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CHARLIE

Cuando tenía 7 años mi madre nos llevó por primera vez de vacaciones a la casa de los abuelos a las afueras de la ciudad. Ella vivía cerca de una pequeña laguna, muchas veces íbamos allá en Navidad y pescábamos en aquel lago. Recuerdo que una vez el abuelo nos llevó allí con todos mis primos para ver quien tenía la suerte de pescar alguno para la cena. Mis primos y yo éramos demasiado ruidosos siendo unos niños de nueve años.
Bromeábamos y gritábamos alrededor del lago viendo toda aquella experiencia como un juego. En algún lugar de aquel lago se encontraba un pequeño muelle, mientras íbamos creciendo mis primos y yo fuimos cambiando y al final veíamos todo aquello como algo aburrido y sin sentido. Menos para mí.

Recuerdo ir a aquel lago y sentarme en el pequeño muelle viendo las truchas nadar, mi abuelo se había acercado y se había sentado junto a mí todo el tiempo en silencio. Ese silencio que es reconfortante con solo ciertas personas.
Pero ese día no era uno de los días que quisiera recordar, Melanie había muerto en un accidente de auto hace solo pocos días y recuerdo aquel momento con claridad. Mi abuelo nunca dijo una palabra, solo se sentó ahí justo al lado de mí, ambos mirando la laguna y el sol esconderse a la distancia. Recuerdo mirar aquel atardecer y después mirar al abuelo, sus ojos directamente junto con los míos y después sentí mi pecho apretarse tan fuerte que de pronto un sollozo rompió aquel sofocante silencio. Mi abuelo solo puso su brazo alrededor de mí y me trajo hacia su pecho dejándome desahogarme sin emitir ni una palabra. Solo mi llanto y ese silencio estremecedor.

Ese silencio que no quería volver a sentir en mi vida, pero aquí estaba.

Frente a mí de nuevo.

Sus enormes ojos con aquellas pestañas mirándome. Sus ojos un poco acuosos tratando desesperadamente de no romperse frente a mí, Alex negó con la cabeza subiendo una de sus manos a su boca tratando de evitar aquel sonido que hizo mi pecho se estremeciera igual que aquel día.

Envolví mis brazos alrededor de ella cubriendo su pequeño cuerpo con mis brazos, su cuerpo se empezó a sacudir y su cabeza se movía de un lado a otro negando frenéticamente.

Bese la cima de su cabeza tratando de que aquella información se filtrará completamente en mi cerebro, y cuando la realidad me golpeó intente no romperme en mil pedazos.

La sostuve por algún tiempo mientras ella se tranquilizaba en aquella enorme habitación. Despues de lo que pareció una eternidad se alejó de mi pecho sin mirarme limpiándose las consecuencias de aquella confesión.

—¿Estas segura de ello? —Pregunte aterrado.

Su mirada estaba en sus pies. Alce una de mis manos hacia su cara y tome su mentón para que me mirara.

—Lo único que recuerdo de aquella fiesta fue cuando llegamos y después despertar al otro día en mi cama. No sé exactamente qué fue lo que paso. Ashley dice que me veía rara, y que ella me había visto tomar ese día...

—¿Ashley? —la interrumpí. —Eso te lo dijo Ashley.

Ella asintió. —Se que ella no es de confiar, lo se de sobra, solo ella dijo que me veía mal, que según por eso nos fuimos de la fiesta. Yo solo pensé que tenía una resaca y que había bebido demasiado esa noche para olvidar lo que había pasado. Pero no recuerdo si tome demasiado o no. No recuerdo nada. —soltó un suspiro como si estuviera derrumbándose frente a mis pies. —No sé si es cierto o no, solo creo lo que me dijo Ashley porque no recuerdo nada. Y esa chica... —murmuró señalando las fotos. —Ella no recuerda nada de esa noche tampoco y resulta que la drogaron y ahora esta... ahora está embarazada.

—¿Entonces si es cierto de que la drogaron? ¿Cómo sabes eso?

—Becca se lo dijo a Ashley. Le dijo que fue a hacerse un examen porque se sentía mal. Y salió positivo.

Siempre TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora