Hoy es el primer día

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Cuando Benjamin se giró vio a Debie acurrucada sobre la cama, su piel estaba siendo iluminada por el sol invernal y sus labios parecían dos pétalos rosados. Con la mano le corrió el pelo de la cara dejándole al descubierto una piel rosada, de aspecto sano. Ella suspiró y en sueños le regaló una sonrisa. Delicadamente, Benjamin le besó el rostro. Repartió besos por las mejillas, por los ojos y finalmente le beso los labios, hasta que ella despertó y correspondió al beso.

—Buenos días —susurró él.

—Buenos días —dijo ella—. Nunca nadie me había despertado así.

—Ah ¿no? Pues que pérdida de tiempo —dijo dándole un beso—. Porque verte dormir tendría que ser un deporte olímpico.

Ella sonrió.

—Vamos a desayunar que es tarde y hay muchas cosas que quiero que vas hoy. Nuestro maravilloso rancho te espera.

Debie se desperezó y se levantó. Se puso unos jeans, unas botas planas con piel de cordero una polera y un suéter con dibujos de renos. Al cabello se lo dejó suelto y se maquilló un poco, cuando bajó, Benjamin estaba poniendo la mesa en la cocina, sobre una encimera de madera oscura.

La puerta de la cocina se abrió y un hombre vestido de traje negro tan alto como Benjamin con cabello algo largo, hasta la mitad de su cuello y un sombrero de vaquero color crema, entró a la casa con una gran sonrisa, sus ojos eran azul cielo brillante y traía un ramo de flores en la mano.

—Buenos días —saludó con una sonrisa en unos perfilados labios.

—¡Hermano! —dijo Benjamin y le dio un fuerte abrazo, Debie se sintió avergonzada al ver la ternura en el abrazo de ambos hermanos—. Bienvenido a casa.

—He oído que has traído a una mujer a casa —Benjamin puso los ojos en blanco— por fin...

—Debie, él es mi hermanito Mateo Hurtman.

—Hola —saludó ella, tímida—. Dime Deb...

Mateo le extendió el ramo de flores a Debie que lo aceptó con las mejillas sonrojadas. Él le sonrió con cariño y pudo ver porque esa linda chica había enamorado a su hermano.

—¡Qué bonita es Benjamin!

—Sí y es mía —dijo él, con los dientes apretados—. Cuéntame ¿Por qué te has puesto tan guapo hoy? —preguntó con una sonrisa.

—Firmé un contrato para trabajar en la nave ganadera de Keegan. Así de paso, vigilo nuestras vacas —mintió, como era una costumbre debido a su profesión—. Negocio redondo.

—Pensé que los rodeos no te dejaban el tiempo suficiente —dijo extendiéndole una taza de café humeante.

—Llegamos a un acuerdo —dijo dándole un sorbo, deleitado por el café que hacía su hermano—. Pero me gustaría hacer una cena para ti, linda.

—Me encantaría —dijo ella con una sonrisa llena de entusiasmo.

—¿Cuándo puedes Benjamin? —preguntó Mateo—. Aunque no es necesaria tú presencia.

—Me estoy tomando unas vacaciones. Pero por poco tiempo —dijo riendo.

—Ah ¿sí? ¿Y qué es eso tan importante que tienes que hacer? —preguntó terminando el café—. Digo... se viene Navidad y nos reuniremos todos en casa de mamá.

—Eh yo —dijo Debie.

—Viajaremos —interrumpió Benjamin— Tenemos un viaje muy importante que hacer. Es impostergable.

—Muy bien —luego se acercó a su hermano—. Espero que ese viaje venga con anillo —le susurró al oído en un tono divertido—. Porque si no...

—Vete a trabajar —lo empujó su hermano con una sonrisa—. Se te hace tarde y no puedes llegar tarde el primer día de trabajo ¿Qué va a decir Keegan de ti?

Hermanos Hurtman #1 "Pecado de seducción".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora