La Misteriosa Enfermera [McShevell]

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Paul McCartney observaba con detenimiento las extensas y llamativamente verdes colinas del sur de Londres. ¡Bellísimas!

El Sol se escondía en el Horizonte, ya era hora de volver a la realidad, volver al ajetreante mundo del trabajo, las tarjetas de crédito y ser un "Padre ejemplar".

Todo estaba bien, Mcca tomo las riendas del caballo, la orden: Dar media vuelta y volver a los establos, pero no vio la gran serpiente en la hierba.

Su valiente corsel, entro en pánico, relincho con fuerza, se alzó sobre sus patas traseras y dejó caer a Paul de su lomo.

Su cuerpo cayó cual costal de patatas, sintió la húmeda hierba debajo de su camiseta de algodón y su cabeza impacto sobre una roca.

Quedó inconsciente.

-¡Gracias al cielo despertaste!-dijo una amable y dulce voz, su dueña una hermosa morena tenía un botiquín sobre su regazo-Estas en tu casa.

-¿M-mi casa?-Paul se toco la cabeza-¿Q-que rayos me paso?.

-Tranquilo, fue un golpe fuerte, ¿Cuál es tu nombre?.

-Paul McCartney.

-Bueno Paul McCartney, necesito limpiar esa fea herida en tu cabeza.

-No creo que sea necesario.

-Claro que si anda-se lo llevo a rastras a la cocina.

Una vez ahí, tomo la cabeza lastimada de Paul, abrió el grifo y dejo caer la fría agua sobre la herida, las manos de aquella mujer eran suaves y pequeñas en comparación con las de Paul.

-Okey, esto dolerá un poco-cerro el grifo-Aunque, quizá esto necesite unas cinco puntadas.

-No exageré señorita.

La mujer le extendió un espejo.

-Mierda.

-Sabes Paul McCartney, puedo coserla, si quieres claro.

Paul simplemente asintió con la cabeza.

La castaña tomo una gasa, y luego la sustituyo por un trozo de algodón humedecido con anticeptico, lo paso con delicadeza por la herida.

Paul, recordó cuando tenia cinco años, cayo de su bicicleta y corrió a la cocina en busca de su madre, quien lo sentó a un lado del fregadero, limpio su herida, donde había sangre que fue remplazada por una pequeña bandita y un tierno beso en el área afectada. Era como si Mary McCartney, estuviera ahí, así se sentía Paul, esa calidez y protección de madre, que años atrás perdió.

Nancy termino de apretar el vendaje, tomo la cabeza de Paul y la beso.

-Yo... lo siento-el sonrojo se hizo presente-Solía hacer esto con mi hijo.

-Tranquila, ya me siento mucho mejor.

La miro a los ojos, eran castaños, cómo dos bellotas en otoño, de hecho la mujer era hermosa, era aquella belleza natural, pero a la vez "Mírame y no dejes de hacerlo" para McCartney eso decía el rostro de la dama.

-¿Cómo es tu hijo?

-Es Doctor, trabaja en el centro de Londres.

-Vaya, desde aquí.

-El vive en Londres, suele venir en Navidad, ¿Tú tienes hijos?

-Cinco, la menor tiene diez años.

-¡Wow!, Realmente son afortunados.

-Yo no le llamaría fortuna.

-¿Porque?

The Beatlegirls One-Shot'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora