noche. Para eso tienes que vendarte los ojos... sin trampa.

—Okey —asintió ella y se dejó vendar los ojos—. Con cuidado que tengo pestañas postizas.

Benjamin fue delicado al vendarle los ojos y lego bajó la luz con el control remoto en tenía en las manos, luego tiró del cordón de las cortinas y las abrió dejando ente Debie un espectáculo luminoso que jamás habría creído posible, sonrió satisfecho, le encantaría verlo.

—Voy a quitarte la venda —le dijo mientras —le desataba el nudo.

Debie se quedó muda ante lo que vio, ante ella estaba el espectáculo de luces más increíble que había visto en su vida. A fondo el Cesar Palace los deleitaba con su espectáculo de luces y aguas danzantes, pero lo que más le sorprendió fueron las letras que se dibujaron en las paredes del majestuoso hotel.

D E B I E  ¿ Q U I E R E S...

Pero el mensaje terminó ahí, Benjamin se paró frente a ella que lo miró con una expresión tan ilusionada que le erizó la piel.

—Para saber que dice el resto del mensaje deberás ir a cenar conmigo y soportarme durante toda la noche...

Ella sonrió.

—Sera un placer.

Bajaron al restaurante del hotel y cuando entraron de fono comenzó a sonar la canción Por siempre tu de Christina Aguilera y Debie se estremeció, si le preguntaran que canción describía mejor su vida, la canción sería esa y mirando a Benjamin, de pronto y en silencio, le cantó «Lo que soy es por ti sin dudar»

—Me encanta esa canción —dijo ella.

—¿Bailemos? —le preguntó él, ella asintió y se vio rodeada por sus fuertes brazos que tantas veces la habían acurrucado, protegido, acariciado—. Mi luz, mi cielo azul —le susurró él mientras le acariciaba la barbilla .con los labios.

Ella cerró los ojos y al compás de la música siguió los pasos que marcaba Benjamin, entregándose por completo a él, porque con él no había heridas, no había recuerdos, no había nada, solo paz, solo amor. Con él ella era Deborah y solo Deborah, si siquiera necesitaba su identidad si estaba en sus brazos.

—Quiero que recuerdes esta noche por el resto de tu vida —le dijo al oído y con la voz algo temblorosa—. Quiero que esto quede en tu memoria y la transmitas en las historias que le contarás a nuestros hijos y a nuestros nietos...

Ella lo miró ¿Hijos? ¿Hijos con Benjamin? De ojos azules como el cielo de verano, de sonrisa pura, protectores con quienes amaran, cariñosos... amados y deseados. Si. Eso serían sus hijos, serían amados y deseados, porque ella los amaría y los protegería y nadie les podría hacer daño, nunca.

—¿Si?

—Si —dijo el acariciándole la nariz con la de él— unos niños que juntos crearemos y protegeremos. Los llenaremos de amor, de esperanza. Tener hijos junto a ti sería lo más maravilloso del mundo... con tus ojitos... —suspiró al besarla—. Nadie es mejor que tu para enseñar que es el amor.

Cuando terminó la canción le siguieron otras más románticas, ellos se sentaron y pidieron la cena, frente a la mesa de ellos se había armado un escenario que anunciaba el espectáculo de una pareja de bailarines de ballet ruso. Cenaron hablando de cosas que nada tenían que ver con lo que había sucedido en la pista de baile, pero Benjamin no dejaba de acariciarla con dulzura y robarle sonrisas. Las luces de pronto, se suavizaron y los bailarines salieron a escena.

Representaron una historia de amor, un amor triste, un amor en donde la bailarina, sufría, pero al final, terminó en los brazos del bailarín, rodeada y protegida, como en una promesa. Cuando se dio cuenta tenía los ojos llenos de lágrimas y mientras que todos los comensales aplaudían la bailarina se inclino para saludarlos y después tomó un ramo de jazmines, rosas blancas y algunos tulipanes y se bajó del escenario para entregárselos a Debie, esta se puso de pie para adelantarse a la mesa y recibirlos cuando vio en la pantalla que se proyectaban algunas letras desordenadas, pero que de pronto se ordenaron terminando una frase.

... C A S A R T E   C O N M I G O ?

Debie se llevó la mano izquierda a la boca y cuando se giró Benjamin estaba arrodillado sobre su rodilla derecha con las manos en un estuche de terciopelo negro que contenían tres anillos...

—¿Qué dices, mi amor? ¿Quieres casarte conmigo... ahora mismo?

Todo había quedado en silencio, Benjamin estaba con los ojos llenos de ilusiones y ella estaba con el corazón lleno de sueños. Él lo había sido todo para ella cuando más lo necesitaba, había estado a su lado, aún cuando pensó que iba a morir... ¿Cómo le iba a decir que no cuando él había demostrado que su amor por ella era real?

«Lo que soy es por ti sin dudar» volvió a cantar en silencio.

—Acepto —dijo con los ojos llenos de lágrimas.

Benjamin se puso de pie y le colocó un anillo hecho en oro blanco y un pequeño diamante rosado, dejando en el estuche dos anillos más, dos alianzas hechas en platino.

—Muy bien, mi amor —dijo besando la mano izquierda—. Corramos.

Hermanos Hurtman #1 "Pecado de seducción".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora