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Sonrió, pues no me puedo creer lo que me ha dicho, ¿será que la pequeña niña que conocí en aquellos años haya cambiado tanto? Recargo mi espalda contra el árbol. Es imposible que Angela se crea eso, no después de haber cometido tanta barbaridad en la adolescencia. Puedo recordar con exactitud cada detalle que pasamos juntos, que le di todo lo que quiso, así que ¿Angela por fin madurando? No me la creo.

Cierro los ojos, recordando el cómo se sintieron sus pequeñas y suaves manos tomando con fuerza mi espalda, arañándola como si fuera un salvavidas. Gruño al ver la viva imagen que recreo de ella acostada, con su piel sonrojada por mis caricias y mordidas, por la excitación que la hago sentir con solo usar mis manos. Suelto un suspiro, gruño bajo y doy de golpes en la nuca contra el tronco, a veces es difícil borrarla de mi mente.

Abro los ojos, veo el cielo y maldigo a su amiga que interrumpió nuestro momento de ensueño. Casi logro estar en su cuerpo, penetrarla, y esa estúpida de su amiga tuvo que arruinarlo todo. Algún día iré al mundo humano y la golpeare tan fuerte que le temerá a todo hombre que vea.

— Vaya, Sasha, vas a matar a alguien con eso – volteo hacia donde ha provenido aquella voz y veo a Miguel, él muy bastardo sonríe y apunta hacia mi pantalón – ¿Sabías que en Japón tener una erección frente a una mujer es un delito? Te darían una multa y una muy grande.

— Eres un idiota.

— En verdad que esa niña te tiene loco, ¿eh?

— Por supuesto que no.

— Entonces ve con alguien más.

— Eso es imposible. – digo indignado y frustrado, pues a diferencia de muchos otros yo le enseñe a Angela todo lo que a mí me complace, por lo tanto, es mi puta perfecta. Ir con otra en este momento no ayudara en nada.

— Bueno, pero es estúpido que tengas algo así con una sola chica, te he visto reaccionar ante otras mujeres y, pues, no es...

— Esto – apunto mi erección. – es lo que pasa normalmente cuando estas con alguien del sexo opuesto y alguien viene a arruinar el momento, nada más. No compares.

— Mentira – sus ojos de ese color tan extraño que posee, brillan con burla. Si sigue con las comparaciones de mis victimas juro que se lo voy a... – he visto a hombres excitarse con hombres y aunque alguien los interrumpa son capaces de venirse, solos o acompañados.

— Deja de meterte a ese tipo de mentes, Miguel, te hará daño. – sugiero, mientras acomodo mi miembro de forma que no roce con la tela o sea muy visible. – Deberías entrar a la mente de las mujeres, tal vez así te mejores. Recuerda que el cuerpo y mente de la mujer nos fortalece más.

— Entonces, ¿está bien hacer pensar a chicas jóvenes que tienen una segunda personalidad sólo para usarlas sexualmente?

— Con ese tono y palabras se oye horrible. –me rio y pateo una roca antes de dirigirme a su lado. –No les hago ningún daño, las hago llorar solamente de placer. No he oído una queja de ellas en mil años, ¿Por qué debería haberla hora?

— No lo sé –se encoge de hombros. – ¿Los tiempos cambian?

Niego divertido, con Miguel es difícil el insultar a los humanos o si quiera mencionarlos, siempre sale a la defensa de ellos con el pretexto de que ellos son débiles. Que uno que es fuerte existe para proteger al débil, no para herirlo. Como me gustaría que los humanos pensaran igual que él, así no tendríamos que matarlos.

Una leve sinfonía se mueve junto al viento, es como un susurro combinado con el canto de los animales marinos y los cascabeles siendo golpeados por la suave brisa, es un sonido que siempre hace que la piel se me ponga de gallina y volteo a ver a Miguel, quien ve sonriente al cielo. Parece como si comprendiera lo que los susurros dicen.

Saga Seducción: MentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora