Vuelta a Madrid

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-LEVANTA LAURA VENGA QUE PERDEMOS EL AVIÓN Y NO PODRÁS VOLVER A CASA CON TUS NOVIOS.- Gritó Miguel.

-¿¡Qué!?- Grité mientras me levantaba.

-Es broma. Aún faltan como 4 horas.- Sonrió.

-Idiota.

-Te esperan en el salón.- Objetó ignorando mi insulto.- Quiere hablar contigo.

-¿Quién?

-Isaza, se ha dormido en el sofá, te trajo borracha.

-Pues no tengo resaca.- Dije rascándome la cabeza.

-Estarás acostumbrada. Ya me contó María que bebes como siempre y más.

Fuí al salón. Estaba allí Isaza dormido estirado en el sofá. Era bastante achuchable cuando dormía. Le di un beso en la frente. Él se levantó con una sonrisa dulce y vaga. Yo le miré sin poder evitar sonreír.

-Este sofá es muy incomodo.- Obejtó.

-Deberías haberte venido a mi cama.

-Sería ir demasiado rápido.

-¿Prefieres destrozarte la espalda antes que dormir conmigo?

-Hubieses pensado mal.

-Me hubiese alegrado. Anda, vente a mi cama antes de que te quedes sin espalda.

Me dormí (otra vez) a su lado. Cuando dormía parecía un niño pequeño. Bueno, un niño pequeño con barba y pelo largo. ¿Era cosa mía o me estaba enamorando más de Isaza día a día? Puede que, poco a poco, se aclarase mi corazón. Isaza abrió los ojos lentamente y se me quedó mirando. Me regaló una cálida sonrisa.

-Te quiero.- Me dijo dándome un beso.

-Yo más.- Sonreí.

-Laura... Necesito romper con mi novia antes de irme.

-Tienes razón.- Dije abrazandole más fuerte.

-¿Cómo dejarías a una loca?

-Pues con un: "No es por ti, es por mi" o "Siempre estarás en mi corazón pero la distancia es inmensa."

-¿Has dejado a mucha gente?- Preguntó.

-Solo a quienes se lo merecen.- Respondí.

-Espero no merecerlo nunca.

-No te quiero perder, conejito.- Dije mientras me pegaba más a él.

-Ni yo a ti...- Dijo acercando su cabeza contra la mía.

Cuando me pude dar cuenta nos estábamos besando otra vez.

-¿Crees que es demasiado pronto?- Preguntó Isaza.

-¿Crees que es demasiado tarde?- Sonreí.

-Tienes razón.- Dijo antes de besarme otra vez.

Parecía que fuese nuestra primera vez. Ambos teníamos vergüenza. Pero bueno, no pudimos hacer mucha cosa porque cuando ambos nos sacamos las camisetas llegaron todos. Nos vestimos otra vez y salimos de la habitación.

Enamorada de ambosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora