8. ¿Amigo o enemigo?

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Me sorprende mucho lo cómoda y familiar que se me hace ahora la casa de Niko. Los últimos dos días estuve en mi casa, y fue muy difícil tratar de no hacer cosas de vampiros y todo eso cuando en casa de Niko no tenía ningún problema para hacerlas.

— ¿Necesitabas un respiro de mí?— ¡No! No de Niko, más bien de lo que haces ahora. Es algo aterrador saber que es capaz de clavarle un cuchillo a alguien solo para experimentar.

— ¡No!, digo, si... pero no de ti, de la situación y eso...— balbuceo, no quiero amanecer en una mesa de operaciones a punto de ser diseccionado. Ahora creo capaz de todo a Niko.

— no te alteres. Voy por una soda ¿quieres?— dice, relajado y entiendo que él solo estaba bromeando. Claro, a Niko le da igual lo que haga o no, siempre ha sido así. Le digo que no solo moviendo la cabeza, él se encoge de hombros y camina a la cocina. Ahora yo voy al que es mi refugio ahora: La habitación de Niko. El olor del propio Niko se hace más intenso conforme me acerco, y cuando entro, siento que por fin puedo relajarme. Suspiro, sentándome en la cama.

Hablar con mis padres me hizo preocuparme mucho, para empezar ¿me veía diferente? Yo no me sentía diferente y a la vez sí, Niko no me trataba diferente y a la vez sí y eso me tenía muy inseguro. Nadie en mi familia noto nada. Niko siempre dice que las familias de niños ricos, como las llama, no son muy unidas y a lo mejor es cierto. Mi padre estuvo orgulloso de que decidiera tomar la responsabilidad de vivir por mi cuenta, mi hermana estaba feliz porque tendría la casa para ella, y mi madre... mi madre fue la que se mas se opuso, pero al final, con un poco de resignación, acepto con la condición de que fuera ella quien lo eligiera. Lo cual me hace estar aquí ahora mismo: No se cómo hacerle para no ir de día a buscar el departamento que me quieren comprar.

Sé que Niko tendrá la solución, y ah, no es que no se me ocurra nada pero ahora mismo estoy muy bloqueado, y mis planes no son tan ingeniosos como los de Niko. Parece que estoy dependiendo mucho de Niko estos días, pero... me siento bien con eso. Necesito apoyo de alguien en estos momentos, así que ¿está bien que me apoye un poco en Niko?

— Niko— suspiro, no quisiera que nada cambiara. ¿Qué...? ¿Qué es?... me levanto, sintiendo algo que no sé cómo explicarme. ¿Escalofríos? Podría ser, pero no me detengo tampoco a ponerle nombre. Sé, con una seguridad inexplicable, que algo no va bien. ¿Dónde está Niko? ya debería venir, pero no lo escucho.

En cambio, escucho el timbre de la puerta. ¿Alguien está llamando? Instintivamente miro el reloj. Es muy tarde para recibir visitas. Quiero salir gritándole que no abra, pero no sé cómo podría ser eso discreto. De alguna manera bajo las escaleras sin tropezar y más rápido de lo que jamás recuerdo.

— Niko, algo no está...— no termino de hablar porque ya hay alguien dentro. Dos personas, un chico y una chica a los que no recuerdo haber visto jamás. Y a juzgar por la cara de Niko, ellos no le agradan y si no le agradan no pueden ser sus amigos— ¿Quién es?— pregunto. Mi cuerpo está más alerta que mi mente, me siento tenso, como si estuviera a punto de correr o saltar sobre la persona que acaba de llegar. No puedo apartar la mirada de él, de su cabello completamente negro. Lleva puesta una playera de manga larga color blanco, y encima una ¿es una gabardina o un chaleco largo? No tengo idea, pero es largo y color negro. Unos jeans negros y unos zapatos negros también. Parece una versión elegante de lo que usa Niko.

— Eres un chico cruel ¿Cómo pudiste olvidarme? ¿A mí? A tu creador.

— ¿Qué?— quiero gritar, pero en cambio mi voz sale a penas. ¿Él? ¿Por su culpa paso todo esto? no, no puede ser él...

BloodlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora