||CHERIK|| - ‡Enséñame a amar de nuevo‡ - (m-preg) (omegaverse)

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Llegó el momento. El asalto al pentágono estaba listo.

Hank entró junto a un grupo de turistas de visita, y activó una pequeña máquina con señales de radio que desactivó la seguridad del lugar. Tenían unos diez minutos para sacar de allí a Erik.

Peter se coló en el ascensor que bajaba directamente al lugar donde estaba recluído, y allí esperó hasta que se movió un poco. Robó la ropa del guardia de seguridad y se la puso, saliendo cuando llegó a su destino cargando la bandeja de comida que debían llevarle a esa hora. Esperó que las puertas se abrieran y pasó hasta la jaula sin metal, dejando la bandeja resbalar por el lugar donde debía hasta el suelo del lugar.

El pelirrojo leyó confundido la nota donde decía "cúbrete", y al mirar hacia arriba de nuevo pudo ver al peliplateado haciendo vibrar sus manos a alta velocidad, logrando que el cristal reforzado se hiciera pedazos. El mayor casi no llegó a cubrirse, pero lo hizo justo a tiempo.

Lo demás fue historia: ayudó a Erik a salir del agujero blanco y miraron hacia la puerta.

—¿A qué esperamos? Hey, hey, ¿por qué me sujetas la cabeza?— Preguntó, mirando de reojo al adolescente, que sonreía mucho.

—La puerta se abrirá en veinte segundos y habrá como treinta tíos apuntándonos y por el impacto espinal— Respondió rápidamente, y antes de que le diera tiempo al de ojos verdes a preguntar, el muchacho ya había salido corriendo a la velocidad del rayo, atravesando los guardias y llegando hasta el ascensor, que se cerró justo cuando llegaron.

Erik se sujetó de la pared con una mano, sentía que le habían machacado por dentro.

—Te lo dije, el impacto espinal— Dijo sonriente mientras se desnudaba, cambiándose a su anterior ropa.

Lo gracioso fue al abrirse las puertas.

Sabiendo que el ascensor abriría sus puertas en la cocina, Logan y Charles habían tratado de no asustar a nadie mientras se activaban los aspersores.

—Es sólo un simulacro— Aseguró el omega con una sonrisa nerviosa, aunque Logan al final terminó asustándoles.

Volviendo al momento en que las puertas del elevador se abrían, mostrando a un Erik muy sorprendido. Charles se giró y tal cual le vio, le propinó un puñetazo tremendo en la cara.

—Yo también me alegro de verte, Charles...— Murmuró sonriendo de lado, adolorido.

—¡Eres un imbécil!— Gritó mientras se sobaba la mano. Le había dolido más a él que a Erik.

Pero ese no era el único problema que tenían... Pues los guardias pronto les rodearon, con pistolas de cristal.