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🔮Lady Caramelo🔮

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Dice el letrero en su puerta. Con unas luces de neón que encienden y apagan.

Suspiro.

Hace un par de minutos que dejé de ver a Sam. El efecto de la hierba creo que ya pasó.

Toco la puerta, aunque parece que no hay nadie.

—¡Hola! —la voz de la enfermera.

Me doy vuelta y la consigo detrás.

—Hola... Yo...

—Sabía que volverías, está en tú destino.

Camina hasta la puerta, dejando en mi olfato un aroma peculiar. No lo distingo.

—Sam y tú están destinados.

¿Destinados? —escucho a Sam.

Al parecer aún tengo los efectos de la hierba.

—Sí, ambos tienen que ayudarse. Pasen.

Nos hace un ademán para que entremos a su casa y aunque dudé un poco, lo hice.

Me siento en un pequeño y naranja sofá. Dejo tamborilear mis pies contra una alfombra de color vinotinto. Estoy nerviosa.

—¿Quieres algo de beber? —niego.

La última vez que me ofreció algo para tomar terminé viendo fantasmas.

Se sienta de frente a mi. Sam, por su parte, permanece de pie en el medio de la sala.

—Vayamos al grano, por favor.

—¿Qué quieres saber Angélica?

—¿Cómo es posible esto?

Esboza una corta, y debo hacer énfasis, terrorífica sonrisa.

—Ya te lo dije, tienes el don.

—¿El don de qué?

—De percibir cosas, querida. Puedes ver fantasmas. Sentir su presencia. La cosa es, que te has cegado tanto a la idea, que tú perspectiva ha ido cambiando. Yo solo... Te encaminé nuevamente.

Suspiro.

—¿Y cómo es qué no puedo ver a mamá? ¿O a Malcolm?

Escucho un quejido de parte de Sam.

¿Tú hermano murió?

—Fue un accidente—. Expreso con recelo.

—Porque ellos ya están del otro lado —interviene Lady Caramelo.

—¿Entonces Sam todavía no cruza?

—Algo así. Sam no está ni aquí, ni allá.

Sam toma siento a mi lado. Puedo observar claramente cómo se hunde el asiento. Esto me causa escalofríos.

¿Sabe quién me mató?

Ella se aclara la garganta.

—¿Qué te hace pensar que estás muerto?

Mis ojos se humedecen...

—¿Está vivo?

Se encoge de hombros.

—Solo él—, señala hasta el espíritu que está a mi lado —tiene el poder para decidir eso. Nosotros mismos decidimos si morir, o seguir. Dios nos pone la prueba, la decisión es nuestra.

—O sea que el cuerpo de Sam está en algún lugar lleno de vida...

—Yo, no lo vería así. Por cierto, ¿Por qué decidiste cortarte con el espejo?

Frunzo el ceño.

Pero sigo su mirada y está observando mi mano cortada.

Trago saliva.

—No fue nada.

—Ya entiendo porque su destino está marcado. Estás desperdiciando algo que Sam desea con todas sus fuerzas: La vida.

Me quedo callada. Ella no sabe todo lo que he pasado, no es nadie para opinar.

¿Por qué Angélica? —rompe el silencio el fantasma.

—¿Por qué no ella? ¿Nunca te dijeron que al morir las almas intentan terminar aquello que dejaron inconcluso en vida?

Asiente.

—Hay algo inconcluso entre ustedes. Deben resolverlo. Pero, no es algo del pasado. Es algo del presente. Deben ayudarse, mutuamente. Así podrán salir de esta pesadilla.

Me aclaro la garganta.

—¿Seguiré viendo a Sam?

—Si mantienes tomando la hierba por unos días más, sí. Es tu decisión.

¡Un momento! Ella me vio cuando se desmayó en el cementerio y ahí no estaba tomando las hierbas...

Lady Caramelo sonríe dulce. Ya no le tengo tanto miedo.

—Es lo que dije, querido. Angélica tiene el don. Es solo que tiene miedo.

Bufo.

—¿A quién no le daría miedo semejante cosa? Es más, ¿Quién me asegura que esto no es un sueño?

—No lo será. Ya decidiste abrir tu mente, tú alma. Y ahora Sam formará parte de ti.

Me doy un golpe en la frente.

¿Qué vergas?

Una cosa más... Allá afuera. Hace unos minutos cuando llegamos, le dijiste a Angélica "sabía que volverías". ¿Has venido antes?

Sam se dirige a mi.

Pero, ni porque esté dopada con estas infusiones recuerdo haber venido antes aquí.

Niego.

—Viniste, cuando eras más pequeña. Tú madre te trajo, y hablaron con la mía. Mi mamá era vidente, al igual que yo. De manera que acudieron a ella.

—¿Y por qué? —frunzo el ceño.

—Predijiste la muerte de tú hermano.

Me levanto como un resorte de ese sofá.

—¿Qué yo que? Estamos mal. Usted no sabe nada de mi hermano. Ni de mi. Me voy.

Camino hasta la puerta.

Espera, ¿No quieres saber más?

Permanezco de espalda a ellos.

—No, Sam. Ya sé que todo esto no es real.

No saltes, yo te amo💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora