PECADOR / Jaime Lannister

Capítulo 7 / UN HOMBRE INOCENTE

Estaban caminando por un valle, donde la hierba era espesa. Laila la sentía haciéndole cosquillas en los tobillos mientras caminaban entre ella. Al oír a un caballo relinchar, ella levantó la vista, viendo a un hombre guiar a un caballo con un fardo de heno en la dirección opuesta a la suya. Ella dejó de moverse y Jaime casi chocó contra ella. Sintió sus palmas ponerse sudorosas cuando el hombre la miró.

El hombre les levantó una ceja. "¿Hacia dónde os dirigís?"

"Sur." Contestó Laila. Intentó ocultar la preocupación de su voz. "¿Y usted, señor?"

"Aguasdulces." Contestó rápidamente. "Manteniéndoos alejados del camino del rey ¿Verdad? Te cogen sin importar a dónde vas. No puedes ganar."

Jaime se rió. "No, no puedes."

"Aunque parece que vos estáis a salvo. Siendo guiado por dos damas." El hombre entonces miró a Brienne. "Sin ofender, mi lady, pero yo no me metería en una pelea con vos."

Brienne no respondió. Tampoco Laila, se sentía extraña con ese encuentro.

"Que los siete os bendigan."

"Y a usted." Respondió Brienne, y luego le vieron irse. Mientras tropezaba por el camino, Laila se dio cuenta que intentaba mirarles todo el rato. Pestañeó con confusión.

Jaime susurró, "Sabe quién soy."

"No lo sabe." Discrepó Brienne.

"Tal vez tengas razón," murmuró, "¿pero, y si no la tienes? ¿Y si se lo dice a alguien?"

Laila se giró para mirarlos. "Tiene razón. Aquí hay algo extraño." Miró sobre su hombro al hombre que ya estaba lejos. "Sabe quién es Jaime. Lo sé."

Sus ojos se encontraron con los de Brienne de nuevo, la caballero frunció el ceño. "No," negó con la cabeza. "Sé lo que estás pensando, Laila, y no vamos a hacerlo."

"Es mejor prevenir un desastre ahora, que esperar a que pase más tarde." Laila intentó razonar con ella. "Ese hombre sabe algo. Tienes que matarlo."

Brienne miró a Jaime, quien estaba asintiendo con la cabeza para demostrar su apoyo. Suspiró, pero aun así respondió, "Es un hombre inocente." Señaló con su barbilla al frente para que siguieran andando. "Caminad."

"¿Más inocente que las hijas de Lady Stark?" preguntó Jaime en voz baja.

Brienne no se molestó en responder. Le empujó de nuevo hacia el frente.

***

Jaime sugirió que pasaran la noche cerca de un claro al lado de un rio. Era la primera vez que Laila y Brienne tuvieron en consideración una de sus propuestas.

El sol ya se había puesto, y había dejado un morado oscuro extendiéndose por el cielo. Laila no vio ninguna estrella. Brienne apoyó su cuerpo contra un árbol, pero no sin antes atar a Jaime a un árbol con su cadena. Izo que Laila hiciera guardia, pero le dijo que la despertara cuando necesitara dormir. Laila debía dejar de ser tan complaciente, porque nunca había tenido tanta falta de sueño en toda su vida. Las ojeras bajo sus ojos debían ser horribles.

Hizo un pequeño fuego en el centro para darles calor. Laila puso las rodillas contra su pecho y miraba como las llamas llegaban a los límites de las piedras que había puesto en circulo a su alrededor. Apoyo la barbilla sobre las rodillas, preguntándose cómo su vida había llegado a este punto. ¿Cuál era su propósito en todo esto? ¿La confianza de Lady Stark? Probablemente. Mientras que Laila sabía que Lady Stark confiaba muchísimo en Brienne – razón por la cual también le había encomendado esta misión – confiaba aun más en Laila, quien había estado con ella durante diez años. ¿Pero qué tenía que hacer Laila exactamente? ¿Asegurarse que todo estaba en orden? No lo sabía, pero no era como si se pudiera negar a su señora.

Laila sostuvo su daga secreta frente a ella, sosteniéndola entre las manos. "¿De dónde has sacado una cosa así?" oyó que decían a su lado.

Levantó la mirada, dándose cuenta que había sido Jaime el que le había preguntado. Laila tenía que admitirlo, era bastante divertido verlo atado a un árbol. Sostuvo su daga en alto. "¿Esto?" Él asintió a forma de respuesta. "Mi padre. Me dijo que había sido pasada en la familia de generación en generación." Hizo girar la daga. "Aunque en realidad no sé usarla. Ayer fue la primera vez en toda mi vida."

Jaime asintió, un silencio extraño en el aire. Laila suspiró, levantando la vista y encontrándose con sus ojos. Guardó la daga de nuevo en su capa. Miró a Brienne durmiendo antes de preguntar. "Lo que has dicho antes -" usó sus manos para explicarse "- todo aquello de "no elegimos de quien nos enamoramos". De verdad que no sé a qué te referías."

"¿De veras?" Jaime arqueó una ceja. "Pensaba que era bastante obvio."

"Tengo una teoría." Laila calló un momento, organizando sus pensamientos. "Bueno, no debería decir teoría. Prácticamente está confirmado. Lady Stark nunca me lo dijo directamente, pero se la razón real por la que Bran Stark se cayó de esta torre." Sus ojos se oscurecieron por la luz de la fogata. "Y tú también."

Jaime asintió, frunciendo el ceño. No le gustaba pensar acerca de ese día. "Si, lo sé." Contestó.

Laila le miró fijamente. Vio arrepentimiento cruzar sus ojos. Nunca pensó que él sintiera arrepentimiento.

"Déjame preguntarte algo." Dijo Jaime tras una breve pausa. "¿Cuándo y quién fue tu primer beso? Asumiendo que hayas tenido uno."

Laila se rió. "Por supuesto que he tenido mi primer beso." Mordió su labio ante el recuerdo. "Fue cuando mi padre y yo llegamos a Invernalia. Tenía diecisiete años. Fue con el hijo del herrero." Pasó una mano entre su pelo. "Tenía un año más que yo. Era alto, con el pelo largo y oscuro, piel lisa. Estaba tan contenta cuando ocurrió."

Jaime se quedó confuso cuando vio que su cara se volvía amarga. Ella continuó. "Pero entonces, después él... él se negó a hablar conmigo. Actuaba como si no fuera nada; como si no existiera. Parece ser que no supo que era la criada de Lady Stark hasta ese momento, y de alguna forma se creía mejor que yo. Supongo que también hay clases entre los pobres, pero si estamos siendo honestos, yo hubiese sido de una clase mucho más alta a la suya si los Ryswells no hubieran creído que mi madre era menos." Levantó la vista y suspiró. "Lo siento. Acostumbro a divagar."

"No pasa nada." Dijo Jaime. Se quedó mirando al fuego, mirando las chispas que flotaban en el aire. Carraspeó la garganta. "Mi hermana gemela fue mi primer beso. Pasó cuando teníamos nueve años."

Los ojos de Jaime y de Laila conectaron. Ella se reclinó contra un árbol. Jaime no dijo nada, y ella supuso que estaba esperando a que ella dijera algo. Pero ella no sabía que decir. ¿Por qué Jaime Lannister se le estaba confesando a ella, a una criada? ¿Acaso pensaba que los rumores acabarían al contárselo a Laila Ryswell? No lo creía.

"Todo empezó cuando éramos niños. Cersei dice que es porque estamos predestinados el uno al otro." La vista de Jaime volvió al fuego, pero aun sentía la mirada de Laila sobre él. "Cuando éramos niños, solíamos colarnos en la cama del otro y dormir abrazados. Antes de que creciéramos, vimos a yeguas y caballos en los campos y a perros y perras en los establos follando, y entonces jugamos a hacer lo mismo." Casi se rió, lo cual Laila encontró extraño. "Recuerdo que una vez una criada de nuestra madre nos pillo haciéndolo. No recuerdo lo que hacíamos exactamente – y probablemente es mejor así – pero fuera lo que fuese horrorizó a nuestra madre. Echó a la criada, cambió mis habitaciones al otro lado de Roca Casterly, puso un guardia en las de Cersei y nos dijo que nunca volviéramos a hacerlo. Si lo hacíamos, nos dijo que no tendría más remedio que contárselo a nuestro padre. Pero no fue mucho más tarde que murió dando a luz a mi hermano. Ha estado pasando desde entonces."

Laila dejó de mirarlo. Miró a un lado, a la oscuridad del bosque que les rodeaba. De repente, sintió frío. "¿Por qué me lo cuentas a mí?"

Jaime se encogió de hombros, como si no fuera nada. "Alguien tenía que saberlo."

Laila asintió. Compartieron una última mirada antes de que ella se levantara y apagara el fuego. Se apagó al instante, y se quedaron en un mar de oscuridad. Sus ojos estaban bien abiertos, pero aun así murmuró, "Buenas noches, Jaime."