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Catalina pasa un brazo por mis hombros, se está riendo con fuerza mientras señala la mala suerte de Nataly porque ahora se lamenta del haber salido y bebido tanto, mientras se acomoda su uniforme de trabajo. Hace apenas quince minutos que volvimos del centro nocturno, tenemos copas encima, y un gran dolor de pies por tanto bailar, creo que para la otra llevare tenis o tacones bajos. Lo mío no son los tacones, decidido.

El señor Fire le llamó a Nataly hace unos veinte o veinticinco minutos con el fin de decirle que fuera a trabajar horas extras, ya que unos muy importantes huéspedes han llegado y quiere que ella sea la encargada de todo respecto a ellos, eso significa una habitación menos para mí. Realmente no es de extrañar, este señor suele ofrecer un gran servicio y cumplirlo, además, siempre paga extra en casos como estos. Lo cual siempre es conveniente.

— ¿En verdad tienes que ir? –le pregunto no queriendo que la tan sonora risa de Catalina sea lo único sonando en la habitación y también para no verme cruel, sólo por compromiso.

— Sí, no hay de otra. –sonríe orgullosa, y peina su cabello en una coleta ajustada, dejando un leve fleco que cubre su frente. – Tal vez deberían venir también, son personas importantes, posiblemente un famoso o un actor, en una de esas nos toca la suerte.

— ¿Quién nos toca? – Sienna entra a la habitación, se le ve cansada, pero también interesada en la conversación. – ¿Piensan hacer una orgía?

— Por supuesto que no. – Nataly le ve enfadada. – No digas ese tipo de cosas.

— Bien, no las diré. – me rió bajo, sé que lo seguirá haciendo, bueno, al menos la Sienna de antes lo hubiera seguido haciendo. – ¿De qué hablaban entonces?

— Tú padre me llamo para ir a atender unos clientes importantes.

— Pero ya es tarde, además ya saliste de trabajar y no estás para nada descansada. Él debería aceptar los horarios que ustedes ya tienen.

— Siempre ha sido así Sienna. – Recuérdale que no tiene memoria Nat, bien hecho. – Vamos, chicas, está bien. Me pagaran extra, ya lo saben. – Nataly pinta sus labios color frambuesa y nos ve por el reflejo del espejo, es increíble lo bien que se puede ver a pesar de estar ebria. – Volveré tan pronto como acabe y de ahí iremos a comprar la ropa que nos pondremos para la Bienvenida de Honor, también para que pueda tomar mi sueño reparador.

Sienna y Catalina asienten efusivamente, planeando entre ellas qué centro comercial deberíamos ir primero, mientras yo sólo siento el nudo de mi estómago volverse más pesado. Esto es una mierda, no podré escapar de ese tema por más que lo desee; toda la maldita ciudad hablara de eso por los días que queden, incluso aunque pasen los días y semanas después del evento.

Suelto un suspiro y dejo a las chicas con su tan nada interesante platica para dirigirme a tomar un baño, tal vez eso me calme y pueda dormir mejor esta noche, sino hace ninguna de esas dos al menos me quitara la borrachera, un poco al menos.

Entro al baño que comparto con el cuarto de Sienna, no es una gran habitación, pero tiene el suficiente espacio para no tropezar con algo. Me quito los accesorios, la vestimenta vergonzosamente ajustada que he traído puesta toda la noche y abro la llave de agua caliente para que la bañera comience a llenarse. Quiero relajarme de todo y dejar de pensar en él, cosa imposible a decir verdad.

Me siento en la tapa del inodoro, viendo el nivel del agua aumentar con el paso de los segundos y eso me hace recordarlo, la forma en que se sentaba en el marco de la tina viéndome a los ojos como si fuera lo único importante en su vida, tal vez lo fui, en algún momento.

Saga Seducción: MentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora