AL MENOS POR ELLA

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Mis constantes aporreos a la puerta hicieron que empezara a marearme. Me recosté contra la pared para tranquilizarme un rato. Fue entonces cuando divisé un tornillo suelto en una de las malas estanterías que soportaban el peso de centenares de carpetas.

Lo cogí con cuidado y logré introducirlo en la cerradura unos segundos después. Deseé tener las asombrosas habilidades que poseían las chicas de películas de acción para poder abrir la puerta.

Después de varios intentos y resoplidos, seguía igual. Con el alboroto que se montó fuera, no oyeron cuando destrocé el picaporte con la grapadora.

La dejé en su sitio y salí al pasillo tras comprobar que estaba vacío. Me apoyé en la pared para recuperar el aliento. La barriga me estaba empezando a doler bastante.

Seguí el sonido de voces y gente gritando. Quería correr y llegar hasta el origen del jaleo, pero la debilidad que se estaba apoderando de mi cuerpo me lo impedía.

A duras penas, llegué a un pasillo que desvocaba en la sala principal. Eché un vistazo a la situación, la cual no pintaba nada bien.

Los trabajadores se encontraban arrodillados en el suelo mientras que varias hombres, los cuales obviamente trabajaban para Matt por el tatuaje que llevaban en el brazo, iban atándoles las manos.

-¡Callaros de una vez! -Rosie disparó hacia el techo para asustar a la gente. Lo consiguió.

Lástima que aquella comisaría estuviera a las afueras de la ciudad. Sino con todo ese jaleo, ya habrían llegado las autoridades.

-Las cámaras están ya desconectadas -salió de un pasillo próximo al mío otro chico.

-Las alarmas también -informó otro desde el lado opuesto.

-Rosie, dile que ya puede entrar -esta asintió y tecleó algo en su móvil.

El descomunal dios griego que era Matt entró por la puerta dejando ver su rostro descubierto. Me oculté más por miedo a que sus ojos miraran en mi dirección.

-Habéis tardado -gruñó nada más llegar al lado de Rosie.

-Señor, lo siento... Se han resistido mucho -se excusó bastante asustada.

Debo admitir que veía a Rosie muy diferente con Matt. Estaban como más distantes. Ya no era la misma chica segura cuando se encontraba frente a frente con él.

-¿Dónde... está? -preguntó algo tenso.

-Encerrada, como usted ordenó -enseguida comprendí que se trataba de mí.

-¿Dónde la tenéis? -intervino una voz familiar.

Ethan fue directo hacia Matt cuando dos hombres le cogieron de ambos brazos. Conociendo a Ethan, se abría escapado mientras que lo intentaban amordazar.

-Oh, Ethan, cuánto tiempo -se me pusieron los pelos de punta al recordar la primera vez en que se conocieron aquellos dos.

-Déjate de gilipolleces y dime dónde está Sheila -tenía el rostro descompuesto. Estaba preocupado por mí. No entendía por qué. Su comportamiento me había dejado claro que me odiaba. Descubrí en ese preciso momento que había estado muy equivocada.

-Me he encargado de que no presencie esto -contestó, perdiendo su sonrisa malévola.

-Eres un hijo de puta. Ahora que soy consciente de todo... Te haré pagar por lo que le hiciste -librándose mágicamente de los que lo sostenían se abalanzó sobre Matt- Le amargaste la vida -perpleja, observaba como Ethan logró situarse encima de Matt, aunque no tardó mucho en ser superado por este último.

-Tú no sabes nada -le propinó el primer puñetazo- No he venido para hablar de mi vida personal contigo -se levantó y cogió de la camisa a Ethan, que estaba aún recuperándose del fuerte golpe- Quiero que me digas donde está la pasta -lo zarandeó cuando vió que no respondía.

-¿Dinero? Pensé que querrías las pruebas que podrían llevarte a la cárcel -pudo decir a varias penas.

-Oh, venga ya. ¿En serio crees que le sigo temiendo a eso? Mira todo esto -señaló el salón- He logrado doblegar a la policía de Nueva York. Lo de las pruebas y lo que hagáis con ellas me importa una mierda. Sólo quiero la pasta que sé que escondéis aquí -seguía teniéndolo sujeto y me temía lo peor.

-¿Dinero en una comisaría? Pensaba que eras más listo -se rió con la boca ensangrentada. Me tapé la boca horrorizada. No podía aguantar quieta allí por más tiempo.

-No me tomes por imbécil -gruñó Matt.

-Ahora sé por qué te dejó Sheila -rió Ethan, aunque esa risa no duró mucho cuando Matt lo estampó contra el suelo. Y ahí es cuando ya no pude más.

-¡No! ¡Para! -grité cuando iba a darle el golpe definitivo.

Me situé al lado de Ethan y le aparté el pelo de la cara. Este me miró a los ojos y me mostró una de sus mejores sonrisas a pesar de dolor que tenía que tener en aquellos momentos.

-Qué déja vu -se rió como si no le hubiera pegado una paliza.

-Si -sólo pude mostrarle una sonrisa.

-Te quiero Sheila -soltó sin más.

Y se desmayó. Comprobé que tuviera pulso y me levanté sujetándome la barriga. Parecía que tenía ladrillos ahí dentro.

-Ya te lo dije una vez -entablé mi primera "conversación" con Matt después de más de dos meses- Deja en paz a Ethan.

-Lo haría si no tuviera la manía de entrometerse en mis asuntos -respondió.

-¿En serio montas todo este numerito por un par de billetes? -abarqué con mis manos toda la sala.

-Estamos hablando de millones -resopló.

-Qué yo sepa, no te hace falta más dinero. Te sobra por todas partes -dije recordando los caros pendientes que me compró cuando era su sumisa.

-Nunca viene mal algo más -nos quedamos en silencio viendo la tonta conversación que estábamos teniendo.

Por primera vez, Matt echó un vistazo a mi hinchada barriga. Yo hice lo mismo. Dudeé de si decirle la verdad. O no decirle nada y dejarle toda su vida sin que sepa que va a tener una hija.

-Lo mejor es que te vayas Matt. Estás jugando con fuego muchas veces, y te vas a terminar quemando -comenté más tranquila.

-Llevo tantos años jugando con fuego que yo me he convertido en el fuego -soltó una carcajada sonora.

Sus secuaces se pusieron a reírse por seguirle el juego y me entró de nuevo el agobio. Todo empezó a perder color para mí, pero me mantuve en mi sitio.

Las sirenas de policía sonaban cada vez más cerca. ¿Qué cómo habían llegado sin un previo aviso de nada ya que las cámaras y alarmas habían sido desconectadas? Ni idea. Aunque en ese momento no estaba muy a la labor de averiguarlo.

-Tienes que parar todo esto -hablé con las últimas fuerzas que me quedaban- Sino lo haces por mí, hazlo al menos por ella -deposité mis manos sobre mi barriga abultada.

Y me desmayé junto al cuerpo de Ethan.


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