Algunas palabras duelen, otras liberan

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Eloise Marshall llegó a la mesa de entrada y pidió que le dijeran a donde se encontraba la señorita Deborah Phillips... o Hurtman. La amable joven le dijo que Deborah Phillips se encontraba en la habitación 599 del séptimo piso. Eloise subió por el ascensor y encontró la habitación, un medico salió anotando cosas en una libreta y la miró con una sonrisa gentil.

—¿Es amiga de la señorita Debie? Se encuentra mucho mejor a comparación de cuando llegó. Por suerte, el caso no llegó a extremo aunque ella estaba sin signos vitales y pronto se irá a casa a disfrutar de la nueva vida que ahora tiene.

—¿Puedo... puedo pasar? —preguntó Eloise, tímida mientras sentía que se sonrojaba.

—Si... pase, pase... seguro que se alegrara de verla, solo viene a verla su novio... creo que sus papás han muerto o algo así...

Eloise abrió la puerta y vio que la joven estaba mirando a la nada y sonrió al oír el crujir de las bisagras de la puerta.

—Oh amor, has regresado muy rápido ¿Tenías los pasajes reservados o qué? —dijo con voz alegre, pero palideció al ver que era Eloise quien se quedaba al lado de la cama— ¿Qué quieres? —preguntó— ¿vas a comentar lo patética que me veo en esta cama? Naaa vas a llamar a la embajada para comentar si puedes contar que la novia de Benjamin Hurtman tiene heridas... seguro que a Mili le hará mal ver cómo me quedo la cara y llamarás para consultar si ella puede saber cómo está su hermana.

—¡No! te estás equivocando —exclamó desesperada.

—¿Me estoy equivocando...?

—¡Si!

—¿Qué querías? ¿Para qué llamaste a la embajada? ¿Por qué te metiste entre nosotros?

—Benjamin es mi amigo y yo...

—¿Amas a Benjamin? —preguntó con los dientes apretados pensando con celos de que ella pudiera quererlo.

—No... —respondió la otra sin dudar.

—Entonces déjalo que ame a otras, él se dará cuenta porque lo aman y si no te vas, te arrepentirás de lo que puedo hacer. Tengo mucha información del caso Austin-Ritman en mis manos y las confesiones de Todd y tus hermanas.

—No serías capas de... —susurró con la voz temblorosa imaginando nuevamente la pesadilla de los años anteriores multiplicada por mucho más.

—No me conoces. Nadie sabe que tuviste cáncer, Eloise, pero yo soy amiga del dueño del Post de Texas, casualmente hermano de un medico de allá... son de apellido Months... tengo información que sería oro en las manos de medios amarillistas.

Eloise tragó saliva, temerosa. Mirando a la joven a los ojos sabía que podía hacer eso y mucho más.

—Vete de aquí, porque una llamada mía al Poise o Sparkle... o ¿Por qué no al New York Times? Y tu casita de muñecas y cuentito de hadas estará arruinado. Me gustaría saber que opina tu madre y tu padre sobre que sus nombres estén involucrados en todo esto. Además tengo muy buena imaginación, muchas veces pensé en escribir un libro. Imagina toda la historia que publicaré, hay muchos secretos sórdidos sobre la dudosa herencia de los viñedos de Napa.

—Yo lo único que quería decirte es que lo siento. Que siento... todo lo que pasó hace unos días... que no fue mi intención que acabaras aquí, en la cama del hospital, pero no... no.

—¿Sabes qué? —dijo Debie con crueldad— en el cementerio privado... tu sabes cual —dijo guiñándole un ojo, recordando que en ese mismo lugar estaba enterrada su media hermana que hacía meses había fallecido de cáncer— en la parcela sur, está enterrada una bebé llamada Alma Phillips, llévale flores y dile «casi hago que tu mamá se reencuentre contigo, pero Benjamin Hurtman no me dejó».

Hermanos Hurtman #1 "Pecado de seducción".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora