MATEO HURTMAN

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Keegan se apoyó en el escritorio y le extendió el contrato de trabajo cuidadosamente elaborado. El veterinario lo miró con una ceja enarcada, sin saber que esperar.

—¿Qué es esto? —preguntó tomándolo en sus manos—. Pensé que ya tenías veterinario, Keegan... veo que no.

—Sabes muy bien que no te busco como médico veterinario, Hurtman. Pero si viene al caso necesito que vigiles a mis médicos y a los empleados de la nave.

—Pensé que de eso se encargaba tu sobrina —dijo con sorna al recordar a la muchacha—. ¿Se arrepintió?

—¡No quiero que nadie se acerque a mi sobrina! —dijo Keegan con voz más amenazante de lo que le habría gustado. Era verdad cuando decía que no quería que nadie se le acercar a la joven—. El tipo que estaba en aquel monasterio ha escapado de la cárcel y necesito tener todo vigilado. Me han informado que está cerca, aunque sin domicilio fijo.

—A mi me han dicho lo mismo, Keegan y sinceramente estoy preocupado ¿Tienes miedo que se acerque a tu esposa?

—Tengo miedo de que se acerque y punto —sentenció—. No hay nada más que hablar.

Theo lo miró y dejó el contrato en el escritorio y se apoyó en el respaldo del elegante sillón de cuero. Keegan seguía de espaldas a la ventana esperando una respuesta.

—¿Y?

—No lo sé Keegan. Me ofreces un buen trabajo, pero hay cosas que no me cierran. Por ejemplo... tus contactos ¿Por qué no me quieres decir quién eres, o por lo menos que cargo ocupas? Se guardar secretos soy del FBI.

—No puedo develar nada, Hurtman —dijo sacando una copia del contrato y un resaltador de color amarillo—. Responde.

—¿Fuerzas especiales? ¿Seal? —Keegan lo miró cortante— Muy bien acepto quedarme en la casita de los vaqueros, no tengo problemas con eso, pero no acepto pasar las fiestas aquí, tengo familia y mamá me cortará la cabeza ya estuve lejos mucho tiempo.

—Puedo aceptar eso. Yo también tengo una mamá —dijo con una sonrisa llena de melancolía.

—Los días festivos trabajo para los rodeos y no puedo quedarme a cargo del equipo, tengo un contrato firmado antes que este.

Keegan resaltó esa parte del contrato.

—¿Algo más? —preguntó

—Háblame de Thali, tu sobrina. Quiero saber más de ella.

—Aléjate de Thalía, Hurtman. No hay más que hablar.

Hermanos Hurtman #1 "Pecado de seducción".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora