El reino en lo profundo hará que visualices una vida debajo del mar de una forma que no conocías. Allí donde no hay luz solar y los animales evolucionaron para arreglárselas como pudieran para cazar, o solo comer las sobras que caían de la superfici...
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3 Piel y escamas
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Bohu subió las escaleras a toda prisa con lágrimas abriendo su camino entre el agua marina que cubría su cara.
—Bohu, ¿por qué hay trozos del vaso de rana en...?
Dejó a su hermano Benjamín, que se suponía estaba de conquista, con la palabra en la boca. Trató de abrir la puerta de su habitación con impulsos torpes y cuando lo consiguió se golpeó el muslo derecho con el umbral. Le dolió muchísimo. Cerró de un golpe y se miró la pierna.
El aire huyó de sus pulmones al instante.
Una gran y espantosa escama del tamaño de una pelota de tenis se aferraba a su piel colgando de un hilo, con el golpe del umbral se la había fracturado y se negaba a desprenderse de su cuerpo. Lo peor fue al descubrir la marca de otras escamas transparentes que iban surgiendo en sus piernas poco a poco, una sobre la otra. Esta vez su grito fue desconsolado. Corrió de vuelta al pasillo y como pudo se internó en el baño. Abrió la regadera y de un tirón se arrancó la escama. Un camino de sangre recorrió su muslo, bajó por la rodilla hasta llegar a su pie y luego se regó sobre las baldosas azules. El resto de escamas se escondieron al recibir el agua dulce, sin embargo, eso no fue suficiente para Bohu que ya estaba arañándose intentando sacarlas de donde fuera que salieran.
De pronto apareció Benjamín en el hueco de la puerta del baño, reflejando una expresión de suma cautela en la cara. La miró confundido por la escena fuera de lo común que estaba presenciando, seguido de eso se fijó en la sangre y en la escama con un borde de carne en el suelo.
—¿Qué rayos te pasó? —Preguntó alarmado.
Ella no pudo contestar.
—¿Eso es una escama? —miró el muslo herido queriendo hallar una explicación—. ¿Te cortaste con esa escama?
Bohu sacudió la cabeza bajo el chorro de agua que caía sobre sus ondulados y oscuros cabellos.
—¿Entonces? —al ver que su llanto sólo aumentaba, Benjamín cogió una toalla del perchero, la cubrió, cerró la regadera y la sacó del baño.
