Capítulo 11 / SUFICIENTE

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A Laila se le permitió tener su propio caballo esta vez, igual que Brienne y Jaime. Llevaba su caballo a trote al lado de los otros Bolton, quienes reían al lado de Jaime por la pérdida de su mano. Le hicieron llevarla colgada al cuello. Jaime no había dicho una palabra desde que había pasado, sorprendiendo a Laila e incomodándola ante su silencio.

"¿Cuántos de esos dedos crees que podemos meterle por el culo?" se rió Rogar.

Locke se rió. "Depende de si ya ha tenido práctica. ¿Son esas las cosas que os gustan a ti y a tu hermana, Matareyes? ¿Te ha abierto para nosotros?"

Jaime no respondió y siguió balanceándose sobre su caballo. Laila le miró, preocupándose más por él. Se balanceaba en su silla, de lado a lado. Era consciente de lo que le rodeaba, pero actuaba como si estuviera a punto de dormirse.

Laila nunca había llorado tanto como en esa última semana. No estaba segura de porque era. Jaime Lannister estaba claramente deprimido desde la noche anterior, ¿así que por qué le hacía llorar su propia tristeza? Laila miró sus manos atadas, llorando silenciosamente. Dioses, estaba muy sensible y eso la hacía parecer tan débil. Miró de nuevo a Jaime, quien se balanceaba más hacia la izquierda. "Jaime," le llamó, pero él no respondió.

"Se va a caer," informó Brienne a los hombres, pero no hicieron nada. "Se va a caer de su caballo. ¡Que alguien le ayude!"

Y así, Jaime cayó de cara al barro. Locke paró a sus hombres levantando una mano, y Laila, siendo la buena persona que era, se deslizó lo mejor que pudo de su caballo con las manos atadas. Sus piernas apenas podían moverse, se sentían agotadas, así que gateó por el barro para llegar a Jaime. Siguió moviéndose y oyó a Jaime quejarse entre la suciedad. Intento usar sus manos atadas para sacarle del barro pero era muy difícil. Brienne se quedó donde estaba, temiendo las repercusiones. Pensó que el acto de justicia de Laila era increíblemente idiota.

"Agua," susurró Jaime con voz rasposa. "Agua. Por favor, agua."

Laila tiró de su brazo otra vez pero no sirvió de nada. Sus manos atadas tampoco eran de gran ayuda. "No tengo," le susurró. "Intenta sentarte."

Consiguió ponerle de rodillas y levantó la vista, viendo a Rogar caminar hacia ellos. Miró al hombre que había intentado violarla con rabia en los ojos. Laila suprimió las ganas de golpearlo, pero fue interrumpida por Jaime suplicando. "Agua, por favor." En lugar de eso, Rogar levantó su cantimplora y vació el agua sobre su cabeza.

Antes de poder responder, Laila fue empujada por Rogar. Pateó sus brazos, pero no pudo hacer nada. "No me toquéis, señor." Pero el no la escuchó. La empujó hacia su caballo y la subió a él, diciéndole que se quedara donde estaba. Laila se arrepintió de sus acciones, su pelo estaba lleno de barro y sentía la necesidad de quitarse la sangre seca de su labio.

Jaime tosió fuerte. "Si muero, no conseguiréis -"

"Oh, suficiente." Interrumpió Locke. "Ten."

Le dio a Jaime una pequeña cantimplora de metal, que el cogió rápidamente. Se bebió lo que quedaba dentro. Laila notó como los hombres se empezaron a reír. "No puedo decir que haya visto a un hombre beber meado de caballo tan rápido," murmuró Locke.

Y entonces se volvieron a reír. Jaime escupió inmediatamente todo lo que había bebido, su cara cayendo al barro. Laila cerró los ojos de la vergüenza. No sabía cómo su vida había llegado a esto.

Un hombre intentó levantar a Jaime, pero lo golpeó y le cogió la espada. Jaime cogió la espada con la izquierda, la cual, definitivamente, no era su mano dominante. El acto hizo que Rogar y Locke desenvainaran sus espadas. Rogar se lanzó a por Jaime, y no tardó mucho en desarmarlo. No estaba tan sincronizado sin su mano derecha, y Locke le dejó inconsciente al patearlo por la espalda. Jaime cayó al barro.

"¡Basta!" Exclamó Brienne, bajándose de su caballo e intentando llegar a él. La detuvieron unos cuantos hombres, mientras que otros empezaron a rodear a Jaime. No importaba cuantas veces se levantara, alguien le enviaba al suelo de nuevo.

Locke, aunque Jaime estaba desarmado y no era capaz de defenderse, le pateó en la barriga unas cuantas veces. Las manos de Jaime estaban en el carro, su saliva y sangre mezclándose con la tierra. Locke le pateó de nuevo, empujándole sobre su espalda. Los ojos de Jaime estaban abiertos por el miedo, pero lagrimas seguían llenándolos.

Laila golpeó su rodilla con sus manos atadas. "¡Basta! ¡Basta!" gritó.

"Cállate, zorra." Gritó Rogar, girándose hacia Laila.

Locke se inclinó hacia Jaime. Le miró a los ojos. Jaime a malas penas podía respirar, su pecho se movía lentamente. "Haz eso de nuevo y te cortaré la otra mano." Amenazó.

Brienne resopló. Los Bolton la empujaron de nuevo hacia su caballo, gritando, "¡Venga!". Brienne era suficientemente alta para subirse ella sola al caballo, incluso con las manos atadas. Los ojos rojos e hinchados de Laila miraron a Brienne, quien parecía igual de derrotada.

Rogar se acercó al caballo de Laila mientras caminaba hacia el suyo. "¿Llorando por el Matareyes?" se rió. "Los Starks estarían avergonzados de tus emociones."

Escupió en su dirección. Por una vez, tuvo suerte de fallar. Sus manos se apretaron contra las riendas del caballo.

Laila miró a Jaime, tumbado entre barro y mierda de caballo. Él le mantuvo la mirada durante un buen rato, viendo como su mandíbula temblaba de tristeza. Ver la sangre seca en su cara y el moratón hinchándose debajo de su ojo era suficientemente triste. Suspiró al verla llorar, su pecho jadeando esporádicamente.

¿Qué no haría él para hacer que la tristeza de una chica bonita desapareciera? Pero ahora mismo, en esa situación, no había mucho que pudiera hacer.

PECADOR / Jaime LannisterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora