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Irónico, que eso que te dicen de que: la vida es solo una y tú deber es disfrutarla, no lo apliquemos. Al menos, yo no lo hice, me dejé llevar. Caí en una trampa y terminé muerto. Todo por mi hermano.

Desde pequeño siempre quise protegerlo. Cuidarlo de todo. Lo salvé, en múltiples ocasiones, de que mamá y papá le pegaran o lo castigarán. Culpándome yo. Ya de grandes, se volvió una adicción. Un capricho. Él hacía lo que le daba la gana y cuando estaba en el lío, salía yo a defenderle, a echarme la culpa de todo.

Hasta que todo se fue de mis manos, incluso, de las de él. Y terminé aquí. Viendo a mi madre llorar en mi ataúd.

Mil veces más irónico es, eso de que cuando mueres, supuestamente aparecen esas personas que en vida no te hablaban. A llorarte. En definitiva conmigo no aplica. Estoy solo. Bueno...

Veo a mi madre llorar, desesperada. Sin poder hacer nada, ya lo intenté. No me escucha. Nada de lo que hago, de hecho, funciona. Canté. Bailé. Grité. Aplaudí. Y nada. No me escuchó.

Así que estoy sentado a su lado, viéndola llorar. Supongo que desapareceré de éste plano cuando me entierren. Eso espero. Porque no tiene sentido vagar por ahí sin que nadie me pueda ver u oír. 

¿O ese será mi castigo?

Ya son las 2:40am. Y lo único interesante que he visto, ha sido en la sala de al lado, es el velorio de la mamá de la chica rosa.

Sí, le digo así desde hace una hora porque noté cierto rubor en sus mejillas. No ha parado de llorar y sus mejillas siguen encendidas. Rosadas. Puesto que ella es blanca, como la nieve, el rubor aparece en ella muy fácil.

He pasado todo el día de aquí para allá. Cuando me aburro de mi sala, que no es nada interesante, voy a la de al lado.

Pero ya creo que es hora de que mamá se vaya. Dijeron claramente que a las 2:30am cerrarían la sala.

—Oye mamá, tienes que irte...

Nada.

—Mamá, voy a estar bien, pero ya es hora...

Nada.

Bufo. 

Al menos lo intenté.

—Di-Disculpe...—giro hasta la entrada y allí está, la chica rosa— ¿Sabía usted qué cierran a las 2:30am?

Está un poco nerviosa, seguramente, ha de pensar que mamá le responderá mal. Pero lo que ella ni se imagina, es que mamá es la mujer más dulce del universo.

—Lo sé—,  asiente mamá sonándose la nariz con un pañuelo —es solo... Era mi niño. Mi niño...

Y comienza a llorar, otra vez. Siempre me ha puesto nervioso verla llorar, claro que ahora extrañamente, no siento nada.

La chica rosa se acerca a mamá y la abraza, fuerte, supongo que es lo que ambas necesitan. El abrazo de una madre y ella el abrazo de una hija. Ninguna de las dos tienen eso, lo acaban de perder.

Ambas son cómplices, del dolor. Esto es algo aberrante, pero yo no puedo hacer nada, estoy muerto. De hecho, ni siquiera siento nada por ellas.

—Lo siento—, noto como la chica tiene una expresión en su rostro de no saber qué hacer —yo perdí a mi madre...

Y al decir aquello, ella también rompe en llanto. Mi madre la sostiene por la mejilla y seca sus lágrimas. Desearía que pudiera hacer eso conmigo, al menos una vez más. Porque la incertidumbre no saber qué carajos pasará ahora conmigo me carcome.

—Lo siento querida, eres joven. La vida es así de injusta...

Sí que lo es...

—Lo sé. Pero de estas cosas es que nos fortalecemos.

Esa chica es demasiado optimista, a pesar de lo que está atravesando.

—¿Está sola?—pregunta a mi mamá.

Asiente.

—Podemos llevarla a su casa... Sino tiene ningún inconveniente.

Un gesto demasiado dulce, tomando en cuenta que mamá no trajo auto, nunca aprendió a conducir. Y supongo que nadie quiso acompañarla a mi velorio.

Seca sus lágrimas y se despide de mi ataúd, antes de salir de una vez por todas de esa sala.

La chica rosa, echa un vistazo rápido a mi foto, es de hace unos años. Fue capturada el día de mi graduación de secundaria...

Camina con mi madre hasta el estacionamiento, y yo las sigo. No sé sí pueda salir de aquí, pero puedo intentarlo. Quiero decir, se supone que yo estaré aquí hasta que me sepulten. 

¿O no...? ¡Maldita incertidumbre!

Ella le presenta sus familiares a mamá, al parecer todos en esa familia todos son amables, ofrecen gustosamente llevar a mamá hasta casa. Me siento en la maleta del auto, ya que la parte trasera está abarrotada, y emprenden marcha directo a mi casa.

Ya dejaron a mi madre en casa y yo debí quedarme con ella hasta averiguar porqué no cruzo al otro lado, pero debo admitirlo, la curiosidad me consume. Y decidí seguir a la chica rosa hasta su casa, en ésta oportunidad en la parte trasera del auto, ya queda un espacio libre. Su prima es linda, pero ronca mientras duerme, es algo un poco desconcertante.

Estoy de pie en un camino de piedras que lleva directo a una hermosa casa de color crema, espero a que se despida de sus familiares, para poder entrar. Aún no he querido averiguar si puedo traspasar paredes y esas cosas, y realmente no quisiera saberlo, eso sería admitir lo que soy... 

¿Un fantasma?

Una vez dentro de su humilde y hermoso hogar, puedo percibir como todo es tan familiar y lindo, hay fotos de ella y su mamá por todos lados. Sé quién es su madre porque en la sala de al lado de la mía, en el cementerio, estaba la foto enorme de ella. Los colores de las paredes son cálidos y todo aquí se nota que fue escogido con todo el amor posible.

Sube las escaleras, pero yo decido quedarme abajo, curioseando. Es genial ver la vida de otras personas, sin que éstas lo sepan, al menos se me hace interesante. Y más ella, tiene un estilo de vida distinto al mío, lo que me hace querer saber más.

Pasé un par de horas, o quizás más, observando e indagando en la parte de abajo de la casa. Pude escuchar como la chica rosa se duchó, y también, ahora supongo que está dormida. Porque hace media hora que no escucho ruidos en la parte de arriba.

Pero me equivoco, no está dormida, escucho un estruendo en las escaleras. Es ella bajando veloz, con el cabello húmedo. Una bata de dormir y pantuflas en sus pies. Sale corriendo de la casa, sin importarle siquiera, haber dejado la puerta abierta de par en par.

No saltes, yo te amo💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora