PUNTO DE PERSPECTIVA 2.0

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Entramos con las pistolas en manos. Cada uno de mis hombres fueron a sus puestos tal como planeamos. Jack fue el único que debía seguirme.

-Señor, creía que no le importaba... -le mandé a callar con el dedo.

-Jack, cállate -seguí la luz que provenía de debajo de una de las puertas del pasillo.

Preparé la pistola en caso de que tuviera que disparar. Abrí la puerta y me encontré a Peter junto a Sheila.

-Quieto -le cogí del cuello y le puse la pistola en su cabeza- Apártate de ella -le dí un empujón para que Jack y otro de mis hombres le retuvieran.

-¿Qué haces aquí? Pasaste de mi segunda llamada -no le escuchaba.

Coloqué mi dedo índice en la yugular de Sheila. Si. Tenía pulso. Le aparté el pelo de la cara para asegurarme de que no tuviera ninguna herida.

-¿Qué le has hecho? -me puse frente a él con cara de pocos amigos.

-¿Ahora si te preocupas de él? -se burló de mí.

-Te he preguntado que qué le has hecho -puse mi pistola en su frente.

-Le he inyectado un sedante -le pegué un puñetazo en la cara.

-Has osado tocarla. Te aseguro que te vas a arrepentir de haber hecho eso -con un gesto de mano, uno de mis hombres me entregó un puñal- Tu muerte sería más rápida con una pistola. Y también más ruidosa. Por eso optaré por un puñal. Garantiza una muerte dolorosa, lenta y espeluznante. Lo vas a comprobar enseguida -me levanté y desaté a Sheila- Llevadla al coche. Iré después de terminar mi nuevo deber -la primera puñalada fue en el riñón. Su chillido fue el primero de muchos.

-Aquí tiene otra camiseta, señor -me tendió Jack al verme entrar con la mía llena de sangre.

-¿Cómo está? -me senté al lado de Sheila.

-Dormida. Pero sigue respirando -recorrí su rostro con el dorso de mi mano. Seguía igual de preciosa que ella.

-Vamos a llevarla a su casa -el conductor fue dirección a su piso.

-¿Qué? Señor, pensé que la llevaría de vuelta con usted -comentó Jack.

-Va a volver a su casa. Su sitio no está conmigo -le gruñí a Jack.

-Pero señor... -mi mirada de advertencia le hizo callar.

Llegamos a su casa unos minutos después. Después de forzar la puerta de su piso, dejé su cuerpo dormido sobre el sofá. Le tapé con una suave manta y le dejé unas pastillas que había comprado por el camino.

-Dos de vosotros la vigilaréis -dije sentado en la mesilla de café, observándola.

-¿Qué quiere decir, señor? -preguntó Henry.

-Dos seréis como sus guardaespaldas. No quiero que NADIE se acerque a ella. ¿Entendido? -todos asintieron acatando mi orden- Ahora vayámonos. Cuando despierte y salga de este edificio, quiero que le sigáis de cerca -la miré una vez más y salí de allí, de vuelta a mi vida.


*****
Matt le salvó. ¿De verdad se puede odiar a este chico? 😍

SIRVIENDO POR AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora