Leandro Ellison apoyó la cabeza en su antebrazo, el cual estaba apoyado en la terraza del piso donde vivía.
Dos horas. Había dormido solo dos jodidas horas. Había abandonado el hospital poco más de tres horas y Lilith había desaparecido. La historia se repetía. Su hija había sido capturada, no había otra explicación para semejante tragedia.
Los recuerdos lo golpearon tan fuerte que ya había vomitado dos veces. No otra vez, le suplicaba a la vida, pero ya era tarde. Aquellas suplicas hechas desde el alma ya no servían de nada.
Su cabeza estaba llena de maldiciones, odio y dolor y no tenía ningún pensamiento coherente. Ya no.
Tan pronto como recibió la noticia le habló a Samuel, un empleado de la agencia y de su absoluta confianza para que revisara el hospital. Su colega y diez empleados más en ese momento debían estar haciendo todo lo posible y lo imposible para encontrar a su hija y saber cómo demonios había sucedido el secuestro. Aquella llamada sólo había durado un minuto pues Leandro sólo le dijo que su hija había desaparecido en el Hospital London Angel, que debía ir, interrogar a todo el personal, saber todos los detalles y encontrarla. Lo último había sido una orden.
Esa había sido su única acción coherente antes de que el dolor lo cegara.
Cerró los ojos con fuerza y sintió lágrimas tibias recorrer su rostro. No recordaba la última vez que había llorado. Probablemente había sido diez años atrás, cuándo habían secuestrado a Rachel, su esposa.
Cientos de imágenes lo apabullan, peleándose para crear más dolor.
Había tenido todos esos recuerdos perfectamente guardados y los sentimientos también. Había sufrido su castigo en silencio y las consecuencias en secreto pero ahora no podía, no cuando existía la mínima posibilidad de que la desaparición de Lilith también fuera por su culpa. ¿Y si esa situación era otro ajuste de cuentas de algun ex-cliente o mafioso?
Relajó los músculos y se tumbó en un sofá de aquella terraza techada permitiendo que los recuerdos lo atormentaran; lo hirieran.
Proteger a las personas siempre había sido su objetivo y trabajo. Máximo Anderson sirvió al país de Estados Unidos por un par de años antes de asociarse con un colega para crear su propia compañía de seguridad privada en su ciudad de origen: Nueva York.
A los veintisiete años su vida parecía completamente realizada; su compañía era una de las mejores del país, estaba a punto de casarse y pronto sería padre. Sin embargo la felicidad no le duro mucho tiempo gracias a la ambición.
Ocho años más tarde y después de expandir su negocio a todo el país se mudó a Washington DC para manejar personalmente una sede que protegía a los principales políticos del USA. Estar ahí fue la gloria; ahí tuvo la época más feliz con su familia, tuvo fama, dinero, influencias y respeto. También mujeres.
Washington fue la cúspide en su vida. Sin embargo, a lo largo de tantos años de escalar para alcanzarla, nunca pensó en la caída. Y esta fue demasiada dolorosa e inesperada.
Rachel fue el amor de vida, pero tantos reflectores y atención a su alrededor lo hicieron perder el piso.
La engañó varias veces a lo largo de los años, pero comenzó a verse con Viveka Búbka al rededor de los cuarenta años. Ella era una hermosa joven rusa de veinticuatro años que lo hechizó. Sus ojos verdes, piel blanca y cabello castaño lo eclipsaron hasta el punto de no investigar nada sobre ella.
Por su poco conocimiento en aquella cultura dedujó que era soltera pues su apellido no indicaba lo contrario. Años después supo que aquel era uno de los pocos apellido que no cambiaban en el género femenino. Y que ella estaba casada con un político corrupto de su país.
Lo supo durante la primavera del año dos mil quince en una acalorada tarde. Para ese entonces llevaba dos años de relación con Viveka y dos años engañando a Rachel. Dos años teniendo una doble vida; veinticuatro meses en los que había visto como su esposa se apagaba y consumía en silencio y soledad pues Rachel siempre había sido una buena e ingenua persona pero no tonta y siempre supo de todas aquellas traiciones. También se dio cuenta casi de inmediato de su relación "seria" con la rusa, sin embargo nunca le reclamó nada y se guardo todo el dolor.
Aquella tarde de abril recibió una llamada que le heló la sangre. Era una ajuste de cuentas. Su mujer por la de aquel político ruso.
Rachel fue secuestrada, retenida y torturada por dos semanas. Sufrió maltrato físico y mental por la aventura de él. Leandro se odió por el dolor infligido durante dos años más el de aquellas dos semanas de infierno.
Obviamente la dejaron libre. Hubiera sido muy bondadoso por parte de aquel ruso matarla. Le devolvieron a Rachel con cientos de cicatrices en la piel y el alma.
Después de dos semanas de búsqueda frenética sin ningún resultado Rachel apareció afuera del hotel donde se veía con Viveka. Cruel ironía. Sin embargo aquel cuerpo maltratado ya no contenía la hermosa alma de su mujer. Sólo era un cuerpo con una mirada vacía y triste.
Rachel estuvo en terapia física y mental tres meses antes de que Leandro, por amenazas hacia él y su hija, tomará la decisión de mudarse a Londres.
El mismo día que Rachel egresó de una clínica mental, la familia Ellison tomó un avión a Londres. Y al siguiente día sus nombres y apellido habían cambiado.
Máximo, Elizabeth y Olivia Anderson dejaron de existir y Leandro, Rachel y Lilith aparecieron.
Ya había pagado por aquel error, había pagado lo suficiente y un poco más porque había perdido a su esposa e hija, ya que esta última lo odiaba desde aquellos acontecimientos que no pudo ocultar pues Rachel, entre delirios, los gritaba cada pocas horas.
Sus primeros meses en aquel continente fueron un desastre; sin trabajo ni familia. Así llegó él.
Desde siempre supo que su trabajo conllevaba un gran riesgo, pero las consecuencias no llegaron desde ese lado, si no desde sus pecados.
Leandro no tardó en volver a asociarse con una compañía dedicada a lo mismo y tomar la dolorosa decisión de internar permanentemente a su esposa en un hospital psiquiátrico. Decisión que terminó por costarle el poco respeto y amor de su hija Lilith.
Para todo el mundo él era un hombre viudo, pues para encajar en aquella sociedad, tuvo que mentir sobre su entorno desde el principio.
Ante todos solo era Leandro Ellison y su hija Lilith Ellison, pero para ellos dos existía otra persona y aquel secreto que obligaba a su hija a callar, era lo que los consumía y alejaba a ambos.
Por todo esto Lilith estaba furiosa con él por su casamiento. Porque Rachel seguía viva y él casado.
Estaba cometiendo adulterio una vez más y el universo volvía a castigarle quitándole a su hija.
Rogaba porque a ella no le pasara lo mismo que a Rachel, que no la tocarán o torturaran. Podían pedirle lo que sea, incluso su vida a cambio de Lilith y él no negociaría. Haría todo lo posible para volver a ver a Lilith y nada ni nadie lo detendría.
Se secó los ojos, buscó la chaqueta y abandonó el departamento. Él mismo la buscaría y por Dios que la encontraría o moriría.
Leandro estaba preocupado, desesperado y cegado por el dolor que olvido avisarle de la situación a Elías Carman, novio de su hija.
Fue rumbo al hospital sin saber que aquella situación no era su culpa ni tenía nada que ver con todos los errores que había cometido en su vida.
Esa situación era lo más parecido a un destino y Lilith no corría ningun riesgo mayor por el momento.Pero sin duda lo estaría y él no podría hacer nada para ayudarla.
Hey, últimamente ando muy creativa. Lo aclaro por el cambio de portada de esta historia y de «Al Límite». Quedaron muy bonitas. ¿O no?
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Un Día Más
VampirosAhogado en un limbo lleno de recuerdos y dolor, un hombre delira su voz. El pasado, el presente y el incierto futuro se mezclan junto con la pasión, el amor, abandono y desesperación que amenazan con volverlo loco; tirarlo sin anestesia y sin previo...