Tres días y estoy tan acabada como una vieja señora de ochenta y cinco años con tres tipos de cáncer, leucemia y depresión. No puedo más con esto, es horrible, ya no sé qué hacer. Intente yoga e incluso deje de ver películas de terror para evitarme todos los juegos absurdos que mi mente me hace día con día, pero en vez de mejorar son cada vez más aterradores. No sé cómo es que mi subconsciente es capaz de crear tantas atrocidades en los pocos segundos que un sueño dura.
Despierto llorando, gritando y mi cuerpo bañado de sudor frío; no puedo retener alimentos ni mucho menos líquidos. Sienna se ha cansado de mí y mi muy mal humor; Nataly, parece estar en las nubes y ha adelgazado un poco, pero no se ve mal. Se ve muy hermosa, yo soy la que en este momento me veo horrible. Tengo un color amarillento en mi piel, pero lo puedo solucionar con maquillaje. Ahora me sé maquillar.
Lo que el maquillaje no arregla es mi estúpida condición física, me han dado reposo en el trabajo después de haberme desmayado y que se hayan dado cuenta.
Acaricio el lomo de Geiro, él ronronea feliz y se pega más contra mi mano al arquear su cuerpo, encajando sus uñas en mis muslos para impulsarse. Sonrió pues no siento dolor, solo un pequeño pinchazo y eso definitivamente no es bueno, pero no se siente mal y eso está bien ¿no? Un bostezo se me escapa llenando mis ojos de pequeñas lágrimas, volteo hacia el reloj de mi buro. Maldición, son las cuatro de la mañana.
No he podido dormir bien en días y quiero si quiera poder tomar una siesta de quince minutos para recuperar fuerzas, pero sé que no debo, porqué en el momento que mis ojos se cierren en un dulce deleite rumbo para el reino de Morfeo, los gritos aterrados de Catalina me despertaran.
Desde el accidente de Sienna, Catalina ha tenido muchas pesadillas; es espeluznante, pues iniciaron casi al mismo tiempo que las mías. Aunque al parecer las de ellas son otro nivel de aterrador, pues le he visto heridas en ambos brazos... Se obliga a estar despierta usando el dolor. No quiere hablarnos de ellas, dice que no las recuerda, pero por sus ojos apagados sé que es mentira y que lo que sueña no es sobre monstros bajo la cama. Aun así muy en el fondo de mí le agradezco que no me cuente nada.
Geiro maúlla y salta lejos de mí, corriendo hacia la cocina, lo veo por un rato esperando a que vuelva. No lo hace... ¿me he quedado sola definitivamente?
— Hola, nena. —la voz masculina me hace sonreír y cerrar los ojos tranquilamente, hace bastante que no hablamos o tenemos sexo, eso me agrada. Es como una pequeña victoria a mi maldita locura.
— Hola, Sasha. —digo en voz baja pues estando en la sala no es buena idea que me escuchen hablar. No quiero parecer loca. Volteo a verlo, se ve tan... radiante. Lo odio.
— Tu gato no me quiere. —apunta a la dirección a por donde Geiro huyo, para después entrecerrar los ojos. — Aunque tal vez a la que no quiere es a ti y por eso se ha ido o vio un ratón.
— No hay ratones. —frunzo el ceño y extiendo mi mano hacia él, tomando la suya. Entrecierro los ojos, creo que me he vuelto loca al 100% — Mi gato suele alejarse cuando hay desconocidos, —niego con la cabeza, riendo con ironía. — ¿estás diciéndome que mi gato puede verte?
Pone su cara neutral, esa que no me deja leer si miente o dice la verdad, esquiva mi mirada, hace una mueca y para no responder mi pregunta me da un suave beso en los labios, arrebatándome con él un suspiro soñador. Coloco mis manos sobre sus hombros, sintiendo el calor de su piel traspasar la tela y llegar a la palma de mis manos ¿por qué se siente tan caliente?
Jadeo contra su boca al momento que muerde con fuerza mi labio inferior, está siendo brusco. Más que otras veces, quiero decir.
— Estás pálida. —susurra contra mis labios, se aleja levemente y noto su ceño fruncido, se ve tan lindo. Toma mi rostro entre sus manos, acercándolo al suyo sin besarme. Su mirada pasea por mis pómulos, mejillas, labios... — ¿Has comido bien? —su aliento fresco me golpea y mi cuerpo tiembla, se siente cálido al igual que él.
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Saga Seducción: Mental
General FictionSolo está en su cabeza, sólo en sus sueños toma más control y verlo en cada rincón ya es normal, pero el pasado vuelve con fuerza y está asustada, parece ser que eso le gusta a él. Angela Barend vive junto a sus tres amigas en un departamento cer...