Un nuevo mundo...

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Me levanté a duras penas. Problemas de ser una alcohólica de 19 años. Intenté recordar lo que pasó anoche pero el alcohol hizo que todo estuviese borroso. Parecía un zombie. Al levantarme fui a la cocina. Ahí estaba mi mejor amiga María. Una chica bajita, rubia, de pelo rizado y ojos verdes. Admiraba su belleza. Yo, en cambio, era mediana, de pelo ondulado y castaño como mis ojos. Se podía decir que lo único en lo que yo destacaba era en mi adicción a los videojuegos, el alcohol y el futbol. 

María me dio una tostada junto a una sonrisa mientras me sentaba en esa mesita que compramos el año pasado en un mercadillo. Y me senté en ese puff que le robé a una amiga de la universidad (la cual abandoné para centrarme en mi pasión, la música).

-Laura, ya tenemos pasaje y piso en Madrid.- Explicó María acercándome el ordenador.

-Y, ¿cuando nos vamos?- Pregunté mientras me hacía un café. 

-¿Me estás vacilando? Obviamente hoy. Ayer fuimos de fiesta para celebrar que nos íbamos.- Respondió algo molesta.- Deberías dejar el alcohol.

-¿HOY? 

-Hoy.

-Si ni siquiera me he preparado la maleta.

-Te la he preparado yo.- Dijo sacando mi maleta con la cual me fui de viaje de fin de curso cuando tenía 15 años a Italia.

-No estoy preparada para dejar mi hogar y mis cosas y mi...- Solté mientras miraba una a una mis pertenencias de ese salón que guardaba tantos recuerdos.

-Laura, reacciona. En Barcelona no se te queda nada. No te hablas con casi nadie de tu familia. Abandonaste la universidad. Tu novio, que también es el vecino del frente y tu ex jefe, te ha dejado por otra. Dale una oportunidad al futuro que se te viene en Madrid.- Dijo María seriamente. 

-Tienes razón. Me bebo una cerveza, me arreglo y nos vamos.

-Pero si tienes resaca, ¿cómo vas a beber?

-El alcohol saca la resaca. 

Me vestí con unos pantalones cortos azulados, una camiseta vieja y rota de mi hermano mayor y unas VANS negras. Ni me molesté en maquillarme, tampoco lo hago nunca. Simplemente me dejé el pelo suelto y me di unas pasadas con el cepillo. Y ya estaba preparada. Me despedí de mi hogar y cogimos un taxi hacia la estación. Nos subimos en el AVE que daba camino a Madrid. Mientras que María iba a por unos cafés yo observaba como, poco a poco, me alejaba de mi hogar. Donde crecí y viví desde siempre. Aun que María tenía razón y debía alejarme de Barcelona me dolía dejar atrás mis recuerdos para adentrarme en esa jungla desconocida. 

-Lau, toma tu café.- Dijo María rompiendo mi discurso mental.

-Gracias...

-Olvídate ya de que estás abandonando tu "hogar" y piensa en las aventuras que vivirás y en los buenos momentos que pasaremos juntas. Puede que ligues y todo.- Soltó sonriendo dulcemente.

-No estoy preparada para ninguna relación. No quiero amar a nadie para que me utilice como él o ella quiera.- Dije con tristeza justo antes de darle un sorbo a mi café. Estaba realmente delicioso. Mejor que los de las cafeterías.

María me abrazó. Ella siempre estuvo en lo bueno y en lo malo. Era mi apoyo desde siempre. Nunca me abandonó pasara lo que pasara y yo nunca he sabido como compensarla. Cosas de la vida. Ella siempre estaba feliz y era la experta número uno en consejos de amor, desamor, amistad, desamistad. 

-Hey, dicen que hay una muy buena serie en Netflix. Creo que se llama: "13 reasons why"- Soltó emocionada mientras clickaba su pantalla de IPAD

-¿Tu también estás con esa serie?- Dije girando los ojos.

-¿Problem?

Las 2 horas y 45 minutos pasaron rápido gracias a Spotify y Netflix (y los cafés). Gracias a dios que lo pagué unas semanas antes del viaje. Al salir de la estación estaba totalmente desorientada. María, en cambio, parecía que llevase allí toda la vida. Llamó a un taxi el cual vino en pocos minutos. Colocamos ambas maletas en el maletero y nos subimos. Mientras más veía de Madrid por la ventanilla de ese taxi más se me pasaba esa penuria de abandonar Barcelona. No estaba nada mal. Tenía ganas de perderme por sus calles durante horas. Pero antes de eso necesitaba amueblar la casa.

-Oye,¿cómo es nuestro nuevo hogar?- Le pregunté a María, que estaba igual o más emocionada que yo.

-Es una calle segura. Hasta donde me ha dicho la casera es un bloque muy grande.- Sonrió.

-A mi mientras tengamos vecinos no ruidosos...

-En Barcelona los Méndez no paraban de... Reconciliarse a su manera...- Dijo María mientras ponía una cara como la carita sexy del Whatsapp lo cual hizo que me diera un ataque de risa.

Llegamos a nuestro destino: un edificio inmenso de ladrillo anaranjado y balcones bastante amplios en los cuales se asomaban algunos vecinos murmurando si "eramos las nuevas". Pagamos el taxi y entramos corriendo al edificio. Subimos por el ascensor. Al llegar a nuestro piso nos encontramos en la puerta de casa a una mujer bastante arreglada, con el pelo rubio y corto y una sonrisa forzada estampada en la cara.

-Buenas, somos Laura y María: sus nuevas inquilinas.- Nos presentamos con una sonrisa.

-Je suis Marianne.- Saludó con un acento francés perfecto.- Os voy a présent vuestra nueva maison

Al abrir la puerta nos topamos con un piso algo más grande que el que teníamos en Barcelona. Tenía grandes ventanas con flores rojas y rosas en ellas. Un salón amplio con un sofá y sillones rojizos a juego. Una cocina abierta toda con mármol blanco con una isla a juego en medio de ella. Y una gran terraza con unas sillas y una mesita.

-Woow...- Soltamos sorprendidas María y yo.

-Venid a vuestras chambers.- Dijo Marianne mientras señalaba a dos puertas blancas como la nieve.

Al abrirnos las puertas nos topamos con dos grandes habitaciones que eran el doble que las nuestras. Tenían un escritorio de madera antiguo debajo de la ventana. Unas camas dobles que tenían el mismo color que las puertas. Unos grandes armarios y un par de estanterías llenas de libros en español y en francés. Me encantaba la casa. Pero me preocupaban los vecinos. Cuando le pregunté por el ruido vecinal a Marianne se le borró esa gran sonrisa de la cara.

-Bueno, los de arriba son musiciens pero casi non se les escucha.- Dijo bastante nerviosa.

-Mientras me dejen dormir tranquila como si tocan heavy metal.- Sonreí.

-Si hacen algún ruido Laura les callará. Tiene práctica.- Soltó María entre carcajadas.

-Filles, os dejo con vuestro nuevo hogar. Ciao.- Se despidió con una sonrisa.- Tenéis mi número en la entrée

-Chao!- Nos despedimos María y yo a la vez.

Empezamos a sacar pequeños recuerdos que nos habíamos llevado de nuestra anterior casa. Pusimos los cepillos de dientes en el baño, la ropa en nuestros armarios y mis figuritas frikis esparcidas por todas las estanterías. Al acabar estábamos tan molidas que nos hicimos una simple pizza apta para veganos (María era vegana) y nos la comimos en la isla de la cocina. Me podía acostumbrar a esta nueva vida.





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NOTA DE LA CREADORA: Espero que os haya gustado la 1 parte. En el siguiente empezaré metiendo a los chicos. :P  Dadle a MG y compartid <3

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Enamorada de ambosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora