¿Es Hoodie?

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Llegamos a la cabaña y todos estaban alrededor de aquel que me ofreció la rosa hace unos minutos.

—Ah, claro, ese era el tío de Slenderman —Pensé.

Pero de repente todas las miradas se fueron a mí y a Hoodie.

Me puse colorada y me moví para dirigirme a mi cuarto pero choqué con Slenderman, que acto seguido se acercó a Offenderman mientras me agarraba de la mano.

—Buenas noches, tío. Como habrás visto, tenemos a una persona aquí que no conoces, ella se llama Gem y el por qué está aquí ya te lo contaré más adelante, espero que tu estancia aquí sea calmada y por primera vez, sin sorpresas de media noche y por supuesto no intentes acercarte mucho a ella, te aviso de antemano pues tu y yo sabemos muy bien de qué hablamos.

—Hola Gem, yo soy Offenderman, encantado —Se presentó y sonrió esperuznantemente mientras me agarraba la mano y depositaba un beso ahí.

Él me daba mala espina y no sabía por qué y por mi bien, nunca querría saberlo.

...

Pronto llegó la hora de dormir y yo estaba dispuesta a acostarme pero entró Toby exhasperado y le pregunté qué le ocurría. Me dijo que no le gustaba la visita de su tío aquí y que en estos días no iba a dormir muy agusto. Le pregunté el por qué pero se calló y se tapó con la sábana, luego me dijo que mejor que nunca lo supiera. Iba a insistir pero apagó la luz y me deseó buenas noches, lo que daba por echo que no iba a hablar más. ¿Por qué nadie me lo quería decir? ¿Tan malo es?

...

Comencé a dar vueltas por la cama intentando conciliar el sueño, pero no podía, la duda rondaba por mi mente, por lo que me levanté para ir a por un vaso de leche pero al bajar por las escaleras sentí algo obstaculizándola y caí por éstas. Luego escuché alguien bajando rápidamente las escaleras y justo cuando me iba a quejar me tapó la boca.

—Soy Hoodie, Gem, cálmate —Respondió pero me quité su mano de mi boca y susurré:

—¿Y qué cojones haces en las escaleras?

—Eso no te importa —Respondió mientras se levantaba.

Iba a hacer lo mismo pero al apoyar el brazo para levantarme, me di cuenta de que me dolía mucho y me quejé, Hoodie se dio cuenta de eso y me ayudó a levantarme.

Me quedé estática por su comportamiento, pues aseguraría que el se iba a ir y me iba a dejar aquí.

Al levantarme y apoyar mis pies me dí cuenta que el izquierdo también me dolía y gracias a que Hoodie me tenía agarrada por el brazo no me caí, aunque rápidamente puso su brazo alrededor de mi cintura para reforzar mi agarre.

Me ruboricé por tal acto.

—¿Para qué bajaste? —Preguntó susurrando muy cerca de mí.

De repente se me olvidó para qué bajé.

—Yo... Eh... Yo bajé para...

—Da igual, hay que ir a la cocina y desinfectar las heridas, ahí está el botiquín de emergencias —Avisó y me llevó hasta allá.

Me quedé anonadada por su comportamiento hacia mí. Seguro que me verá como una tonta por olvidarme para qué vine, pero ahora eso no me importaba.

Me ayudó a sentarme en la silla y trajo el botiquín, lo abrió y agarró mi mano, sentí un cosquilleo ahí y comenzó a hablarme pero yo no escuchaba nada de lo que decía, de repente sentí que me dolía la herida del brazo y grité, él rápidamente puso su mano en mi boca.

—¿Acaso no escuchas cuando te hablo? ¡Te dije que te iba a doler y que no gritaras por nada en el mundo!

Al decir eso quitó su mano de mi boca y me sentí una estúpida.

—Es que, es insoportable —Admití y Hoodie, que estaba acercando el algodón de nuevo a la herida me miró.

—¿Tan débil eres? —Me preguntó.

—No, solo es que me duele mucho.

—Entonces agarra mi brazo y cuando te duela, apriétalo —Respondió y alzó su brazo acercándomelo.

Me ruboricé de nuevo.

—Pero te va a doler —Respondí.

—No soy tan quejica como tú —Respondió, aunque parecía que lo hizo con tono de burla.

—Oye —Respondí y le pegué y rió.

¿Se rió? ¿Realmente se rió?

Mi corazón empezó a latir más rápido y no sabía por qué.

—Está bien, allá voy —Avisó y acercó el algodón en la herida. Agarré su brazo con fuerza pero él ni se inmutó.

—¿Has visto como no ha sido para tanto?

—¿Que no? ¡Moría de dolor!

—Pues ahora toca la pierna —Avisó y se puso de cuclillas para llegar mejor.

Yo agarré su brazo antes de acercar el algodón hacia la herida hasta que finalmente la curó.

—Tienes la espinilla hinchada, mañana se te bajará la hinchazón, pero tendrás un gran moretón —Me hizo saber.

Miré hacia el refrigerador y me acordé para qué había bajado.

—¡Yo bajé para tomarme un vaso de leche! —Exclamé.

—¡Baja la voz! —Gritó en un susurro.

Me levanté para agarrar un vaso, aunque con dificultad pero Hoodie me dijo que me sentara e hice lo que me dijo.

Él se acercó donde estaban los vasos y agarró uno, luego tomó del refrigerador la leche y la echó ahí para después calentar el vaso en el microondas y acercármelo a mí.

—Ten cuidado, está un poco caliente.

—Gra... Gracias —Agradecí mientras él se subía en la encimera y me respondió "no hay de qué".

Estos minutos valen oro.

Al probar la leche me dí cuenta de que estaba muy caliente. Iba a gritar pero sabía que no debía, así que dejé rápidamente el vaso en la mesa y comencé a abanicarme con la mano la boca, como único recurso.

Se escuchaba una leve risa, proveniente de Hoodie y le miré.

—¿Te parece divertido? —Pregunté.

—Demasiado —Respondió mientras se aguantaba la risa.

—Genial —Respondí malhumorada.

Hoodie se bajó de la encimera y se acercó a mí para agarrar el vaso, tomó otro y lo echó ahí, repetidas veces hasta que se enfriara más y me acercó el vaso. Esta vez cuando lo probé, estaba con la temperatura perfecta y me lo terminé rápidamente.

—¿Por qué me has ayudado? —Quise saber.

—Fue mi culpa que te cayeras por las escaleras —Respondió.

En eso tenía razón. Pero igualmente, nunca hubiera imaginado esto viniendo de él.

Después Hoodie me ayudó a levantarme y a llegar a mi cuarto. Le agradecí por todo y ya pude dormir bien.

Encapuchado『Hoodie』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora