Séptimo capítulo

1.9K 167 174
                                    

7Su majestad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

7
Su majestad

Bohu decidió cambiar el tema de conversación, las ganas de saber todo acerca del sitio donde se encontraban la estaban poniendo nerviosa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Bohu decidió cambiar el tema de conversación, las ganas de saber todo acerca del sitio donde se encontraban la estaban poniendo nerviosa.

—¿Y esta es tu casa? —inquirió viendo una vez más la pequeña habitación que, además, estaba impregnada de un olor cítrico muy suave que pasaba junto al agua que tragaba de vez en vez e iba a parar a los sensores de olfato internos.

Atlas al oírla tensó los músculos de su cuello y carraspeó un poco.

—Se puede decir que sí —contestó antes de empezar a mover los anillos de su mano izquierda con una mueca incómoda.

—Detrás de la muralla me pareció ver unas torres, me recordaron el aspecto de los palacios en la superficie, aunque allá no hay pullas en las paredes —observó la cama con más detalle y dirigió sus ojos hasta su espaldar, se extrañó al notar que parecía una ostra gigante—. ¿Dónde he estado durmiendo?

—En una ostra.

Bohu nadó fuera lo más rápido que pudo y en el impulso casi cacheteó con las aletas a Atlas si él no se hubiera movido por reflejo. Se detuvo antes de las algas que servían de cortina en la entrada y miró asustada a un tranquilo Atlas que la observaba con la cabeza inclinada a un lado sin entender qué le estaba pasando.

—¿Esa co-cosa esta vi-viva? —tartamudeó.

—Por supuesto que no, de lo contrario ya estarías cubierta de nácar —ella no estaba creyendo esa excusa, retrocedió un poco hasta que las algas abrazaron su espalda—. ¿Te sentirías más segura si piensas que has estado durmiendo sobre un cadáver? —bromeó con una sonrisa chueca—. Tranquila, hace años fue sacrificada, es una comida típica de Nivrán para los extranjeros.

La sangre escapó de la cara de Bohu al oír eso, los moluscos solían ponerla mal del estómago.

—¿Yo acabo de comer...?

—No. Eso era un balbe... El balbe es una barriguita de la que salen varios brazos, parecida a la ofiura que tengo en mi hombro, pero mucho más rellenita —aunque no podía saber qué clase de mirada le estaba dando en ese momento, por la luz que irradiaban sus ojos, percibió una rara sensación de seguridad—. No te preocupes, este es sólo un caparazón.

El reino en lo profundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora