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Todos tenemos un punto débil. Y la chica rosa no es la excepción. Salió de la casa de Lady Caramelo con tanta exasperación que temí que hiciera una locura. Pero, gracias a Dios, no fue así.

Se quedó dormida y me ignoró todo lo que pudo. Le hablé y hacía como si yo no estuviera allí. Tapó con periódico todos los espejos o cualquier cosa que hace reflejo en la casa.

Supongo que, para no tener que ver mi despreciable rostro. Aunque, debo admitir, que me parece inmadura su decisión. Quiero decir, por algo ella me puede ver.

Estoy caminando sin son ni ton. En la parte de abajo de la casa de Nashell, mi exnovia. De verdad no tengo idea de cómo llegué aquí. Solo sé que ese cuarto me dejó intrigado. Lo que guardan ahí, tal vez sea el arma homicida. La causante de mi muerte.

Aunque no sé sí pueda llamarle así. Porque no sé sí estoy muerto, y Lady Caramelo lo que hizo fue confundirnos más.

Bufo.

Subo las escaleras. Espero no encontrarme a ambos teniendo sexo. Ella y mi hermano. Sería el colmo.

Cuando estoy en la parte de afuera de la habitación de Nash, escucho unos sollozos. Espero que sean lágrimas y no que esté...

Atravieso la puerta y sí, no me equivoco. Está llorando. Hecha un ovillo en la esquina de su cama. Sostiene algo, que solo puedo apreciar cuando me acerco. No sé porque ando sigiloso si ella no puede verme u oírme.

Sostiene una foto de nosostros dos.

—¿Por qué lloras? Si me traicionaste. No entiendo.

Por supuesto que no me puede escuchar.

Sigue allí. Derramando lágrimas.

Me siento a su lado.

Intento acariciarla. A ella la amé.

Me ayudó tanto a superar las mierdas de mi vida qué, aunque muchos me advertían de ella, yo no escuchaba. Yo pensaba que era envidia. Pensaba que el amor era ignorar esas cosas. Y a veces pueden no ser reales pero, ¡Vamos! Todos sabemos que la mayoría del tiempo son reales esos rumores.

Yo digo que en el amor se debe aplicar el "Nunca/Siempre".

Nunca confiar ciegamente en tú pareja.

Siempre arriesgarte a confiar en ella.

Espero que no sea confuso para ustedes.

Nash deja de llorar y seca en un movimiento tosco sus lágrimas. Corre hasta el baño y regresa con su celular. Está sonando. Toma aire y responde.

Dejando el altavoz activo. Típico de ella. Se cree una diva.

¿Qué sucede Steve?

—Amor, creo que hoy no llego... Algo se me complicó.

Silencio.

¿Nashell? ¿Sigues ahí?

—¡Sí! Ésta bien. Iré sola a la clínica. Nos vemos allá, mañana.

—Bien, cariño. Todo saldrá bien. Nos vemos mañana.

Fin de la llamada.

Ella se inmuta. Está observando a la nada, mientras derrama lágrimas a borbotones.

Nashell tiene lupus.

Así como ella me ayudaba, yo a ella. Éramos una especie de balanza. Qué si me permiten aclarar. Estaba muy bien nivelada. Ella estudia en una de las mejores universidades. Cómo yo.

Su familia no es tan adinerada como la mía, pero tienen buena base en el mercado. Y claro, ella es buena en cualquier deporte que se proponga.

Cuando le dieron la noticia, fue devastador. Ella duró, literalmente dos días en estado de shock. Poco a poco fue entendiendo que no es su culpa. Simplemente son situaciones que la vida pone a tu paso, para ver cómo te desenvuelves.

Algo así como lo que me sucede.

Tengo fe, esperanza de que todo esto sea una mala pasada del destino. Aunque sé que es poco probable... ¡No! Es imposible que un muerto resucite. No soy Jesús. No soy Dios.

¡Dios!

Llevo rato pensando en cómo hacer para entrar a la iglesia. Ni siquiera sé si pueda. Está cerrada, por supuesto, en vista de que deben ser como las tres de la mañana. Me armo de valor. El cuál pensaba que no necesitaba, ya que más bien Angélica me teme. Y traspaso las puertas de la iglesia.

Es curioso.

Es raro.

Es...

¿Distinto?

Siento paz.

Todo aquí me da tranquilidad.

Me siento y me dedico a observar las esculturas. La gente les dice santos, y sin ofender a niguna religión, para mí solo son lindas esculturas. No creo que el milagro lo haga una estatua de yeso. Y sí, soy católico y estoy diciendo eso.

Creo que el milagro lo hace Dios, o el santo. Pero desde el cielo.

¿Por qué querrían bajar a la tierra?

Rodearse de personas tan malvadas. Es mejor que ayuden al que lo merece, desde allá arriba. Hay un ruido que me sobresalta. La puerta de la iglesia se abre y me consigo con Camila. Camila Regalado.

¿Pero qué...?

¿Padre? —un extraño eco inunda el ambiente.

Pocos segundos después aparece el padre Charlie, como si estuviera listo para dar una misa.

Ven, hija mía...— ella lo persigue, cuando están en esa pequeña caja de madera donde hacen confesiones me doy cuenta que debe ocurrir algo grave para que ella venga a estás horas a la iglesia.

Debe cargar con algo que no la deja estar en paz.

Me doy vuelta para salir de aquí. Esto no me incumbe.

Justo cuando estoy por atravesar la puerta, la escucho hablar, de nuevo:

Padre Charlie, deme su bendición. Estoy a pocos minutos de salir de éste pueblo...

—En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Qué Dios y la virgen María te acompañen... Perdona la imprudencia hija, pero no creo que hayas venido a estas horas solo para que te dé la bendición.

—Pues no, necesito confesarle algo...

¿Qué hago yo aquí todavía?

Maldita sea Sam, eres un maldito chismoso.

Me doy vuelta y camino hasta ellos.

Dime querida, tú secreto estará a salvo conmigo.

—Yo los vi padre... Yo vi como mataron a Sam Yivcoff. 

No saltes, yo te amo💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora