Capítulo 11

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Capítulo 11

-Eres un bastardo con suerte- me decía Miroku mientras me pasaba un vaso con whisky, y alzaba el suyo para que brindáramos, tenía una estúpida sonrisa bobalicona tatuada en su rostro.

-Lo sé, no puedo creer todo lo que salió en la audiencia... - todavía me sentía sorprendido y abrumado.

¡Maldita Kagura!

-¿Cómo hizo tu abogado para conseguir toda esa información?- me pregunta ya más serio mientras tomaba un sorbo de licor.

Lo pensé un poco antes de contestar.

La verdad es que mi abogado, en un fin de semana supo más cosas de Kagura que yo en todo nuestro tiempo juntos, esa mujer no era lo que aparentaba, siempre fue una traicionera arpía.

Consiguió pruebas ineludibles, demostrando que todo fue planificado.

Tenía correos, fotos, mensajes de texto, notas de audio, transacciones de dinero, todo... Kagura estaba aliada a uno de mis más grandes rivales, planearon todo para dejarme sin nada.

Con cada prueba expuesta, la cara de Kagura era digna de ser observada, estaba pálida, no podía ni articular palabra alguna, estaba temblando y en su expresión se grabó permanentemente el miedo.

Hasta mi abogado me sorprendió, fue tan contundente y amenazante que sentí por un breve lapso de tiempo lastima por esa mujer... pero fue por apenas una fracción de segundo y luego disfrute con el desenlace de lo que ella mismo se buscó.

Inclusive mi abogado consiguió que no se levantaran cargos públicos, pero sí que la información fuera cuidadosamente almacenada por si intentaba algo más en mi contra, la muy maldita se fue presurosa y con la cabeza gacha... Fue satisfactorio todo lo ocurrido, finalmente era libre.

Y si se le ocurría regresar, no importa el tiempo que sea, los cargos están pendientes como una amenaza latente contra ella, así que si intenta algo se le juzgaría por este cargo y por el que intentase hacer.

-No lo sé- le dije con sinceridad tras salir de mis pensamientos, el pareció meditar un segundo y sonrió.

-La chiquilla tiene muy buenos contactos... Definitivamente es alguien de cuidado- Eso me recordó la expresión incrédula que tenían Sango y él aquella noche que ella llamo a mi abogado encomendándole mi caso, y como esta le dijo que usara sus contactos pero que no me informara de nada.

-¿Que contactos?- estaba genuinamente interesado, el palideció pero igual me respondió.

-La chiquilla de Kag... es muy querida, ya lo habrás notado- ¿Qué si lo note? ¡Cómo un demonio que sí!, asentí esperando que continuara –Todos desean su bien y todos se desviven por complacerla- sus palabras eran medidas, parece que no quería hablar del asunto.

Por esta ocasión lo deje pasar.

Estaba malditamente feliz, al fin me deshice de esa bruja.

Empezaría desde cero, me lo prometo, por mí y... por ella.

...

...

...

-¡¡Corre nii-san!! ¡¡CORRE!!- Antes de que pudiera siquiera reaccionar estaba tirado en el piso y sobre mí, tres enormes bolsos.

-Rin- la mire con cara de reproche.

-Gomene onii-chan, demo... ya quiero llegar donde mi onee-chan- la carita apenada que me dedico hizo que se me pasara el enojo, debo aceptar que también ansiaba verla pero aún faltaban dos horas.

-Rin, faltan dos horas- le dije tratando de que se calmara.

¿Y adivinen qué?

-No me importa onii-chan, vámonos ya, ella nos recibirá y me culpare diciendo que quería ayudarla a hacer la cena- dijo decidida.

Si, Falle miserablemente mi intento de calmarla, suspire y acepte, tampoco era que me iba a hacer de rogar en este caso.

Nos subimos a mi auto y me indico donde ir, el lugar era una de las mejores zonas de Japón, llegamos hasta una hermosa casa de dos pisos, tiene un amplio jardín con distintos tipos de flores y un par de árboles en la entrada, la casa se miraba con un toque bastante hogareño, se respiraba la paz y tranquilidad.

Rin literalmente me arrastro a la entrada en cuanto estacione el auto en la entrada.

Lucia tan emocionada, no pude evitar sonreír.

Cuando estábamos por llamar a la puerta, estas se abrieron y se dejó ver a una pareja.

¡¡Estaba realmente furioso!! Kagome estaba ahí junto con Bankotsu.

El llevaba el cabello suelto y húmedo, con una toalla sobre sus hombros, la camisa estaba mojada también y se ajustaba a su torso, llevaba unos pantalanes casuales y sus ojos brillaban divertidos y enamorados mientras miraba a MI azabache.

Kagome estaba en iguales (por no decir peores) condiciones que él, también estaba mojada, con una toalla sobre sus hombros, lo miraba con una hermosa sonrisa y las mejillas sonrosadas, se miraba tan tierna y provocativa, la blusa de tirantes blanca que llevaba se transparentaba por la humedad dejando ver su brazier con sus nada despreciables senos y su escultural figura, los shorts que llevaba puestos eran sumamente cortos ¡¡Era como si no llevara nada puesto!! Apreté mis puños furioso queriendo borrarle a golpes esa sonrisa, mire de reojo a Rin y estaba roja, pero igual de molesta que yo.

-Bueno hermosa, pasare por tu oficina mañana en la tarde- dijo el muy imbécil mientras le besaba en la comisura de la boca, me enfurecí, y más porque ella sonrió complacida.

-Claro cariño, te esperare ansiosa- su voz sonaba divertida y seductora, me maldije mil veces porque ni siquiera nos notaban.

Mi pelinegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora