▶PRÓLOGO◀

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—¿Por qué me traicionas? ¡Jamás creí que me hicieras esto

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—¿Por qué me traicionas? ¡Jamás creí que me hicieras esto...! Después de todo lo que he hecho por ti... 

—¡No seas cursi! Te lo mereces...—dice al otro lado del teléfono.

Sam acelera muy fuerte su manera de conducir, en esa carretera antigua, va de camino a la casa vacacional de la familia. Es allí donde siempre se libera de todos sus pesares, utilizando el saco de boxeo de su papá. Desde hace algunos años, ese ritual ha sido el único que lo ha hecho drenar por completo el mal ocasionado por sus pesares o decepciones.

Aparentar siempre ser alguien fuerte, poderoso... No es que sea un tarea sencilla para él, por más que lo intenta, no es algo que todos los días quiera hacer. Fingir...

—¿Sabes qué? ¡TODOS SABRÁN DE ESTO! ¡TE ARREPENTIRÁS POR SIEMPRE!

Suelta una sonora carcajada, aquella acción, al parecer no le ha causado remordimientos.

—Ya me da igual lo que sea que tú puedas sentir o pensar de mi.

—¡Bien!

Sam, finaliza la llamada.

Maneja tan rápido que las llantas de su auto rechinan en el asfalto. Ya no le importa tener conciencia frente el volante, si nadie la ha tenido con él y con su vida.

Después de un día tan arduo, odioso y pesado, por fin llega a su destino. Al fin se podrá descargar toda aquella ira y tristeza, ¿Por qué lo tienen que traicionar así? ¿Acaso no es suficientemente bueno con todos?

Baja del auto, con la respiración acelerada. Ni siquiera ha comenzando con el ritual de desestrés, y ya está azorado. Camina directo a la puerta.

Se detiene en el umbral de la casa vacacional, busca en el bolsillo de su traje las llaves de la casa. Por alguna extraña razón hoy, se le dificulta mucho conseguirlas, esto lo pone alerta. Se le suma a esto una cosa que pocas veces sucede, se abre la puerta de la casa y su pálida mano enseña con un movimiento delicado como sostiene sus llaves. Dejando ese sonido odioso del tintineo en el ambiente.

—¿Pero qué...? —expresa confundido.

Es extraño verle aquí, y más un día como hoy. De hecho, hace mucho que no cruzaban palabras, ni siquiera en persona. Y menos por teléfono. Pensaba que se había ido a otro país, que no estaba aquí, y es que con el tiempo se han ido alejando tanto, que desconoce cualquier novedad de su vida.

—¿Cómo..?

Sigue sin responder.

Sam decide darle frente a la situación, avanza hasta la casa escuchando como sus caros zapatos de suela invaden con un sonoro ruido toda la estancia, y cierra la puerta de golpe dándole la espalda al tiempo que escucha el ruido de una pistola desarmarse. Cierra los ojos.

¿Por qué nada de lo que sucede el día de hoy me sorprende?, piensa.

Se da la vuelta. Siempre armado de valor, nada puede asustarlo, de manera que ni siquiera el simple hecho de estar a pocos instantes de morir le causa temor. Nada puede quebrantar su calma, a excepción de la gran decepción que está sintiendo ahora.

—En serio, no me lo esperaba —expresa con perspicacia—, hoy es el maldito día de traicionen a Sam.

Esboza una sonrisa de medio lado. Ese gesto que todos odian, pero él ama por el simple hecho de saber que a los demás les molesta. Aunque Sam esté a punto de morir, siempre seguirá haciendo lo posible por molestar a los demás, ama tanto saber que sus actitudes le chocan a las personas, que por mero placer las ejecuta.

...

Lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece...

A pesar de no conversar a diario, Sam sabe que siempre fue una persona culta, en cada reunión demostrando sus frases de autores "poco conocidos" para Sam y cualquiera de los que le escuchaban, inclusive hasta en ese momento tan terrorífico no pudo dejar de regalarle a Sam una de sus frases. Esa tarde en la casa vacacional ocurrió una de las peores desgracias para la familia Yivcoff, muchos eslabones se quebraron, se pusieron a la vista las falsas alianzas y Sam comprendió, un poco tarde quizás, que no se puede confiar en nadie.

Tal vez sí Sam hubiera dicho a los demás adónde iba...

Tal vez sí se hubiera despedido de su madre ésta mañana de buena forma...

Sí le hubiera dado gracias a Dios por un día más...

Tantos "Si hubiera" que pasan por su mente, y que nunca se hicieron.

¿Por qué siempre tienen que suceder cosas malas para valorar lo que teníamos? 

Ahora Sam descansa en paz, 




o eso pensaron todos...   





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Prólogo, corregido y editado. Kisses 💋 Voten y comenten, please.

No saltes, yo te amo💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora