Estaba tirada en el sofá. Pensando en lo que pasó cuando estaba borracha. No quiero hacer daño a nadie. Ni quiero sufrir yo. ¿Por qué no podía dejar de pensar en Isaza? Me sonrojé de repente. No quería pensar en él. No era para mí. Ni él ni Villamil ni nadie. A este paso adoptaré 10 gatos y me volveré "la loca de los gatos". Mientras Isaza y Villa tendrán a sus hijos y sus mujeres. Pero prefiero no pensar en eso. Prefiero pensar que aun que sean diminutas tengo posibilidades con ellos.
-Laura, Isaza te espera arriba.- Dijo María entrando por la puerta.
-¿Qué querrá?
-Descúbrelo tu misma.
Subí a toda prisa. Estaba intrigada. Me encontré con la puerta totalmente abierta. Supongo que María se la dejó abierta.
-Hey.- Saludé mientras entraba.
No había absolutamente nadie en el salón. Me asusté bastante. ¿Y si Isaza se había hecho daño? No creo que sea tan torpe.
-Estoy acá.- Se oyó la voz de Isaza desde la habitación.
Me lo encontré tirado en su cama. No parecía muy sano.
-¿Estás bien?- Le pregunté poniendo mi mando en su frente. Estaba ardiendo.
-Tengo algo de fiebre.
-Pues te adelanto que no soy buena cuidando gente... Pero te puedo hacer compañía.
Isaza sonrió. Se parecía a María en ese sentido: Incluso enfermos eran capaces de sonreír. Yo enferma soy algo como una máquina asesina. Me senté a su lado. Nunca he sido buena animando a gente cuando está enferma.
-¿Qué quieres hacer?- Le pregunté acariciando su pelo.
-¿Qué haces tú cuando enfermas?
-Querer morirme.- Respondí entre carcajadas.
Empezamos ha hablar de nuestras vidas, cuando acabábamos con un tema de conversación saltábamos a otro totalmente diferente. Y así pasaron los minutos, y de ahí pasaron a las horas. Hasta que se oyó de fondo el sonido de una puerta abriéndose. Villamil, Martín y Simón habían llegado a casa.
-Ya llegamos.- Gritó Simón.
-Estamos en la habitación.- Respondió Isaza.
-¿Estamos?- Dijo Villamil alterado.
Entró en la habitación a toda velocidad. Nos encontró ambos estirados en la cama. Saludé a Villa con una sonrisa. Pero él no parecía muy feliz. Se fue de la habitación con un gran portazo. Me levanté de la cama y le seguí.
-¿Estás bien?- Le pregunté preocupada. No entendía que pasaba.
-¿Cómo voy ha estar bien? Estabas en la cama con Isaza.- Dijo mirándome fijamente.
-Le estoy cuidando porque está enfermo.
-¿Y no se puede cuidar él?
-Me he ofrecido a hacerle compañía y nada más.
-No me creo nada.- Gritó enfadado.
-No necesito que me creas.- Grité aún más alto que él.
-Pues vuelve con tu nuevo novio.- Respondió dándome la espalda.
-Idiota.- Dije saliendo por la puerta.
Fui corriendo a mi habitación. Empecé a llorar. No quería enfadarme con Villamil... No quiero que me odie... Empecé ha cantar. Era eso o beber. Y le prometí a María que dejaría el alcohol. Al cabo de unos minutos alguien aporreaba la puerta con rabia. Salí pensando que era Villa. Pero no, era la señora que vivía al lado de mi piso. La que llamó al policía cuando llegué a este edificio.
-Deja de cantar, no puedo dormir.- Gritó enfadada.
-Son las 18:00.- Respondí mirando el reloj.
-Como no dejes de cantar llamaré a la policía.
-Uy que miedo.- Me burlé.
-Tú misma, niñata.
-¿Cómo coño me has llamado?- Dije enfadada. Llevaba un mal día y nunca me ha importado pelearme con hombres, mujeres, ancianos, niños, etc.
-Lo que eres. Que juegas con los sentimientos de los de arriba.- Dijo mirando hacia la escalera.
Salté encima suyo. En ese momento aparecieron Simón y Villa por la escalera. Cuando vi a Villa paré de hacerle caso a la vieja. Nos separaron a toda prisa.
-Eres un montruo.- Gritó la mujer entrando en casa.
-Laura, ¿qué haces?- Preguntó Simón.
-Me llamó niñata y que jugaba con los sentimientos de... Bueno da igual.- Dije mirando a Villamil.- Me voy a casa.
Cuando estaba a punto de entrar en casa Villa me agarró del brazo y me atrajo hacia él.
-Lo siento.- Susurró mientras me abrazaba.
En casos normales le habría reventado alguna maceta en la cabeza. Pero hasta yo agradecía ese abrazo. Lo necesitaba. No pude evitar sonrojarme y sonreír. Aun que seguía pensando con lo que me dijo la señora. ¿Estoy jugando con los sentimientos de Isaza y Villamil?
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Enamorada de ambos
FanfictionLau, una chica de 19 años, y su amiga María, de su misma edad, deciden irse a vivir a Madrid una temporada para aclarar ideas. Pero no pueden aclarar mucho ya que sus vecinos de arriba son músicos y hacen bastante ruido.