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Alex.

Ashley no había dicho nada desde que salimos del salón. Nadie se encontraba en los pasillos, ya que todos se hallaban en clase. Y aquí me encontraba yo, siguiendo a la odiosa de mi prima con sus estupidos zapatos altos a donde se le ocurriera ir. Salimos de la escuela y llegamos a su auto, metí mi teléfono en mi bolsillo después de mandarle el estúpido mensaje a Charlie. Escuche a alguien carraspear y alce mi mirada, Ashley me miraba desde la parte trasera de su auto.

Me dirigí hacia allá, cuando llegue abrió su cajuela lanzando su mirada al interior de esta. Me puse a un lado de ella viendo dentro, donde se encontraban varias cajas de cartón largas parecidas a las cajas en donde vienen las baritas de Harry Potter. Me reí ante mi estúpida suposición.

—¿Qué es lo que quieres Ashley?

Se recargo en su auto sonriéndome.

—Me vas a ayudar a entregar estos boletos por toda la escuela para el Baile de Bienvenida.

Me reí.

—Si claro. ¿Y no quieres otra cosa? ¿Un helado, un barniz? ¿Una nueva cara? —cuestione sarcástica. —Lo siento, pero toda esa mierda me da nauseas, ¿Por qué no le dices a alguna de tus barbies que te ayude?

Ashley sonrió aún más.

—Bueno primita tú me vas a ayudar porque lo necesito y porque lo quiero. ¿O quieres que mi mamá se entere de que consumes drogas?

Me quede en shock mirándola. Sabía que Ashley haría cualquier cosa para joderme por no estar con Charlie, pero que se fuera hasta este extremo era estúpido.

—Puedes hacer lo que te dé en gana Ashley. Yo no consumo drogas.

Se rio agarrando su cabello amarillo y poniendo una mano en su cintura.

—Bueno prima tendrás que hacerlo, porque si mi mamá se llega a enterar de eso podría hacer que te regresen a Dallas y ya no podrás ir a la universidad que quieres.

Mordí el interior de mi mejilla conteniéndome de decirle algo. Siempre me había chantajeado con cualquier cosa haciéndome parecer a mí la mala de la historia. Pero había logrado a muy duras penas que mis papás me dejaran venir hasta acá para poder estudiar lo que yo tanto amaba, y si mi tía llegara a creer la historia de Ashley le contaría a mis padres y harían que regresara a Dallas en ese mismo instante.

No podía dejar que Ashley me arrebatara mi sueño de ir a la universidad que yo tanto quería desde que puedo recordar, pero tenía que pensar en algo antes de que me arruinara la vida.

De nuevo.

—¿Con cuantas cajas te ayudo?

Sonrió triunfante mirándome como si no valiera nada.

—Con tres. Arnold también va a acompañarnos.

Bufe inclinándome hacia su auto y sacando tres cajas.

—Primero vamos al nuestro.



Ya habíamos pasado a casi diez salones a dejar los boletos para él "Baile de Bienvenida" después del nuestro. Ya estaba harta de lo mimo y lo mismo que repetía Ashley, y también de las chicas que cada vez que veían a Alex querían crecer diez centímetros más.

Patéticas.

Faltaban cinco minutos para la hora del almuerzo y realmente me moría de hambre. Amare más a Sky si se llevó mi mochila para todas sus clases.

Siempre TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora