Vigésimo segundo capítulo

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Estoy lista

La visita a Odet había sido sólo el inicio de una tempestad, la noticia de que la gran princesa se encontraba en La espina se regó tan rápido como la tinta de un pulpo asustado

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La visita a Odet había sido sólo el inicio de una tempestad, la noticia de que la gran princesa se encontraba en La espina se regó tan rápido como la tinta de un pulpo asustado. Pronto todas las casas tenían sus rejas abiertas y espectadores silenciosos se asomaban para presenciar el histórico momento. Acuelas, adolescentes y niños, todos con una curiosidad cautelosa que traspasaba la tela de la princesa y trituraba sus escamas.

Tal vez debió sobornar a un guardia para que las acompañara, por si se creaba una multitud a su alrededor. Sin embargo, ninguno dejó su domicilio.

Antes de abandonar el barrio por completo, fueron alcanzadas por las dos acuelas que se habían afiliado a la organización tiempo atrás, las que había mencionado Xika. Se las podía ver bastante sorprendidas de encontrarla en La espina, tanto que poco les faltó para besar sus aletas por la emoción, haciéndola sentir incómoda y al mismo tiempo aliviada, ya que confirmaba que no todos la odiaban.

Aprovechando que Bohunissa continuaba allí, manteniendo la compostura mientras escuchaba a sus admiradoras parlotear, Drair se dirigió de nuevo hacia Bohu con hostilidad disfrazada, informándole de una reunión el siguiente im. A continuación, se retiró en una cania lujosa, cerrándole la puerta en la cara a las colaboradoras que iban con ella.

Bohunissa las invitó a compartir la cania libre, básicamente para sacarles un poco de información de los asuntos internos de Resal. Eran simpáticas, pero se sentían intimidadas por Bohu y eso les impedía revelar su verdadero lado de la balanza. Se iban en risas nerviosas, condescendientes e incómodas cada vez que ella les preguntaba algo. Decidió que no eran de mucha ayuda al final de todo.

Las dejaron en una biblioteca pública, dirigiéndose luego hacia el palacio.

Se les había pasado todo el tae en eso. La campana que anunciaba el inicio del roc había sonado hacía mucho rato. Xika estaba nerviosa, en silencio y contando mentalmente para tranquilizarse. Al llegar al laberinto de algas que rodeaban el palacio, Bohu volvió a cambiarse las ropas y nadaron por encima de ellas, haciendo el mismo truco de antes.

El guardia de la entrada sur las regañó por llegar tan tarde y los nervios de Xika se dispararon cuando este no las dejó pasar. En cambio, le hizo una señal a otros tres guardias para que se acercaran. Cosa que las dejó sin habla. El lugar estaba totalmente vacío, tanto dentro del vestíbulo como fuera.

—¿Qué está pasando? —Preguntó Xika, retrocediendo un poco tras darse cuenta que las cosas estaban sospechosas.

—Será mejor que no pongan resistencia, señoritas —advirtieron.

—¿Qué quieren decir con eso? —inquirió Bohu entonces.

En lugar de responder, aprehendieron a las dos acuelas con un hechizo de cuerdas naranjas que se enrollaron en sus manos y se anudaron en sus aletas. Ni siquiera tuvieron tiempo para asimilar lo que estaba pasando, las arrastraron dentro del palacio ante rostros boquiabiertos que se volvían para mirar el espectáculo de la dama real gritando que la criada junto a ella era la gran princesa.

El reino en lo profundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora