Mis vecinos los músicos

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Estábamos muy a gusto en el sofá hasta que nuestros amados vecinos de arriba empezaron a tocar. Aún eran las 11 de la noche así que tampoco molestaban mucho. El problema es que siguieron tocando. Eran las 3 de la mañana y ni siquiera esa cama tan mullidita conseguía que me olvidase de ese ruido. Así que decidí ir a quejarme. Nada más salir de casa me encontré con la vecina de al lado: Una señora muy mayor con el pelo grisáceo y un bastón de madera.

-Si no consigues que se callen llamaré a la policía.- Amenazó la mujer enfadada.

-Vuelva a su casa tranquila. Yo haré que se callen.- Le intenté tranquilizar.

Subí al piso de arriba y aporreé la puerta con todas mis fuerzas. Pero solo pude oír los murmullos de unos chicos diciendo: "Te toca ir a ti" o "Yo ya fui la última vez". Después de un rato esperando escuché pasos lentos que se acercaban a la puerta. Me abrió la puerta un chico bastante alto, con el pelo castaño casi negro y largo, ojos y barba a juego con aire desañilado y despeinado. Tenía cara de miedo como si yo fuese un fantasma. Pero eso no iba a calmar mi ira. 

-¿¡QUÉ HACÉIS TOCANDO A LAS 3 DE LA MAÑANA!?- Grité echa una furia.

Antes de que el chico pudiese responder María ya estaba detrás mio presentándose a todos felizmente.

-Oye, ¿queréis pasar?- Preguntó un chico casi tan alto como el anterior, pero con el pelo más corto. 

Iba a soltarles un no rotundo pero María ya estaba dentro sentada en el sofá.

-María, ¿qué coño haces?- Le dije algo molesta.

-Lau, entiendo que estés mal porque tu ex/vecino se haya comportado como un gilipollas pero estos tíos son majos.- Respondió guiñándome un ojo.

-Pero si los acabas de conocer.- Le solté girando los ojos.

-Laura, tienen cervezas.- Dijo mi compañera mientras agarraba felizmente una cerveza fresquita con hielo.

Entré como una bala a por una cerveza. Mi adicción al alcohol me jugaba malas pasadas. No pasaron ni 2 minutos y alguien aporreaba la puerta. Todos pusieron ojos como platos.

-Uy Monchi, valió usted.- Dijo el chico que me abrió la puerta justo antes de salir corriendo hacia una de las camas.

Todos se fueron a esconder, yo incluida. No encontraba espacio así que seguí los pasos del chico que salió corriendo. Me metí en una de las camas. 

-Espacio vital...- Susurró una voz en mi oído.

Pegué un salto. Estaba en la misma cama que el chico que me abrió la puerta. No en el sentido sexual, tristemente. 

-¿Nunca has estado en la cama con una chica?- Susurré con una pequeña sonrisa en la cara.

-No con alguien que no conozco y que sus primeras palabras nada más verme fueron gritos.- Se rió.

-Si me hubieses dejado dormir no te hubiese gritado.- Dije algo molesta.

-Nadie duerme a estas horas.

-Yo si.- Dije medio gritando antes de girarme y toparme con su boca de frente.- No te acerques tanto.

-Te has girado tú.

Oímos cerrarse la puerta y salimos de la cama ambos sonrojados. Fuimos al salón donde un chico con gafas parecía un poco preocupado.

-Hey Simón, ¿qué tal?- Dijo el chico que me abrió la puerta.

-Nada Isaza, tienen mi pasaporte fichado. Y casi nos multaron por 6.000 euros. Y que cantamos bien. Casi me reportan.- Respondió ese tal "Simón".

Todos los chicos se giraron hacia María y yo. Las cuales estábamos completamente calladas observando.

-Oye, ¿quiénes sois?- Preguntó Simón.

-Yo me llamo María y ella Laura.- Nos presentamos María y yo.

-Yo soy Simón.- Dijo el chico de las gafas.

-Yo Isaza.- Se juntó con aires cortantes el chico que se metió en la cama.

-Yo Martín.- Soltó un chico bajito y con el pelo largo que estaba sentado en el sofá.

-Y yo Villamil a su servicio.- Sonrió un chico con el pelo corto bastante atractivo.

-Espera... ¿¡SOIS MORAT!?- Gritó de la emoción María. 

-¿Cómo van a ser Morat? ¿Dónde está el pivonazo que llevaba sombrero?- Dije inspeccionando uno a uno a los chicos.

-Supongo que soy yo.- Respondió Isaza poniéndose un sombrero negro.

Mientras me daba cuenta que había hecho el ridículo María me miraba con cara sexy.

-Laura... ¿Tú no eras la que dijiste que solo saldrías con el chico del sombrero de Morat? Aquí lo tienes.- Sonrió.

-CÁLLATE.- Le grité mientras me sonrojaba y salía por la puerta de camino a mi cama.

¿Por qué tuvo que decirlo justo después de estar pegada a Isaza? Hice el idiota... Ya no podré mirarlos a los ojos. Me encerré en mi habitación y reflexioné con lo que pasó. Tener a Isaza pegado a mi... Pero... ¿Él no tenía novia? Por eso estaba molesto cuando me metí en la cama. ¿Cómo voy a reflexionar teniendo a esos 4 más María a mi lado? ¿Cómo iba a pasar página si seguro se cachondearán de mi por años? Y así me dormí... Entre sollozos. Y con ganas de morirme. En esos momentos casi siempre me ponía a beber... Pero eran las 4 de la mañana y hasta yo se donde hay un límite.




Enamorada de ambosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora