Los aullidos se hicieron presentes.
Gemidos se escuchaban por todos lados y sinceramente, eso me incomodaba.
-Erika, cámbiate, ponte algo decente. -gruño Sean.
-¡Necesitamos irnos rápido! -dijo mi papa, enfadado.
-¡Ella necesita cambiarse o de lo contrario, ellos la desearan mas! -volvió a gruñir.
-Vamos bebe, cámbiate. -murmuro Diego dándome un pijama de un pantalón y una blusa de manga larga.
Corrí hacia el baño y me cambie lo mas rápido posible para después salir de este y guardar el vestido en mi mochila.
No tuve tiempo de ponerme algo en los pies así que me tuve que ir descalza. No me gustaba la idea en absoluto pero no quedaba tiempo para escoger lo mas decente.
-Es hora de irnos. -vocifero Sean agarrando las maletas.
-Vamos Erika -Diego tomo mi mano y salimos de la habitacion.
Mi papa salio al ultimo porque quería vigilarme de que Diego me hiciera algo. Patético.
Salimos del hotel siendo precavidos. Nos encontramos a una pareja de hombres lobo desnudos en la arena y rapidamente Diego me tapo los ojos.
Llegamos al carro que nos llevaría al aeropuerto y de ahi a nuestra manda.
Nos subimos rapidamente. Sean iba a manejar mi papa de iba de copiloto y Diego y yo íbamos atrás.
Sean arranco bruscamente y sin esperar mas, salimos de la playa.
***
Una vez que llegamos al aeropuerto, nos bajamos rapidamente y seguimos a Sean hasta dar con su avión privado.
No había casi nadie en el aeropuerto, solo unas cuantas personas que se dejaron llevar por la época de celo pero no eran un peligro, para mi. Al parecer estaban tan ocupados teniendo intimidad que no les importo que cuatro personas pasaran por ahi.
Nos subimos en este y después de unos minutos, despegamos.
Sean se sentó a un lado de mi y Diego se fue a otro asiento. El temía de la época de celo aquí porque piensa que su lobo tambien saldrá de su interior.
Quiere estar alejado de mi por miedo a hacerme algo de lo que probablemente se arrepentirá.
-¿Porque no les afecta a ustedes? -pregunte cruzando mi mirada con la suya.
-Si nos afecta un poco, pero solo es temporal, una vez que estemos en nuestra manada, desaparecerá. Es solo porque estamos aquí.
-Entonces tienes un muy buen control de tu lobo. -murmure
-Oye, en estos momentos tengo ganas de hacerte mía -dijo con la voz ronca mientras me tocaba la pierna.
-No Sean, mi papa esta aquí.
-Tienes razón -dijo molesto -Odiaría que el tambien te viera desnuda. No me gusta compartir.
-Lo harás, con Diego.
-Pero el es otro caso. Me refiero a que, si yo te hago el amor no me gustaría que alguien mas te mirara. Aunque, por otro lado, la idea suena excitante. -se removió del asiento nervioso.
-Eres un bipolar -murmure divertida. Al ver que seguía removiéndose le pregunte- ¿Que tienes?
El me miro y su cara estaba sonrojada -Tengo una erección.
-No pues, que serio. -murmure.
-Para ti no significa pero para nosotros los hombres, ¿sabes cuanto tenemos que aguantar para que una erección desaparezca? Ninguna mujer tiene idea de lo que se siente. -murmuro - ¿Sabes que? Me iré al baño, ahora vuelvo. -dijo y se levanto dejándome ver el enorme bulto que tenia debajo de sus pantalones.
Después de unos minutos Diego llego y se sentó en donde anteriormente estaba sean.
-¿Que... ? -no me dio tiempo de completar lo que le iba a decir cuando sus labios se estamparon ferozmente en los míos. Sus manos se pusieron en mi cintura y rapidamente fueron desapareciendo dentro de mi blusa. Subí mis manos a su cabello y comencé a des ordenarlo mas de lo que ya estaba.
Sus labios fueron descendiendo hasta mi cuello y cuando encontraron la marca la succiono levemente haciendo que me arqueara de placer, cerré mis ojos y deje que siguiera. Dios, esa boca me encanta.
De pronto el cuerpo de Diego fue separado de mi bruscamente y rapidamente sentí un vació en mi.
Abrí mis ojos y vi a Diego en el suelo con el labio sangrando y mi papa sobre el pegandole en el rostro.
Me levante e intente quitar a mi papa de Diego.
-¡Ya basta, papa! ¡Déjalo! -le gritaba pero el no me hacia caso.
Lo tome del brazo que sostenía su cuello y antes de que pudiera quitarlo de el, Sean llego y los separo empujando a mi papa de los hombros tirándome a mi tambien.
Me levante y corrí desesperada hacia Diego que seguía tirado y sangrando.
-¡Diego! -exclame asustada. Lo tome de la cara y una mueca de dolor paso por su rostro.
-¡No te atrevas a sobrepasarte con mi hija maldito pedofilo! -grito mi papa con rabia.
Sean se había puesto frente a nosotros de forma posesiva y miraba a mi papa con odio.
-Tranquilo, ya no te va a pasar nada. -Lo abrace llorando. El dolor que el sentía lo podía percibir yo tambien, pero no físicamente, sino, emocionalmente.
-E-Estoy bien Erika... Soy Diego, ¿lo recuerdas? -soltó una risa pero podía ver el dolor en esa ''risita''.
-¡Idiota! , trata de gritar la próxima vez. Casi me da un infarto -reí nerviosa.
-¡Erika! ¡No lo toques! -grito mi papa.
Lo mire y me acerque a la cara de Diego.
-Pruébame -murmure.
-¡No te atrevas!
Sonrei con malicia y bese a Diego agarrando sus manos y poniéndolas en mi cintura.
Quería a mi papa. Pero esta vez si que se paso.
El jamas lograría separarme de Sean o Diego. Ni el ni nadie. Así que, por mas que luche por que no quiere que este con ellos, no lo lograra.
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Mi pequeña mate
Manusia SerigalaLas viejas leyendas de hombres lobo son reales. Tal vez no sean tan sádicos y sin amor como los cuentos, No... Algunos de ellos son cariñosos y románticos, ellos solo protegen lo que es suyo. Anhelan a su pareja desde su primera transformación y la...