32.- Borsch

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La mujer sigue al pequeño niño que corre por la casa delante de ella. La risa de ella desengaña el tono molesto con el que intenta hablar.

— Niko, ven.

— No— su voz suena debajo de la mesa. El largo cabello rubio de ella es lo primero que se ve cuando se asoma.

— tienes que venir a comer.

— No, no me gusta el Borsch— reniega el niño debajo de la mesa.

— Vamos, es una buena comida. Te va a gustar.

— pero no me gusta.

— yo se que lo hará— su mano logra alcanzar el brazo de niño, al que no le queda otra opción más que salir. Sus ojos azules miran con desconfianza a la mujer.

— ¿Cómo sabes que me va gustar? ¿Mamá?— ella sonríe.

— Porque es bueno, te hace bien, y puedes comer galletas cuando termines— los ojos del niño brillan y no dice nada más cuando ella le lleva de la mano— eso es, lo estás haciendo bien, Niko— su mano acaricia el cabello oscuro del niño.

El peso de Mishka cayéndome encima me despierta. Ladra y anda de un lado a otro en la cama, pasándome por encima.

— Abajo— le digo. Esta oscuro, pero es solo por las cortinas. Por costumbre miro al suelo, donde Drew se queda a veces a dormir. Ah, vaya, ahora si se fue. Bostezo, sentándome en la cama— ¿Tienes hambre?— Mishka sale corriendo delante de mí a la cocina, y nadie me dice nada cuando saco su comida y la coloco en medio de la cocina.

— ¿va a querer el desayuno?

— ah, sí— tengo hambre, y eso que anoche el idiota de Drew me hizo comer. Bostezo, sentándome en una silla del comedor. Todavía me siento son sueño. Ese imbécil ¿Cuánta sangre cree que puede tomar? Las heridas que tengo en el brazo solo tienen un color rojizo. La que me hice yo mismo tiene una delgada costra. Lo que me hizo Drew... bueno... no tanto. ¿Dónde se supone que quedan los dos orificios de los colmillos? Esto parece más una mordida de zombi.

¿Por qué mierda hice eso? claro que fue algo idiota, sangrar delante de un vampiro, pero el tonto de Drew se oía realmente mal. Y es demasiado marica para aceptar cualquier ayuda.

— ¿te paso algo en el brazo?

— Nada— mi viejo entra. Quito la mano de mi brazo, sin darme cuenta estaba tocando las heridas.

— bueno. Vendré a cenar hoy— me encojo de hombros. Me da igual si viene o no. Necesito salir, estoy bastante cansado de estar en la maldita casa. Todo por culpa del imbécil de Drew. ¿En qué mierda está pensando ese chico?

Que le guste resulta bastante obvio si pienso mejor las cosas, pero no me gusta pensar las cosas. Vamos, ¿Por qué otro motivo seguiría siendo amigo de alguien como yo? Carajo. Es un completo idiota. Yo soy idiota también por no haberle golpeado, pero carajo ¿Qué sentido tiene si al idiota no le duele? En serio, es un caso perdido. Y eso no significa que me gustara que me besara.

— Mierda— gruño, dejándome caer en una banca. ¿Por qué tiene que ser tan insistente? No es la primera vez que alguien me dice que le gusto, aunque si el primer marica que lo hace. Generalmente basta con decirles no e ignorarles.

Eso no funciono con Drew. Ni quiera que le golpeara. Creo que el imbécil se está creyendo demasiado solo porque es un vampiro. Pero joder, eso es lo que le hace interesante. Cuando deja de comportarse tan marica, en serio puedo ver un vampiro de verdad. Es una pena que solo dure como diez segundos así y vuelva a ser el mismo de siempre. Es fastidioso, ¿Por qué no se conforma con lo que le digo?

BloodlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora