10. Es un tema delicado

4.3K 321 147
                                    

Trago grueso repitiendo esas palabras, esas dos palabras, esas trece letras. No puedo, es imposible que Alan tenga un hermanastro. ¿Qué es esto? ¿Una telenovela? Porque es lo más parecido. Muerdo mi labio inferior con nerviosismo. Sin darme cuenta una herida se hizo en este por la presión que ejercían mis dientes. Mis piernas no sabían en qué posición ponerse, paralelas, una encima de la otra...Muda es una palabra que define muy bien mi estado actual. Los padres de Alan están...muertos, ¿cómo es posible que tenga un hermanastro?. Mil y una preguntas revolotean por encima de mi cabeza. Mis ojos buscan la mirada de Alan pero él evita mirarme, él me evita.

—¿Hermanastro?—me atrevo a decir. La tensión en el ambiente tenía que permanecer de una forma u otra con una pregunta que formara más tensión.

—Holly...—me advierte Henri colocando el teléfono en su lugar correspondiente.

La curiosidad mató al gato pero el gato murió sabiendo.

—¿Cómo es posible que tengas un hermanastro?—respondo fría. Odio esta tensión. Deberían hacer una serie de Netflix con tanto drama.

—Es posible si el idiota de mi padre deja embarazada a su secretaria antes de morir—espeta mirándome con tanta rabia contenida.

Las palabras parecen quemar en su garganta en el momento que las dice. Esto no me lo esperaba. Henri carraspea emitiendo el único sonido que se escucha en el salón. Alan realiza un movimiento que Henri y yo esperábamos. Corre la silla de madera haciéndola chirriar y uno de los cubiertos cae al suelo sintiendo que este cae en cámara lenta. Los pasos de Alan son rápidos recorriendo las escaleras hasta el segundo piso donde se escucha el estruendo de la puerta de su habitación cerrándose.

—¿Qué acaba de pasar?—pregunto aún desorientada por la situación.

—Es un tema delicado—Henri toma asiento en la silla donde hace unos segundos Alan estaba sentado.

Tal vez no es mi problema, bueno no es mi problema, bueno sí lo es si se trata de Alan. ¿No es así?

—Holly, tienes que entender a Alan—pone sus manos cual profesor diciéndote que tienes que esforzarte—su actitud es—se piensa las palabras—normal.

Si no me dices, no me entero.

—No lo entiendo, Henri—suspiro confundida—siento que lo odia.

—Sientes bien—asiente lentamente—Hudson es muy diferente a Alan, en todos los sentidos—resalta lo último como si fuera un dato de lo más importante—Hudson no tiene la culpa, eso es seguro,—dice firme—pero Alan aún no lo ha terminado de asimilar, para él Hudson es la infidelidad de su padre.

—¿Entonces básicamente Alan lo odia por las acciones de su padre? Y le echa la culpa a Hudson.

—Es una manera de decirlo—asiente recogiendo el cubierto del suelo—Hudson me llamó para decirme que su madre y yo debemos solucionar algunos problemas con la herencia del padre de Alan. Ellos se hospedarán aquí durante un tiempo para hacer las cosas más fáciles pero a Alan no creo que le agrade la idea.

—¿Cuando vendrán?—me dejo llevar por la curiosidad.

Se revuelve en el asiento inquieto,—Mañana por la tarde.

(...)

—No entiendo cómo no pueden darme pan sin gluten en esta cafetería,—se sienta Halsey indignada en el asiento de al lado,—estamos en pleno dos mil diecisiete—tira su bandeja con rabia.

ALAN © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora