4. Casi os besáis

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Agradezco mentalmente que Axen no acuda al mismo instituto que nosotros porque es extremadamente celoso. No exagero. Si viera a Alan posiblemente le daría una pataleta y eso es lo que pasará esta tarde. Estoy nerviosa por su reacción y sé que hará todo más incómodo porque así es Axen. Probablemente te preguntes el porqué estoy con él. No lo sé, esa es la respuesta, siento afecto por él y siempre lo sentí. En su momento estuve enamorada de Axen pero con el tiempo esa llama entre nosotros se iba apagando poco a poco hasta no quedar nada. Hasta no sentir nada. Un sentimiento inerte.

El profesor de ciencias está explicando cómo será el próximo examen, algo sobre formulación que sé que será imposible que apruebe por el hecho de que apesto en ciencias. Doy pequeños y delicados golpes contra el cuaderno de anillas que se encuentra delante de mí. No he cogido apuntes sobre nada y eso es un terrible pecado. Además de no estar atendiendo, no cojo apuntes, no puedo concentrarme por mis estúpidas dudas sobre mis sentimientos que tienen que venir justo en este momento.

Mi giro para mirar al compañero de mesa que tengo a mi derecha. Con una sonrisa inocente le pregunto si me puede prestar el cuaderno para recoger información en la mía. Afortunadamente, me dice que sí y justo en el momento que termino la sirena resuena por todo el instituto anunciando que ya podemos largarnos a casa.

Cojo mi mochila y la coloco en mi hombro para ir a buscar a Alan. No puedo irme a casa sin él o se iría con sus patitas caminando durante al menos veinte minutos. Camino entre los pasillos chocando con algunos de los que se pasean por aquí hacia la salida. Desde la lejanía veo al Adonis dejar algunos de sus libros en la taquilla. Durante un segundo voltea en mi dirección y nuestras miradas chocan. Me uno a su lado con una pequeña sonrisa.

—¿Qué tal?—pregunta removiendo aún cosas de su taquilla.

Miro su taquilla atenta observando que ya ha empezado a decorarla con algunos pósters en miniatura y fotos. Una de ellas llama mi interés, en la fotografía se ve a un pequeño niño que reconozco como Alan y dos personas detrás de él. Una mujer y un hombre. Mi curiosidad se dispara, sin embargo, Alan cierra la taquilla.

—Mal—me sincero—tengo un examen de ciencias en unos días y no entiendo nada, siento que el profesor habla en otro idioma.

—Yo podría ayudarte.

Alan siendo mi profesor suena a una propuesta muy prometedora. Luego recuerdo que tengo novio y dejo esos pensamientos aceptando su ayuda urgente. Me cuestiono dónde se encuentran Halsey y Alex aunque sé que ya los veré dentro de unas horas.

Alan y yo nos acomodamos los cascos y subimos a la moto. Esta preciosidad fue un regalo de mi prima Kelsey, ella la usaba antes pero fue sustituida por un Mercedes nuevecito. Como estaba en su garaje lleno de polvo decidió regalármelo ya que tenía la edad suficiente para conducirla. Con el viento dándome la bienvenida nos damos paso entre algunas personas que están esparcidas por el parking del instituto y salimos. Unos minutos más tarde ya estamos en casa sin Henry. Era lunes y él trabajaba bastante para mantenernos durante los días de la semana menos los domingos que tenía fiesta. Casi no estaba en casa pero cuando lo estaba su presencia se agradecía.

(...)

Alan se revuelve el cabello con indecisión mirando entre mi ropa. Él había decidido por sí solo que elegiría lo que me pondría para esta tarde y yo no sé lo negué.

—Con estas prendas la gente te comparará con una monja—critica sin parar de desordenar mi ropa.

—¡Oye!—me quejo lanzándole un cojín que se encontraba cerca.

ALAN © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora