Angélica actuó toda la mañana como una niña de cinco años. Y ahora se regresó a la oficina, para que le diga los detalles de lo que me sucedió.
¿Saben qué?
No le pienso decir.
Total, ella no puede hacer nada. Ella no me puede ayudar. No tiene pruebas.
Yo por el contrario, sí las tengo. Tal vez si indago solo, como debí hacerlo desde hace días cuando aparecí en mi velorio, quizás ya hubiera terminado de descansar en paz.
—Nada. No es nada importante—, respondo a la chica rosa quién se regresó a la oficina.
—¿Estás seguro? Porque puedo quedarme aquí y ayudarte.
¿Por qué ahora tanta amabilidad?
Porque me ve solo. Derrotado. No quiero su lástima, y menos su compasión.
Niego con la cabeza y salgo de aquí.
No quiero estar en esa cafetería. Siento el aire pesado, y sí, ya sé que se supone que yo no debo sentir nada de eso. Pero así creo que está.
Camino de aquí para allá. No tengo a dónde ir. Pasé toda la noche cuidando de Nash, hasta que se quedó dormida en el hospital.
Visité a Sofi. Y al parecer el cretino está de viaje, porque ella estaba sola.
Y fui al cementerio. A observar mi tumba. Mi vacía y simbólica tumba. Sí, hice todo eso, antes de caer en la cafetería para recibir el rechazo de la chica rosa. Ahora, otra vez, no tengo nada qué hacer.
Deambulo por la ciudad. No hay novedad. Paso por la casa de Lady Caramelo y al parecer no hay nadie. Es la única persona con la que podría hablar. Ya que Angélica me odia.
Observo el jardín de la casa de la vidente y me consigo con un viejo artículo de periódico. Dónde sale mi rostro. Me agacho hasta quedar en una distancia considerable y comienzo a leer:
—Ha pasado una semana desde la desaparición del hijo mayor de los Yivcoff. Sam. De Veintidós años. Quién salió despavorido de su casa, el día de su desaparición. Al parecer, según una de las empleadas de su mansión, se encontraba discutiendo con su novia por teléfono...
¿Discutí con Nashell?
¿Por qué?
Camila le dijo al padre que vio a tres personas en la cabaña. Dos hombres. Una mujer...
Flashback:
☸
—Dime querida, tú secreto estará a salvo conmigo.
—Yo los vi padre... Yo vi como mataron a Sam Yivcoff.
Me paralizo. Como si aquello fuera posible. Pero de verdad algo recorrió por mi columna vertebral.
Me posiciono al lado de ella. No puedo perder detalles.
—¿Estás consciente qué lo que me estás diciendo ahora mismo es algo que tienta contra tu alma y con la voluntad de Dios?
Ella asiente con lágrimas en los ojos.
¿Cómo es posible qué ella haya visto mi muerte si hace años que no la veía? Desde el bachillerato.
—Verá, padre... Yo salía con éste chico. Steve. Es el hermano menor de los Yivcoff. Estábamos en la cabaña...
—No necesito ese tipo de detalles...
—Bien—, traga saliva —estábamos en la cabaña. Y de repente se escuchan ruidos en la parte de abajo. Él se asomó por la ventana y vio el auto de su hermano. Se escuchó claramente como las llantas raspaban el asfalto. Estaba muy apresurado. Tomó su celular y maldijo. Dijo algo así como: "Sam ya lo sabe todo..." Y me pidió que me fuera.
Las lágrimas salen de sus ojos como si tuviera una tubería instalada en su cuerpo.
El padre Charlie permanece callado. Entiendo que no apoya lo que ella está narrando.
Camila sorbe su nariz y sigue:
—Hace un día vi a Angélica. Y aquello me trajo la culpa. Recuerdos. No puedo seguir aquí. Y si hablo, tal vez Steve pueda hacerme daño.
—¿Viste el rostro de quiénes estuvieron allí?
Ella niega con la cabeza.
—Solo ví sus ropas. Y cuando salí por la parte trasera de la cabaña, los vi de espalda. Observando el cuerpo sin vida de Sam.
¡Oh, mierda!
Steve me mató.
Mi hermano.
—¿Dices qué el hermano de Sam lo mató?
Ella niega e intenta secar sus lágrimas.
—Él no fue. Steve simplemente me pidió que no bajara, pero yo observé todo desde las escaleras. Él no hizo nada. Las otras personas, no tengo idea de cómo aparecieron.
—¿Los reconocerías sí los ves?
—Jamás podría olvidar aquellos largos y negros cabellos, hasta el perfume de esa chica pude percibir. Al otro... Es un hombre muy fornido. Sam lucía muy afectado al verlo. Se sentía... ¿Traicionado...?
¿Traicionado?
¿Habrá sido Nashell?
Cualquiera se puede teñir el cabello de negro. Yo lo hice.
☸
Fin del flashback.
—¿Hola? —la voz de Lady Caramelo.
—Necesito hablarte —digo.
—Lo imaginé. Angélica en estos momentos no cree ni en ella misma.
—Es estresante.
—Tienes que darle su tiempo, no es sencillo. Para mí no fue fácil de niña, saber que todos esos mounstros debajo de la cama eran reales.
Suspiro. O al menos hago ese gesto.
—¿Me puedes decir qué sucedió con el hermano de Angélica?
—Claro—, enseña una sonrisa de medio lado —pero debes dejar las angustias del lado de afuera.
Toma sus llaves y abre la puerta.
—Adelante, Sam.
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No saltes, yo te amo💖
RomanceNo saltes... ¡Yo te amo! Angélica Stanley. Sam Yivcoff. Dos personajes que tienen poco en común, pero la vida se encarga en hacer que se encuentren... ¿Más allá de la muerte? Sam cree que su misión, luego de...