CAP. #17

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Gabriela

Subo las escaleras sin detenerme, entro en el primer cuarto y rápidamente cierro la puerta apoyando mi espalda en la puerta mirando el resto de la habitación, tenía un baño propio, agua potable y una cama grande; después de lo que había pasado en la mañana lo que menos quería era acercarme a un hombre, había matado a demasiados por hoy, pero la necesidad de defender al chico era mayor al asco que pudiese sentir, era un hecho estarían en la misma cama una noche más.

Exhalo fuertemente y me aparto de la puerta, voy directamente al baño y me doy una ducha, salgo rápidamente de ducharme ya que no quería llorar, nunca me era necesario y ahora no lo seria. Conseguí algo de ropa en el armario, la cual tuve que cortar para que no lastimara mi pierna, por la hinchazón no pude colocarme el zapato, esto era horrible, y no hablaba sólo de la herida.

Dejo mi capa cerca por si hubiese una emergencia y me arrojo en la cama con cuidado de no lastimar mi pierna, en cuanto mi cuerpo toco el cómodo colchón mis lágrimas salieron recordando todo lo que pasamos en uno de los campamentos anteriores, y mi madre intentando protegernos y como sufría mientras lo hacía. Esto era doloroso, pensar que hoy estuve a punto de sufrir lo mismo, fue hace mucho pero como olvidar nuestro primer enfrentamiento con algo vivo, ese día fue el primero que mi madre se dio cuenta de que si quería protegerme debía hacerlo de los vivos también, ese día entendí porque me habían dado la capa.

Estaba acostada a punto de dormirme hasta que un molesto golpeteo sonó en la puerta, seguidamente Grimes estaba dentro de la habitación–Gabriela, ellos tienen comida y yo creí que querías comer algo. Mañana será un largo viaje.

–No tengo hambre –dije y me volteé en la cama de una manera donde no pudiera ver mi rostro–. Sólo quiero estar sola.

–No deberías de pedir eso, hoy fue un día difícil. Mañana también lo será necesitas energía. –yo sólo lo ignoro, pero él no se mueve

–Sólo déjame, ya te lo dije. –él se dispuso a salir

–Sólo recuerda que, si necesitas algo yo estoy contigo. –mi cuerpo se encogió y empecé a sollozar en silencio, él sólo se fue

Limpie mis lágrimas, me senté y me mire en el espejo grande que era parte de la cabecera de la cama, había cambiado tanto que ni yo misma me reconocía, tomé varias largas respiraciones para controlarme. Comencé a buscar en los cajones y me encontré con dos argollas plateadas, las tomé y al terminar de colgarlas en mis orejas una visión volvió a mi mente.

<<Flash back>>
–¡Mami! ¿Sabes qué es esto? –ella miró las dos lindas argollas en mis manos

–Es... Es mi regalo de compromiso. –dijo sonriendo con tristeza

–¿Y para que los pendientes? Son más bonitas las zapatillas de cristal.

–También tienen esto –dijo y señaló un delicado collar plateado en su cuello con un dije de una cruz– y esto...–me mostró en su mano un precioso anillo junto a otro del mismo tono, pero más sencillo

<<Fin>>

Inconscientemente comencé a revisar los cajones cerca de la cama, buscando algo similar a lo que mi madre tenía, en uno había un joyero, deberían de estar ahí, ya que con el asunto del fin del mundo las cosas valiosas ya no importaban, ahora importaba más la comida que el oro.

Abrí el joyero y encontré una caja negra, al abrirla tenia dentro una cadena de oro, que tomé con delicadeza y coloqué en mi cuello, solté mi cabello y lo acomodé a los lados de mi rostro intentando imitar a mi mamá y su peinado diario.

–Te queda bien, eres como ella, bastante hermosa –esa era la voz de Zoé, volteé violentamente cuando la escuché, estaba de pie en la puerta, de inmediato cubrí mi rostro con mi cabello y comencé a quitar los accesorios de mí cuerpo, la escuché reír–. El chico me dijo que no quieres comer, necesitas fuerza y perdiste mucha sangre.

–No tengo hambre, yo quiero estar sola –ella se sentó a mi lado–. De acuerdo, sutil manera para entender que no te iras, y no me sorprende ya que siempre has sido...

–Obstinada. –ambas sonreímos un poco

–Sí, eso también. Pero, no somos las mismas de antes.

–Nadie es el mismo desde hace mucho tiempo y lo sabes –ella tomó un cepillo y me miró–. ¿Puedo –yo asentí y me di la vuelta para que pudiera cepillarme el cabello–? No puedo creer que seas tan ágil y fuerte.

–Tú y Emma lo son también, pero creo que ella está enojada conmigo. También recuerdo a una tal, ¿Amber? ¿Saben algo de ella?

–No –su mirada era triste, dejando el cepillo de lado y poniéndose de pie me habló–. No había visto tu rostro desde que esto comenzó por la capa, pero ahora con esos accesorios y sin la capucha me doy cuenta de que eres igual que tu madre –bajé mi rostro y el calor se apoderó de mis mejillas, ella caminó hacia la puerta, volteó y me dijo–. Baja y come algo. No es sugerencia.

Salió de la habitación y unos minutos después yo también lo hice, cuando comencé a bajar las escaleras escuché la voz de Dom–El vino mientras más viejo, más bueno. –él arrastraba un poco las palabras

–No quiero. Eso me da asco. –respondió Grimes, algo molesto

Ellos dos voltearon hacia mí, pero Dominic reaccionó primero y corrió a ayudarme, Grimes salió tras él–No creo que...–ninguno le prestó atención a las advertencias de Emma

Zoé tomó el brazo de Dom–Lo siento Dominic, pero por la botella casi vacía y tus comentarios estúpidos, apuesto que se caerían juntos.

Grimes tomó ventaja y llegó hacia mí–¿Tienes hambre? ¿Te puedo ayudar? –dijo ofreciéndome su mano como ayuda para poder bajar, el miro mi rostro y aparto su mano–Lamento si fue demasiado-

–No es tu culpa. –dije en un tono compresivo colocando una mano en su hombro para apoyarme, él me sonrió y caminó hacia abajo lentamente para darme tiempo

(...)

–No puedo creer que no les guste el vino. –dijo Zoé sonriendo

–Éramos pequeños cuando comenzó todo –dije restándole importancia–. Me llevo al mocoso y si, antes de escuchar estupideces, ahora soy su niñera. –ellos rieron un poco y yo me acerqué a Carl moviendo su hombro un poco para hacerlo despertar, en cuanto me miró despertó rápido y caminó conmigo hacia el segundo piso

Al entrar a la habitación el me mira y después a la cama–Si quieres puedo dormir en el sofá de abajo, la verdad no me importaría. Solo quiero que no te sientas incomoda, sé que hoy no fue tu mejor día, entiendo si necesitas estar sola y descansar, yo lo de veras lo ent- –lo interrumpí poniendo mi mano en su boca

–Deja de hablar tan rápido. Estaré bien, además, es mi responsabilidad cuidarte y no es la primera vez que dormimos juntos... –su rostro se sonrojó bajo mi mano, quité mi mano avergonzada por lo que había dicho

–Te ves linda cuando cometes un error –lo miré–, me refiero a que casi nunca dices nada que no debas y eso... –sonrió

–Ven, voy a cambiarte esas vendas.

–No, yo lo haré.

–No te estoy preguntando. –dije mirándolo

–Lo que hay debajo de las vendas, no te va a gustar... –dijo con aire triste

–Grimes –susurré–... No seas idiota y siéntate, te prometo que no diré nada. Será nuestro secreto, ¿ok? –comenzó a caminar hacia mí algo dudoso

Sin SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora